Una multitud emerge a la superficie en la estación de Corentin Cariou, en el distrito XIX, al noreste de París. El aire fresco sienta bien tras un trayecto en metro como sardinas en lata. Vienen con todo tipo de accesorios arcoíris, abundan la purpurina y los maquillajes para la ocasión. La explosión de colores contrasta con el cielo gris. Nathane lleva el pelo verde, a juego con sus ojos. Hace tiempo con su grupo de amigas antes de que comience la marcha. Vienen todos los años, pero este es diferente. “Es el último Orgullo, así que estaré aquí hasta el final antes de que llegue el partido equivocado”, bromea una de ellas.
Nathan saca el móvil para enseñar un artículo del diario Libération sobre una agresión homófoba reciente en París por parte de un grupo ultra. Según el texto, uno de los autores dijo: “No veo la hora de que pasen tres semanas y podamos destrozar maricones todo lo que queramos”. Esa es la razón por la que a este joven de 19 años le asusta la posibilidad de que Agrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen y Jordan Bardella, llegue al Gobierno. Antes de que la marcha eche a andar, un pequeño grupo ultra ha irrumpido en escena arremetiendo con mensajes anti-LGBT, pero han sido expulsados rápidamente.
“Todos estamos en guardia. En Francia ya hemos tenido gente violenta con las personas LGBT y racializadas. Se sienten más fuertes porque, supuestamente, Bardella va a ganar”, dice Nathan, que procede de Versailles. Ahora vive en París, donde estudia en una escuela de arte. Sentía que su ciudad –“rica, de derechas y católica”– no era para él y en la capital se sentiría más seguro.
No muy lejos de Nathan, con una boa de plumas arcoíris, está Janine, una jubilada de 70 años y vive a las afueras de la capital. “Este año era más importante venir”, asegura. También le inquieta que un triunfo del partido de Le Pen envalentone a quienes esparcen los discursos de odio. “Me preocupa la privación de libertades, y si gana la extrema derecha puede haber más intolerancia contra las personas LGTBI. El problema no es solo el Estado, también va a haber gente que se va a relajar y va a mostrar más odio por ganar las elecciones”, dice la mujer, que ha venido con su amiga Marie. Según el Ministerio del Interior, el número de delitos contra personas LGTB en Francia aumentó un 13% en 2023 en comparación con 2022.
Este año, la marcha del Orgullo de París y la región que la envuelve se ha celebrado en circunstancias especiales: en plena jornada de reflexión, antes de la primera ronda de unas elecciones legislativas cruciales en las que la formación de extrema derecha se perfila como favorita tras arrasar en los últimos comicios europeos.
La potencial victoria de Agrupación Nacional ha atravesado de arriba abajo la manifestación multitudinaria que, con ambiente festivo pero también político, ha recorrido este sábado las calles parisinas hasta la emblemática plaza de la República. Una marcha salpicada de pancartas contra Bardella y Agrupación Nacional y llamando a votar este domingo. “Fachas al armario, lesbianas al poder”, reza el cartel que sujeta una joven. “No olvides la historia”, se lee en otra.
A lo largo de los cuatro kilómetros de recorrido, el colectivo ha sacado músculo poco antes de votar con miles de personas en la calle. En lo que llamó una “cita con la historia”, Inter-LGBT, asociación organizadora, había hecho un llamamiento para que este Orgullo fuera una demostración de fuerza “antifascista”.
“En un momento en que nuestros derechos e identidades están siendo cuestionados en toda Europa, las personas LGBTQIA+ de todo el viejo continente tienen los ojos puestos en París. Agrupación Nacional y sus aliados franceses y europeos son y serán siempre enemigos de nuestras luchas y nuestros derechos: Italia, Hungría, Polonia... Dondequiera y cuandoquiera que la extrema derecha llega al poder, ataca los derechos fundamentales, y en particular los derechos de las personas LGBTQIA+”, dicen en un manifiesto conjunto con la organización SOS homophobie y otras 60 asociaciones así como más de 120 personalidades políticas y de la sociedad civil.
Los convocantes alertan de que, con la extrema derecha en el poder, cualquier avance “estará condenado al retroceso”. “Peor aún, todas las personas LGBTQIA+ estarán condenadas a la represión. Atacar a las personas LGBTQIA+ significa también atacar a sus familias e hijos, y poner en peligro a los más pequeños. Por eso lo decimos alto y claro: la extrema derecha es una amenaza para nuestras luchas”. “Ganamos nuestros derechos marchando, y pretendemos protegerlos marchando”, señalaron.
Con la bandera bisexual como capa, Serena sujeta una pequeña cartulina en la que, entre arcoíris y corazones, ha escrito: “[La comunidad] LGBT se caga en Agrupación Nacional”. “Estamos de celebración y debemos estar orgullosas de nosotras mismas”, dice la joven, que viene a la marcha desde las afueras de la capital junto a dos amigos. También le preocupa una victoria de AN en las urnas, aunque no pierde la esperanza. “Tengo mucho miedo, pero seguimos unidos y vamos a bloquear a la extrema derecha. Nunca los veremos en el poder”.
La carroza de Ardhis, una asociación que ayuda a las personas migrantes LGBTI, hace bailar a los asistentes a ritmo de afrobeat. Sindicatos, partidos políticos y marcas de lujo también están representadas en el desfile, en el que han reinan la música y las performances. Junto a una de las carrozas empresariales, bajo las banderas del Orgullo oso, está Gabriel, de 56 años. Viene con su novio desde La Rochelle, una ciudad costera en el suroeste de Francia. Cree que las elecciones pueden dejar un escenario “muy problemático” para Francia “por los dos extremos” –un discurso que ha enarbolado el presidente, Emmanuel Macron, contra la extrema derecha y la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular–. “Haré todo lo posible para garantizar que eso no suceda, pero es la voz del pueblo”.
Un grupo de asistentes despliega una llamativa pancarta. “Ni Le Pen ni su banda. La extrema derecha daña gravemente a la [comunidad] LGTBIQA”, se lee en ella. “Estamos aquí, somos queers, no vamos a desaparecer”, corea un colectivo de jóvenes. Varias personas bailan y saludan en lo alto de la carroza de Act-Up París, una histórica organización francesa de lucha contra el sida. El enorme autobús rojo lleva la inscripción “fascismo=muerte”. Una mujer agita un cartel en el que se lee “liberté, égalité, identité”, un juego de palabras con el lema oficial de la república francesa.
Cerca de la carroza, con los labios pintados de azul, está Sasha, una gestora de proyectos tecnológicos de 35 años. “Estoy aquí para representar a mi comunidad, porque soy una mujer trans, hija de inmigrantes de Camerún y negra. Estoy aquí por toda la discriminación, las personas que sufren y que no son reconocidas, y que son empujadas al margen de la sociedad”. Ella nació en EEUU y creció en Toulouse. “Yo tengo el privilegio de tener un buen trabajo, estoy tranquila, tengo la doble nacionalidad, pero tengo miedo por mis padres”.
Desde hace tiempo, Sasha se encuentra inmersa en el proceso para cambiar sus documentos. “Puede pasar que no me dejen completar el proceso, y también me pueden criminalizar”, dice, tras recordar la polémica que estalló recientemente cuando Macron criticó el programa del Nuevo Frente Popular por incluir la propuesta de autorizar “el libre cambio de estado civil ante un funcionario público”. Macron dijo: “Hay cosas que son completamente ridículas como cambiar el género en el ayuntamiento”. Esta edición de la marcha se ha centrado en la lucha contra la transfobia.
Sasha coincide en que este Orgullo es especial. “Yo estuve en las manifestaciones durante las elecciones de 2002, en las que Jacques Chirac se midió en segunda vuelta contra Jean-Marie Le Pen. Más de 20 años después, hemos avanzado, pero los ideales políticos todavía están retrasados. Hay gente que no se siente representada, pero somos parte de Francia y hay que votar”, dice. “No creo que Le Pen llegue al poder, viendo a toda esta gente diversa y bonita que hay aquí. Pero si llega, tendremos que seguir saliendo de las calles”.