El Canal du Midi: Una ruta acuática para recorrer el sur de Francia

Una barcaza ingresa en una de las exclusas del Canal du Midi francés.

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Pese a tener más de 300 años el Canal Real del Languedoc aún impresiona por lo audaz de su diseño y la pericia de su construcción. Esta vía navegable parte desde la ciudad de Toulouse hasta el Mar Mediterráneo uniendo, de facto, el Mare Nostrum con el Océano Atlántico a través del Canal del Río Garona. Esto permitía, por ejemplo, poder mover mercancías desde Burdeos hasta las costas cercanas a la ciudad de Béziers aprovechando los últimos kilómetros del Río Orb. Estamos hablando de una infraestructura que suma 241 kilómetros y necesitó la construcción de hasta 63 exclusas para salvar los diferentes obstáculos impuestos por la geografía. Las obras se iniciaron en 1666 y culminaron sólo quince años más tarde. Un alarde de planificación e ingeniería que precisó del trabajo de 12.000 obreros y una gran cantidad de recursos públicos y privados para construir exclusas, puentes navegables, acueductos y lagos artificiales para nutrir de aguas al camino fluvial. Este proyecto fue uno de los planes estrella del gobierno de Luis XIV que venía a convertir en realidad un viejo sueño que se remontaba al Imperio Romano. Con la revolución de 1789, el Canal Real de Languedoc pasó a llamarse Canal del Mediodía (Canal du Midi) y fue una vía de comunicación vital para la economía del sur de Francia hasta finales del XIX cuando el ferrocarril dejó el canal obsoleto.

El Midi hoy es una vía turística de primer orden que permite acercarse a ciudades y pueblos históricos como la propia Toulouse, Carcasona, Narbona o la propia Béziers. Un camino que conecta multitud de espacios de interés como yacimientos arqueológicos, castillos, pueblos bonitos y parajes singulares vinculados o no al propio canal. Una vía que, incluso, permite alquilar pequeñas embarcaciones sin necesidad de titulación náutica para ir subiendo y bajando exclusas y visitando estos lugares de interés para empaparse de la historia del canal y de todo lo que lo rodea. Las grandes joyas de la ‘corona’ (o la República en este caso) son el Castillo Condal de Carcasona(centro neurálgico de la mítica rebelión de los cátaros) y la potencia patrimonial de Toulouse y Narbona: pero hay muchísimo más que ver. Inmensos viñedos, campos de girasoles, patrimonio a punta pala… Pero el propio canal, que forma parte del catálogo del Patrimonio Mundial de la Unesco, ya justifica el viaje.

Tres lugares clave del Canal du Midi.- Para empezar a entender en su globalidad lo que supuso y supone el Canal del Mediodía hay que alejarse de él y andarse hasta el Lac de Saint-Ferreol. Este lago artificial se construyó para abastecer de aguas a la vía y aquí se encuentra el Jardín y Museo del Canal du Midi (Av. Paul Riquet, sn –Revel-) que hace un recorrido por la historia y el ingenio humano que se esconde tras la infraestructura. Para garantizar el abastecimiento de agua que hiciera posible nutrir al canal en los lugares más alejados de los grandes ríos se construyeron grandes represas y complicados sistemas de acueductos que, de manera permanente daban de beber al Midi. Desde aquí parte una acequia que conecta con el canal en los alrededores de Montferrand. Aquí se encuentra uno de los complejos hidráulicos más interesantes de toda la vía: viejos molinos (Mulin du Roi); depósitos; varios juegos de exclusas y bocas de alimentación que ayudan a sortear un punto crítico: el que salva el escalón que hay entre la cuenca del Gorgoña (Atlántico) con la mediterránea. Por eso aquí se erigió el monumento que recuerda la figura de Pierre-Paul Riquet, el ingeniero que obró el milagro de conectar los dos mares.

Muy cerca de aquí se encuentra el precioso pueblo de Castelnaudary, donde puedes ver lo que supuso el canal para la región. Los puertos asociados a la vía trajeron prosperidad y desarrollo económico. En lugares como éste, el Quay (puerto) ocupa un lugar de honor en los lugares que visitar junto a la iglesia gótica (Saint Michel de Castelnaudary), varios monasterios y casonas nobiliarias bonitas de ver. El canal es una buena oportunidad para acercarse a ver más cosas: como los restos galorromanos de Peyre-Clouque (Montferrand), donde puedes ver unas termas y una basílica de los primeros tiempos de la romanización de la Galia.

Otro elemento fundamental del Canal du Midi es su implicación en el desarrollo de las ciudades por las que pasa. En este tramo bajo del canal, las grandes referencias son Carcasona y Narbona.  El canal se divide en dos en la localidad de Mirepeisset en una complicada red de canales y exclusas y dársenas que servían para desviar las mercancías que salían o llegaban a Narbona (que era una de las terminales sin salida al mar de la vía). Estamos hablando de una de las grandes ciudades históricas de esta parte del país. Muy cerca de este desvío se encuentra Amphoralis (All. des Potiers, sn) uno de los mejores museos dedicados a la cultura romana de toda Europa. Siguiendo el canal, nos topamos con la ciudad a través de una serie de quays (puertos) que dan al mismísimo Palacio Arzobispal de Narbona (Place de l'Hôtel de ville) y la Catedral, unas de las grandes referencias históricas, artísticas y arquitectónicas del país. Y qué decir de Carcasona: sólo por visitar su Castillo Condal (Rue Viollet le Duc, 1) y la Ciudad Amurallada merece la pena la parada (aparte de rastrear la historia de los míticos cátaros).

El tercero de los lugares que queremos señalar es el entorno del Túnel de Malpaso –Tunnel du Malpas-, un pequeño paso subterráneo que sirve para que el canal salve una pequeña sierra pedregosa: un montículo que alberga otro de esos lugares que realzan el valor del canal. El Oppidum de d'Ensérune (Acceso D-162E3) es uno de los mejores ejemplos de aldea gala de todo el país y la visita se completa con un buen museo repleto de piezas interesantísimas. Estamos a apenas unos kilómetros de Béziers, uno de los puntos clave del canal antes de afrontar la desembocadura en el Mediterráneo. Poco antes de llegar a la ciudad se encuentra el complejo de las Nueve Esclusas de Fonseranes (Rue du Canal Royal –Béziers-), una de las infraestructuras más espectaculares de todo el recorrido. La entrada del canal en Béziers no puede ser mejor: pasamos las nueve exclusas y seguimos hasta un puente elevado que sirve para pasar sobre el Río Orb y entrar, mediante otro juego de exclusas, en el Puerto Fluvial de la ciudad (hay que destacar que Béziers es uno de los grandes centros patrimoniales de la región; su Catedral de Saint-Nazaire es una de las grandes joyas góticas del sur del país).

Foto bajo Licencia CC: Isabelle Blanchemain; Sergei Gussev; Martin Stone; BMR & MAM; Jofre Ferrer; jean-louis Zimmermann; Water Alternatives Photos

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