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Crónica

La semana más larga de Ayuso

Ayuso, este viernes, en un acto en Madrid.

Víctor Honorato

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No era la primera vez que se expresaba en términos similares, pero escuchar al presidente argentino arengando en la Puerta del Sol de Madrid contra el “monstruo llamado justicia social” generó un difuso malestar en determinadas coordenadas de la derecha española, allá donde se es consciente de que el concepto “Estado social” figura en la primera frase del primer apartado del primer artículo de la Constitución de 1978. A su lado, Isabel Díaz Ayuso mantenía la sonrisa, pero el episodio daba el pistoletazo de salida de una de las semanas menos plácidas de los últimos tiempos para la presidenta madrileña.

El despliegue diplomático de Ayuso, una forma apenas disimulada de torpedear el perfil internacional del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue rápidamente interpretado como una pifia por los medios afines y algunas voces dentro del partido empezaron a carraspear. El sábado, Ayuso seguía en sus trece. A ver por qué no podía ella invitar a un mandatario extranjero, por muy enfrentado que esté con el Gobierno, cuando los catalanes se dejan un “dineral en embajadas”, se justificaba en un acto del PP madrileño.

Los engranajes de Génova siguieron girando y el lunes, de visita en Alemania, Ayuso se encontró con otra fuga de agua. El PP estaba a punto de firmar con el PSOE el pacto para renovar el Consejo General del Poder Judicial, tras cinco años negándose a hacerlo. Desde Múnich, intervino para vender las bondades de Madrid como destino de inversiones, pero se guardó los dardos sobre el socialismo y el comunismo que acostumbra lanzar cuando sale del país. Tampoco hubo chascarrillos para la audiencia, como aquel que planteaba la relación entre la ausencia de corridas de toros en Catalunya y la sequía, según aventuró en un viaje invernal a México. Por la noche, algún medio próximo ya recogía que el pacto en el CGPJ no le parecía tan malo en realidad al entorno de la presidenta regional.

El acuerdo para renovar la cúpula judicial se hizo público el martes por la tarde. Ayuso seguía de viaje y, al contrario que en otras ocasiones, no echó mano de sus redes sociales para opinar. Resultaba complicado completar sin calentamiento previo la pirueta y manifestar que, pensándolo bien, no era tan dañino entenderse con quien tan solo unos días antes pretendía dejar a la democracia “con las horas contadas” y preparaba la “estocada final para la separación de poderes”. El primer miembro de su gobierno en coger carrerilla para la maniobra fue, ya el miércoles, el portavoz y consejero de Justicia, Miguel Ángel García. “Es un buen acuerdo” dijo, entre elogios a Alberto Núñez Feijóo y sus dotes negociadoras.

La “firmeza” de Feijóo salva la democracia

Ayuso habló finalmente el jueves en una entrevista matutina en Antena 3. Para entonces ya había trascendido que su pareja, Alberto González Amador, seguirá al menos un tiempo más en el foco de la justicia, tras aceptar la jueza del caso que se investiguen, a instancias de Más Madrid y PSOE, otros posibles delitos además del fraude fiscal y falsedad documental que este ya ha admitido.

Ayuso se refirió a este asunto y al del CGPJ, pero le costó redondear las contestaciones. Por lo que se refiere al gobierno de los jueces, dijo que el pacto es “un éxito sin precedentes” y que ahora sí procede confiar en los socialistas para un futuro cambio del sistema de elección de los vocales; de lo contrario, los socios europeos podrían pensar que España es un “país de trileros”. Aunque no tiene claro por qué el Gobierno ha entrado “en razones”, la clave pudo estar en la “firmeza” de Alberto Núñez Feijóo, cuya decisión fue “valiente” e “inteligente”.

Respecto al fraude de González Amador y la constatación de que su conducta fue criminal y seguirá siendo investigada, la líder del PP madrileño se mostró contrariada porque el caso se considere de interés público. “Es que no tendríamos que estar hablando de esto”, dijo, después de que la entrevistadora se sintiese obligada a exponerle que “seguramente algún espectador dirá [que] si no hubiese cometido presuntamente un frade fiscal, no se vería abocado a esta situación”.

Luego volvió a cargar contra el fiscal general del Estado sin que, una vez más, aclarase por qué mintió diciendo que era Hacienda quien debía dinero a su pareja, si el piso en el que vive se pagó o no con fondos fraudulentos, o por qué disfruta de otro inmueble en el mismo edificio a nombre de una sociedad. Sí quiso replicar a las críticas de “columnistas” sobre el episodio con el presidente argentino. “Yo no pienso todo igual que Milei”, despejó.

Puesto el parche, Ayuso siguió con su agenda, menos ambiciosa que en las jornadas previas: un acto contra la despoblación de los pueblos y una reunión con empresarios. Al día siguiente, inauguró unas oficinas y se reunió con agricultores murcianos. La semana terminaba y el lunes sería otro día.

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