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Sísifo y el viaje al centro del PP

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.

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Albert Camus consideró a Sísifo el héroe absurdo definitivo porque no conocía los intentos de la prensa española y los líderes de la derecha por vender el viaje al centro del PP. Ya saben el mito de Sísifo, el rey castigado por los dioses a empujar eternamente una piedra a lo alto de una montaña que cuando está a punto de alcanzar la cima cae rodando al valle para que Sísifo vuelva a iniciar el proceso hasta el final de los tiempos. El viaje al centro del PP es un ejemplo perfecto de trabajo de Sísifo. No puedo evitar reconocer que disfruto viendo cómo cada cierto tiempo, como en un bucle perpetuo, se quiere transmitir que esta vez el PP sí está instalándose en el centro por una medida puntual. Como pretendiendo que olvidemos la política general del partido, la infinidad de sus medidas y mensajes radicales y la historia de la derecha española. Como si la última coyuntura marcara, ahora sí, un ciclo nuevo de moderación y respeto por las instituciones. 

Estos días hemos vivido dos sucesos políticos que han iniciado el enésimo viaje propagandístico del PP a lo alto de la montaña para intentar hacernos creer que se está moderando, que quiere convertirse en un partido asimilable a las derechas europeas y que esta vez sí va a hacer cumbre en el centro político. Uno de ellos es el pacto con el PSOE para la reforma del CGPJ y otro la distancia que el PP ha tomado con Vox al respecto de la reforma de la Ley de Extranjería para asignar a todas las CCAA un cupo de migrantes menores no acompañados para su alojamiento. Una de las cosas más llamativas es que se considere digno de celebración y propio de la moderación cumplir con lo marcado en las leyes y la Constitución Española. Se le exige poco al partido más importante de la derecha, también desde los que defienden la cultura del esfuerzo y suenan igual que los que celebraban en la efeméride por los diez años de reinado de Felipe VI que la infanta Leonor sabe leer muy bien. 

En este viaje al PP le acompañan, como siempre, periodistas voluntariosos que están deseosos de tener una derecha cívica con la que poder llegar a acuerdos y ejercen de sherpas ayudando a subir a su partido a lo alto de la montaña. Su labor es la de aligerarle la carga que supone el viaje y librarle del camino de aquellos obstáculos que mediante propuestas, relatos y políticas le ponen difícil al PP moderarse. El cherry picking de esos periodistas hace que elijan las partes del discurso y las políticas de Alberto Núñez Feijóo que les sirven para poder llegar al centro e ignorar aquellas que van en contra de su relato interesado para hacer vender al PP como un partido de Estado en proceso de moderación perpetua. Para eso tienen que obviar que Feijóo ha dicho que este Gobierno es igual que el de Venezuela, Cuba o Nicaragua, certificado posteriormente por la efigie bella de la moderación semperiana, o las declaraciones de María José Catalá asimilando la homosexualidad a otras enfermedades para justificar no poner la bandera LGTBI en la fachada del consistorio valenciano. No importa. El PP se está moderando porque ha cumplido la Constitución después de cinco años de bloqueo antisistema. 

El PP es un viaje existencial en sí mismo, un eterno retorno que cumple sus dinámicas de moderarse y radicalizarse en un ciclo sin fin que esconde una verdadera pulsión antidemocrática que tiene que ocultar de vez en cuando para validarse como interlocutor válido en la lógica de partidos que España ha vivido desde la Transición. Feijóo, como Sísifo, sube esta semana su partido a la montaña y a la noche, cuando haya logrado alcanzar la cima con los acuerdos del CGPJ y separándose de Vox en los acuerdos para la reforma de la ley de Extranjería, volverá a tener que bajar al valle a por él después de que un presidente autonómico firme una ley de concordia o declare enfermos a los homosexuales. 

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