Marruecos utiliza el viraje de España sobre el Sáhara para redoblar la presión a otros países

El rey Mohamed VI de Marruecos pronunció la semana pasada un discurso centrado en la cuestión del Sáhara y en el que utilizó el cambio de posición de España y de EEUU para presionar a terceros países a aceptar su propuesta de autonomía sobre el territorio que, en última instancia, implica reconocer su soberanía.

El pasado mes de marzo, España rompió cuatro décadas de frágil equilibrio entre Marruecos y Argelia para pasar a considerar la propuesta de Rabat, que descarta el prometido referéndum, como la “más seria, realista y creíble”. Por su parte, Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara poco antes de salir de la Casa Blanca –decisión que no ha revocado el presidente Joe Biden–. Tras presumir de los “logros” del reino en política exterior de los últimos meses en relación a “la posición justa y legítima sobre la ‘marroquidad’ del Sáhara”, el rey afirmó abiertamente que la posición del resto de países en este tema será la clave para las futuras relaciones.

“Con estos acontecimientos positivos en mente, me gustaría enviar un mensaje claro a todo el mundo: el tema del Sáhara es la lente a través de la cual Marruecos mira al mundo. Es el punto de referencia claro y simple mediante el cual mi país mide la sinceridad de las amistades y la efectividad de las asociaciones”, dijo el rey. “Por eso espero que algunos Estados entre los socios nuevos y tradicionales que han mantenido una posición ambigua, la clarifiquen y reconsideren”, añadió el monarca, que también mencionó en términos elogiosos la postura de otros países como Alemania, Holanda, Portugal, Serbia, Hungría, Chipre y Rumanía, además de otros países que han abierto oficinas consulares en el Sáhara Occidental, “confirmando su apoyo a la integridad territorial del reino”.

Irene Fernández Molina, profesora de la Universidad de Exeter especializada en el Magreb y coautora del libro ‘Sáhara Occidental, 40 años después’, señala que este conflicto “ha sido siempre la prioridad máxima de la política exterior de Marruecos y ha estado siempre en el trasfondo de muchas pequeñas crisis diplomáticas”. “Lo que es novedoso es que Rabat condicione las relaciones bilaterales con todos estos socios a la cuestión del Sáhara de forma tan abierta y explícita como lo ha hecho el rey en el último discurso”.

“La declaración del rey creo que está relacionada con la visita oficial de [Emmanuel] Macron a Argelia, que podría acabar con las tensiones entre ambos países que han beneficiado a Marruecos”, dice Akram Kharief, analista independiente y periodista argelino. “Rabat espera que los Estados europeos sigan el mismo camino que EEUU y España en cuanto al Sáhara”, añade. 

Sin embargo, Fernández Molina cree que Marruecos no puede ganar el conflicto del Sáhara Occidental “por acumulación de tomas de posición favorables al plan de autonomía marroquí”. “Esta estrategia ha sido relativamente exitosa y lo de España es un logro importantísimo, pero tiene sus límites: en primer lugar choca con la estructura legal internacional. Por ejemplo, algo que seguirá teniendo recorrido son las sentencias del TJUE que afirman que no se puede asimilar por voluntad política de un día para otro el territorio del Sáhara Occidental a Marruecos. Otro elemento es que estas declaraciones de apoyo no dejan de ser declaraciones políticas endebles en el sentido de que los gobiernos pueden desdecirse o matizarlas dependiendo de las circunstancias políticas”, indica. “Así no va a ganar y en algún momento tendrá que haber una negociación, aunque sea con una posición de máxima debilidad por parte del Frente Polisario”, añade. 

“En los últimos años se ha generado un impulso favorable para Marruecos en lo que se ha convertido en su prioridad número uno, pero el camino hasta la victoria es muy largo, especialmente porque en este tiempo Argelia ha reforzado su capacidad de represalia y contención”, indica Kharief.

“Mayor percepción de fuerza”

La profesora sostiene que esta estrategia más agresiva por parte de Marruecos proviene de una mayor “percepción de fuerza” unida a su vez a una “pérdida de influencia de la UE sobre su vecindad”. Esta pérdida de influencia “ha dado lugar a una mayor competencia geopolítica entre distintas potencias regionales e internacionales que los países del norte de África utilizan estratégicamente a su favor”, sostiene.

“El giro de España ha tenido un valor simbólico muy importante como antigua potencia colonial. Aun así, no creo que este sea el punto de inflexión como sí lo fue el reconocimiento de Trump”, dice Fernández Molina. La experta explica que la “ultraobsesión por el control migratorio” en la UE también ha influido en esa percepción de fuerza. 

“En 2015 se firmó el acuerdo UE-Turquía, que aportó un nuevo modelo a todos los países de la orilla sur y este de la UE para una negociación dura, fuerte y exitosa en relación a la utilización política de los flujos migratorios”, sostiene la profesora. “Se cerró la ruta del Mediterráneo Oriental, se puso bajo control la ruta de Libia e Italia y esto hizo que el grueso del flujo migratorio irregular se desplazase a la ruta occidental, la que va de Marruecos a España. El número de llegadas por mar y tierra a España aumentó exponencialmente la capacidad de influencia de Rabat en términos políticos y diplomáticos”. El contexto internacional actual también juega un papel importante, dice Fernández Molina: “Si hay algo que esté aumentando la percepción de poder relativo en los países del norte de África es el temor a que una crisis de inflación de productos básicos aliente nuevas oleadas migratorias”.

En su opinión, las sentencias del TJUE sobre los acuerdos bilaterales agrícolas y de pesca que excluyen el territorio del Sáhara Occidental “forzaron a Marruecos a elegir entre las dos prioridades históricas de su política exterior: por un lado, mantener una relación lo más estrecha posible de alumno modelo de la UE y, por otro, la causa nacional de la integridad territorial”. “Ante esta disyuntiva, Marruecos elige lo segundo y empieza la línea más dura y asertiva de su política exterior”.

En mayo de 2021 Rabat ya provocó una crisis diplomática con Alemania por llevar a cabo “actos hostiles en detrimento de los intereses de Marruecos” en relación al conflicto del Sáhara. El reino acusaba a Berlín de “activismo antagonista tras la proclamación presidencial de EEUU reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara”. Finalmente, en diciembre, Berlín adaptó su postura, declarando que “Alemania apoya los esfuerzos del enviado personal [del secretario general de la ONU] para lograr un resultado político justo, duradero y mutuamente aceptable sobre la base de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU 2602”. “Marruecos hizo una contribución importante a tal acuerdo en 2007 con un plan de autonomía”, añadió. Dicha declaración restableció el orden en las relaciones bilaterales entre ambos.

¿Efecto en la inmigración?

Uno de los objetivos clave del acuerdo buscaba asegurar la “cooperación” del país vecino en la gestión de los flujos migratorios. Tras el anuncio de la nueva posición española, el Gobierno dio por hecho que el pacto “blinda la colaboración en inmigración”, según defendieron fuentes de La Moncloa. 

Cinco meses después, la complejidad del fenómeno migratorio dificulta cuantificar el efecto que el giro del Gobierno ha tenido sobre las llegadas irregulares hacia España. Fuentes policiales perciben un “control intenso” por parte de las autoridades marroquíes desde la firma del acuerdo sobre el Sáhara Occidental, pero admiten que no se evidencia de forma evidente en las cifras. Estas fuentes aseguran haber identificado un aumento de la voluntad de Marruecos de vigilar sus fronteras, pero matizan que esta no tiene por qué traducirse en una disminución drástica de las llegadas clandestinas, dado que influyen otros factores, como el tipo de rutas abiertas para llegar a Europa, las condiciones socioeconómicas de los países de origen o las condiciones meteorológicas. 

Del 15 de marzo (la fecha más próxima al anuncio del acuerdo entre España y Marruecos) al 15 de agosto de este año, el número de llegadas se ha reducido un 29% con respecto al mismo periodo del año anterior, aunque este cálculo no solo incluye las salidas desde Marruecos o el Sáhara occidental ocupado, también las de otros países como Argelia o Senegal.

Fuentes policiales cercanas la gestión migratoria detectan una reducción de las entradas clandestinas desde Marruecos durante este verano en comparación con el anterior. Sin embargo, reconocen que la disminución se debe otros factores, como a las condiciones meteorológicas, dado que la ruta canaria está muy afianzada por parte de las redes de tráfico y es “más difícil” controlar esta franja que la zona del Estrecho. 

Las llegadas a Canarias de embarcaciones que parten mayoritariamente del territorio del Sáhara Occidental controlado por Marruecos han aumentado en lo que va de año un 25,8% en comparación con el mismo periodo del 2021, aunque se percibe una ligera disminución si comparamos únicamente el tiempo comprendido desde el 15 de marzo (fecha más próxima a la firma del acuerdo). En la ruta que atraviesa el Estrecho desde el norte marroquí, Interior identifica una disminución de las entradas. Con la intención de reducir las salidas a través del norte de Marruecos con dirección al sur peninsular o a Ceuta y Melilla, el Reino alauí ha intensificado las redadas en las regiones más próximas a las fronteras con España, como describieron a elDiario.es una decena de testimonios de migrantes tras el salto de la valla melillense que acabó con al menos 23 personas fallecidas. 

Violencia de Marruecos

La tragedia de Melilla evidenció el empeño marroquí de demostrar el control ejercido en su frontera con España, en un intento de entrada protagonizado por alrededor de un millar de migrantes y refugiados, la mayoría sudaneses. Los supervivientes señalaron la violencia ejercida por los agentes marroquíes como una de las causas del fallecimiento de sus compañeros. Fuentes policiales ven en la actuación marroquí un intento de probar su compromiso con la cooperación fronteriza, pero reconocen que la violencia ejercida entonces, así como las imágenes filtradas -previsiblemente por los propios miembros de las fuerzas de seguridad alauíes-, acabaron por generar una crisis al Gobierno. No obstante, las mismas fuentes defienden estar “satisfechas” con lo que consideran el aumento de la vigilancia marroquí: “Se están notando cambios”. 

Otra de las aristas del cambio de posición de España sobre el Sáhara Occidental empujaba a poner todos los ojos en Argelia, socio del Frente Polisario y enemigo histórico de Marruecos. La crisis desatada con el Gobierno argelino hacía temer a Interior un posible aumento de las salidas de pateras desde las costas argelinas aunque, a diferencia de Marruecos, no es habitual que Argelia utilice el control fronterizo como medida de presión para alcanzar intereses políticos.  

A 1 de agosto, las llegadas irregulares desde Argelia a España se han reducido un 32% menos con respecto al mismo periodo del año pasado, según confirman fuentes policiales a elDiario.es. El viraje del Gobierno español sobre el Sáhara, por tanto, no se ha traducido en un mayor flujo por la llamada “ruta argelina”, transitada mayoritariamente por sus nacionales, aunque también la utiliza una minoría de sirios, bangladesíes y palestinos. Los destinos de este trayecto son Baleares, Murcia o la Comunidad Valenciana. 

España llega más lejos que el resto

El think tank European Council on Foreign Relations (ECFR) sostiene que España se ha convertido en el defensor europeo más fuerte del plan de autonomía de Marruecos, incluso superando a Francia, un aliado cercano de Marruecos que, a diferencia de España, ha evitado utilizar superlativos en su apoyo al plan marroquí. Incluso la posición oficial de EEUU respecto al plan tampoco llega tan lejos como la española –a pesar del reconocimiento de Donald Trump, en sus últimos días de presidente, de la soberanía marroquí sobre el Sáhara–. Washington considera dicho plan “serio, realista y creíble”, mientras que España utiliza las palabras: “La base más seria, realista y creíble para resolver este diferendo”.

Esta semana, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, afirmó que la posición española no ha cambiado y que sigue apostando por el referéndum. Posteriormente, en otra entrevista, tuvo que matizar sus palabras y afirmó que el Ejecutivo español “ha tomado una posición que expresa una preferencia por una determinada solución, que considera la más adecuada” –el plan de autonomía marroquí–, pero indicó que esta posición “no es contradictoria ni incompatible con la de la UE”.

El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, se refirió el jueves en una entrevista a la Cadena Ser a las primeras declaraciones de Borrell e insistió en la preferencia de España por el plan de autonomía: “El alto representante ha aclarado esas palabras. La posición de España es la de la declaración conjunta hispano-marroquí del 7 de abril”.

El ministro de Exteriores de Marruecos, Naser Burita, ha cancelado una reunión bilateral que estaba prevista el próximo septiembre en Rabat con Borrell, informaron a EFE fuentes diplomáticas. Las fuentes no dieron más detalles sobre los motivos de esta decisión y se limitaron a decir que ahora la visita del alto representante a Marruecos es “inapropiada”.