Meloni dice ahora que su tono en el mitin de Vox se debió al “cansancio” y que está haciendo un “esfuerzo” de moderación

Mariangela Paone

12 de septiembre de 2022 21:21 h

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Giorgia Meloni trata de vender moderación cuando faltan 13 días para las elecciones en Italia en las que parte como la gran favorita. Lo ha hecho a lo largo de la campaña electoral, donde en los mítines ha tratado de moderar, no siempre con éxito, el tono de sus intervenciones. Y lo ha vuelto a hacer este lunes, en el primer y único cara a cara con el líder del Partido Democrático, Enrico Letta, cuando ya en los últimos intercambios del debate, el moderador le recordó el discurso en el mitin de Málaga de Vox durante la campaña para las elecciones andaluzas en junio. Meloni contestó: “Es un tono que a veces me sale, sobre todo cuando estoy cansada”. Luego verbalizó lo que ha sido la estrategia de toda la campaña, en la que está haciendo, dijo, “un gran esfuerzo” de moderación.

Y así trató de demostrarlo en los 90 minutos que duró el debate, como un partido de fútbol, sin ninguna acción destacada ni grandes momentos de emoción. Aunque mientras que Letta miraba siempre a cámara y no llevaba papeles, ella se removía a menudo en la silla, mirándose las manos y los folios que tenía en la mesa. Se movió más cuando el director del Corriere della Sera, el diario que organizó el cara a cara, preguntó por el eslogan de su partido, “Dios, Patria y Familia”. “Yo soy una conservadora, y no creo que un eslogan mazziniano -dijo refiriéndose a Giuseppe Mazzini, uno de los padres de la unificación de Italia- tenga que chocar con la modernidad”.

Pero no hubo salidas de tono y el debate se desarrolló en un clima de juego limpio. Aunque Letta quiso dejar claro que su actitud siempre moderada y dialogante, de la que a menudo le “acusan”, no es equivalente a ser “blando”. “Italia está en una encrucijada. Como fue en Reino Unido con el Brexit”, afirmó, tras repetir en más de una ocasión que la elección, el 25 de septiembre, será entre dos modelos de país, que “se respetan pero son profundamente distintos”. Letta insistió en los derechos civiles y en una Europa de la solidaridad en contra de la oposición de Meloni a la adopción por parte de las parejas homosexuales o personas sin pareja. Y mencionó a menudo a Víctor Orbán, cuya cercanía con Meloni es conocida. “Tengo buenas relaciones con Orbán pero quiero recordar que hasta ayer él estaba en el Partido Popular Europeo, no en la familia de los Conservadores Europeos, que tengo el honor de presidir”, replicó ella.

Ucrania y las divisiones con Salvini

Y si bien esquivó una pregunta directa sobre las reticencias de sus socios de coalición -Forza Italia de Silvio Berlusconi y la Liga de Matteo Salvini- sobre su liderazgo, indirectamente mandó unos mensajes a Salvini, tratando de distanciarse de él, en un momento clave de la campaña. Lo hizo cuando dijo que la posibilidad de un aumento del gasto para responder a la emergencia energética era una ultima ratio, tachando de error pensar en gastar “30.000 o 40.000 millones más”, exactamente la cifra que menciona el líder de la Liga, que replicó casi en directo para decir que “es algo necesario”.

El otro mensaje fue la posición sobre Ucrania. “No hay ninguna duda de que las cosas permanecerían así”, dijo en referencia a la posición de Italia con un futuro Gobierno liderado por la derecha. También se refirió a las sanciones contra Rusia que, en contra de lo que defiende Salvini, “están funcionando” aunque tienen que ir acompañadas, dijo Meloni, de un “fondo de compensación” para los países que se ven más afectados por los efectos colaterales del castigo a Moscú.

Meloni partía con ventaja, reforzada por los sondeos que muestran sus apoyos. Los últimos, que se publicaron el viernes, antes de las dos semanas de prohibición de difusión de encuestas establecidas por ley, auguran para su partido una victoria holgada con el 25 por ciento de los votos, mientras que el Partido Democrático llegaría al 22 por ciento. Letta, quien instó a realizar una campaña “casa por casa y calle por calle” citando la famosa frase del último discurso de Enrico Berlinguer, repite que el partido no está acabado y que hay que dirigirse al amplio grupo de los indecisos.

Faltan 13 días para saber si la estrategia de uno y otro funcionará. A lo que sí han contestado al unísono -y entre sonrisas- ha sido a la pregunta si cabe la posibilidad de un gobierno de unidad nacional, si de las elecciones no saliera un resultado claro. La respuesta fue la misma: un rotundo “no”.