Cuando Giorgia Meloni apareció ya de madrugada en el lujoso hotel de Roma donde Hermanos de Italia había organizado el cuartel general para la noche electoral, interrumpió la música con la que había sido acogida a su entrada en el pequeño escenario: “Esto igual más tarde...”.
Tres días después de la victoria electoral que llevará a la formación ultra a liderar el Gobierno de Italia, no ha habido grandes celebraciones, ni festejos en la calle, ni ruedas de prensa para reivindicar un resultado histórico para la derecha posfascista. “Esto no es un punto de llegada, sino de partida. Desde mañana tenemos que demostrar nuestro valor, este es el tiempo de la responsabilidad, es el tiempo en el que si queremos formar parte de la Historia hay que entender la responsabilidad que tenemos hacia decenas de millones de personas. Porque Italia nos ha elegido”, dijo, casi como un aviso para la contención ante el núcleo duro del partido y los militantes. No era un discurso casual, porque la líder de la formación ultra que se prepara para ser la primera mujer en Palazzo Chigi no quiere errores ni nada que comprometa de entrada la imagen del nuevo Ejecutivo. Se mantiene cautelosa y con perfil bajo mientras empieza a tejer las redes que le permitan tener credibilidad, apoyo internacional y estabilidad en casa.
Desde el domingo, solo ha hecho apariciones puntuales en las redes sociales: salió en un vídeo de su entrenador personal, contestó a los tuits de felicitaciones de líderes internacionales y publicó en Instagram un mensaje para criticar algunos titulares de la prensa italiana que hablaban de la “cuestión Matteo Salvini”, es decir, sobre el lugar en el futuro Gobierno para el líder de la Liga, en horas bajas tras los malos resultados de su partido y cuestionado por los suyos. “El centroderecha unido ha ganado las elecciones y está listo para gobernar”, escribió.
Después de un encuentro el martes con el vicepresidente de Forza Italia, Antonio Tajani, para definir el método de selección de los futuros ministros, este miércoles se reunió por primera vez desde las elecciones con Salvini, quien poco antes había publicado un tuit escribiendo que hacía falta alguien que defendiera las fronteras y que él tenía ideas, una referencia clara al Ministerio de Interior que él ocupó durante el primer Gobierno de Giuseppe Conte. Una experiencia que no parece que los aliados estén dispuestos a dejarle repetir. Al término del encuentro solo salió una escueta nota conjunta y bastante genérica, en la que repiten la necesidad de “responsabilidad”. Es la línea del perfil bajo dictada por Meloni, la única verdadera ganadora de las elecciones del domingo.
Prioridad a la economía
Para uno de los puestos claves, el Ministerio de Economía, los nombres que suenan hablan de un perfil técnico. Porque la primera tarea que le tocará al nuevo Gobierno será presentar los presupuestos, y los márgenes son muy estrechos (el Gobierno podría tomar posesión como muy pronto en la segunda mitad de octubre), en un otoño que se augura difícil. La nota de previsiones económicas actualizadas que el Gobierno saliente de Draghi ha aprobado este miércoles, y que sirven de base para la elaboración de las cuentas para el próximo año, rebaja el crecimiento del PIB previsto para 2023 hasta el 0,6%, una cifra más optimista que las de las agencias de calificación de riesgo Fitch y Standard & Poor's, que vaticinan una recesión el año que viene. Es el asunto que más preocupa en este momento a los ganadores de las elecciones. Y, según la información publicada por la prensa italiana, los contactos para una transición ordenada de los dosieres en materia económica ya han empezado.
Citando fuentes diplomáticas en París, Bruselas y Berlín, el diario La Repubblica iba este miércoles un paso más allá y hablaba de un “pacto” entre Meloni y Draghi. A cambio de la ayuda del ex banquero central europeo con los socios internacionales para garantizar la continuidad del nuevo Gobierno con los compromisos adquiridos, Meloni habría asegurado el apoyo a Ucrania, también militar; el vínculo sin fisuras con la OTAN y la promesa de que no habrá desviaciones del gasto público. El diario informa de conversaciones de Draghi con el canciller alemán, Olaf Scholz; con el presidente francés, Emmanuel Macron; y con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Una información que Palazzo Chigi ha desmentido con una nota oficial, algo no muy frecuente. “El presidente del Consejo [de Ministros] no ha hecho ningún pacto ni ha asumido ningún compromiso para garantizar nada –dice el comunicado–. El presidente mantiene contactos regulares con los interlocutores internacionales para debatir sobre los principales expedientes en agenda y mantiene su compromiso de permitir una transición ordenada en el marco de las correctas relaciones institucionales”. En los últimos días, representantes destacados de Hermanos de Italia han repetido en público la necesidad de una colaboración con el Gobierno saliente para definir en tiempos rápidos la ley de presupuestos, pero en Palazzo Chigi el mensaje es que las cuentas le competen al nuevo ejecutivo.
El frente internacional
Si en casa el desafío de Meloni es no dar pasos en falso y mantener la línea de su partido lidiando con los socios, fuera el objetivo es ampliar las alianzas más allá de aquel grupo de los reformistas y conservadores europeos que Meloni preside y al que pertenecen, entre otros, Vox, los polacos de Ley y Justicia y los Demócratas de Suecia. Y la clave sería un acercamiento con los populares europeos, sobre la base del diálogo que se abrió con la elección de Roberta Metsola como presidenta del Parlamento Europeo. Es un camino empinado, porque entre los populares europeos hay resistencias ante una apertura hacia la ultraderecha, como demuestran las primeras críticas que han aflorado en Alemania en las filas de su proprio partido contra el presidente del Partido Popular Europeo Manfred Weber por su apoyo a Forza Italia y, en consecuencia, a la coalición con la ultraderecha, durante la campaña electoral italiana.
Pero los juegos de intereses comunes podrían abrir canales también con Emmanuel Macron, según la opinión de Alain Minc, uno de los mentores del presidente francés. “Tienen un interés común sobre un punto muy importante: renegociar el pacto de estabilidad”, dijo en una entrevista a La Repubblica. “Si Meloni es coherente con lo que ha dicho sobre su fidelidad al atlantismo, a Europa y al euro, su relación será correcta, si bien no cálida”.
La noche del martes fue el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, quien dio a la líder de Hermanos de Italia la oportunidad de tener visibilidad internacional para lanzar un mensaje tranquilizador. Él felicitó a Meloni por su victoria y agradeció el apoyo recibido hasta ahora por Italia. Ella contestó: “Sabes que puedes contar con nuestro leal apoyo a la causa la libertad del pueblo ucraniano. ¡Mantente fuerte y mantén firme tu fe!”