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Merkel da un paso atrás en Alemania: el declive de la política tradicional y de una política tradicional

Aldo Mas

La canciller Angela Merkel puede que aún sea la jefa del Gobierno alemán. Pero Merkel ejerce estos días como una figura política de otro tiempo, salida de una época en la que dos grandes partidos alemanes dominaban el espectro político. Ocurre que su Unión Cristiano Demócrata (CDU) y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ya no son lo que eran. Aún gobiernan, sí, pero tambaleándose en el poder.

Que Merkel anunciara el lunes su abandono de la presidencia de su partido y que no se volvería a presentar a canciller son dos muestras de la fragilidad política de quien durante años ha sido considerada la “mujer más poderosa del mundo”.

Merkel lleva trece años en el poder y sigue contando días de trabajo en la Cancillería Federal. El lunes, sin embargo, puso fecha límite a su papel de líder de los conservadores alemanes. “Este es el final de la era Merkel”, analizaba el lunes Heribert Prantl, responsable del área de política del periódico Süddeutsche Zeitung.

Oficialmente, la legislatura termina en 2021, pero puede que termine antes. Porque la CDU y el SPD no paran de recibir reveses electorales. El más reciente es el ocurrido el domingo en las elecciones del Land de Hesse, en el que la CDU ganó con un 27%, pero perdió el apoyo de casi 300.000 electores. En 2013, la CDU logró allí un 11,3% más de votos.

“Son números decepcionantes y amargos”, decía el lunes la canciller en conferencia de prensa, aludiendo a los resultados de su partido en Hesse. El pasado 14 de octubre, los conservadores perdían la mayoría absoluta en las elecciones regionales de Baviera. En quince días, Merkel y compañía han recibido dos duros golpes en sendas citas con las urnas.

Merkel reconocía el lunes que los políticos de su partido en Hesse podrían haber logrado mejores resultados de “no haber estado bajo la negativa influencia política” del Ejecutivo. La propia Merkel y otras figuras conservadoras del Gobierno estuvieron especialmente implicadas en la campaña de la CDU en ese Land.

No fue una buena idea haberlo hecho porque, tal y como reconocía la canciller, “la imagen que ofrece el Gobierno es inaceptable”. Así se refería Merkel a los tumultuosos ocho meses que lleva en funcionamiento su cuarto gabinete gubernamental, lastrado por varias crisis internas, donde el ministro del Interior, el socialcristiano Horst Seehofer, ha destacado como gran elemento perturbador.

Hace tiempo que la figura de Merkel ha dejado de ser para la CDU una suerte de talismán que facilitaba a los conservadores obtener buenos resultados electorales. Tras casi dos décadas en la presidencia de la CDU –Merkel lleva siendo la líder del partido 18 años–, los conservadores alemanes tienen ante sí días difíciles. Los sondeos les atribuyen una intención de voto que oscila entre un 24% y un 29%. Apenas un año después de las últimas elecciones generales, parece un imposible que la CDU vuelva a alcanzar el 32,9% que obtuvo en la cita con las urnas de 2017.

Una Merkel criticada en su propio partido

Merkel pasa por ser la responsable de esta situación. De hecho, “ahora mismo en la CDU casi todo el mundo está criticándola”, dice a eldiario.es Judy Dempsey, investigadora en Berlín del Carnegie Europe, un prestigioso centro de estudios internacionales. Dempsey conoce bien la figura de la canciller. En 2013 publicó el libro Das Phänomen Merkel o “El fenómeno Merkel” (Ed. Korber), un volumen dedicado a la carrera de la jefa del Gobierno germano.

Los conservadores críticos con la canciller han dejado de expresar en voz baja sus quejas contra Merkel. Los hay que no le perdonan haber dirigido el partido hacia el centro del espectro ideológico, facilitando, por ejemplo, la aprobación del matrimonio homosexual, la instauración del salario mínimo o haber puesto fecha límite a la activad de las centrales nucleares del país.

La decisión humanitaria de permitir la entrada de hasta 1,5 millones de refugiados entre 2015 y 2016 también levantó ampollas entre conservadores. Los hay incluso que acusan a Merkel de haber dejado un vacío a la derecha de su partido, facilitando la irrupción de la formación de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). En esta línea, hace unos días Hans-Peter Friedrich, político de la Unión Social Cristiana (CSU), partido hermanado a la CDU de la canciller, casi renegaba de Merkel en una entrevista con el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung.

“No recuperaremos a la mayoría de los votantes de AfD mientras Merkel sea canciller”, decía Friedrich, todo un vicepresidente del Bundestag. Este político de la CSU, entre 2011 y 2013, estuvo a las órdenes de la canciller como ministro del Interior. En este clima, Dempsey entiende que “tal vez sea una buena idea la de Merkel, es decir, el irse ahora del partido para concentrarse en ser canciller”. A su entender, en la CDU va a tener lugar próximamente “una batalla muy dura y Merkel va a estar fuera”.

Líder de una 'gran coalición' menguante

También parece imposible que el SPD pueda volver a ser el de sus mejores días. Los sondeos le atribuyen una intención de voto que oscila entre el 14% y el 19%. Los socialdemócratas ya no son el principal partido de la izquierda. Los Verdes ejercen ese papel en la actualidad, pues se les llega a atribuir en las encuesta un apoyo electoral de hasta un 21%. “La gente quiere ver algo nuevo en la política”, comenta Dempsey. Los ecologistas han convencido de que pueden ser esa novedad que necesita la izquierda germana.

Los socialdemócratas, que han gobernado en gran coalición con la CDU de Merkel en tres de las últimas cuatro legislaturas tienen prácticamente imposible identificarse con ese cambio. Así, en Hesse, el SPD se hizo con un 19,8% de los votos, un porcentaje idéntico al cosechado por Los Verdes pero muy alejado del 30,7% logrando en las anteriores elecciones en ese Land.

Prueba de que corren otros tiempos en la política alemana, CDU y SPD no podrían volver a gobernar en coalición en caso de que se repitieran unas elecciones generales. Un reciente sondeo elaborado por el instituto Emnid para el dominical Bild am Sonntag situaba a la suma de los electores de CDU y SPD en un 39%.

La 'gran coalición' ha dejado de ser grande del mismo modo que el poder de Merkel ha menguado. A sus 64 años, la canciller sigue trabajando al frente del Gobierno alemán, pero el tiempo en la Cancillería Federal se le está acabando.