Muerte de la información en Gaza: “La ocupación ha colocado a los periodistas entre sus objetivos”

Ana Garralda

14 de diciembre de 2023 21:49 h

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El pasado 19 de noviembre, el vehículo en el que viajaba Bilal Jadallah junto a su cuñado, el farmacéutico Abdulkarim Abed, fue alcanzado por el impacto directo de la artillería israelí. Iban a reunirse con el resto de su familia en el sur de la Franja, donde se agolpan centenares de miles de desplazados que, siguiendo la recomendación del Ejército de Israel, huyen de los soldados y los bombardeos.

“[Bilal] creía firmemente que era su deber moral contarle al mundo lo que veía y asistir a la gente necesitada en medio de esta crisis humanitaria”, escribía Ali Jadallah, hermano del periodista y fotógrafo de la agencia de noticias turca Anadolu a las pocas horas de recibir la “devastadora noticia”. Unos días antes, los Jadallah habían perdido a su padre junto a otros parientes en los incesantes bombardeos israelíes que han asolado Gaza desde el pasado 7 de octubre. Bilal quería reunirse con su familia, pero nunca llegó al final de su trayecto.

Gaza se ha convertido en una gran muñeca rusa donde la matanza de civiles es la gran matrioska y la muerte de sanitarios, trabajadores humanitarios y periodistas son otras escondidas en su interior. Más de 18.600 personas han muerto por los bombardeos (7.729 niños) y otros miles están desaparecidos, según cifras de las autoridades locales en Gaza. El 70% de los fallecidos son mujeres o menores de 18 años y entre los civiles hay más de 250 trabajadores sanitarios, al menos 130 empleados de la ONU y cerca de 89 periodistas, según las mismas autoridades. 

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) ha confirmado la muerte de 63 periodistas desde el inicio del conflicto: 56 palestinos, cuatro israelíes y tres libaneses. Otros tres permanecen desaparecidos y 11 están heridos. El número supera la cifra registrada en todo el mundo el año pasado, según Reporteros sin Fronteras. En su último balance anual, publicado este jueves, la organización subraya que la masacre de periodistas en Gaza contrarresta una tendencia global a la baja en los asesinatos de reporteros, que se limitan a 45 en 2023, si se tiene en cuenta sólo a los asesinados en el ejercicio de su profesión o por causa de ella. Se trata de la cifra más baja desde 2002, si no se incluye lo que ha pasado desde el 7 en Oriente Próximo.

La Oficina de Derechos Humanos de la ONU en el Territorio Palestino Ocupado pidió este jueves que se haga todo lo posible para garantizar que los periodistas y los medios estén protegidos. “Periodistas y trabajadores de los medios de comunicación, utilizando diversas herramientas, incluidas las redes sociales, han mantenido al mundo informado en tiempo real de los horrores que están sufriendo los civiles en Gaza. Su dedicación merece un homenaje. Pero uno a uno, estos ojos sobre el terreno se van apagando”, se lee un comunicado en el que la organización recuerda los asesinatos de los periodistas y de sus familias en Gaza en las últimas semanas. 

El 'padrino' de los periodistas

Para los periodistas gazatíes, el primer mes de este conflicto fue “el más mortífero para los informadores en 30 años”, señalan desde el CPJ. Solo el 7 de octubre, día del ataque de Hamás en el sur de Israel que dejó alrededor de 1.200 muertos, seis periodistas fueron asesinados –tres de ellos eran israelíes (uno, residente en uno de los kibutz atacados, y otros dos estaban en la fiesta de música electrónica Supernova)–. Los otros tres eran palestinos y murieron disparados por soldados israelíes. 

Según el CPJ, el 18 de noviembre fue el segundo peor día con la pérdida de otros seis trabajadores de la información, esta vez, todos residentes en Gaza. Dos de ellos, Sari Mansour, director de la red de noticias Quds y Hassouneh Salim, fotoperiodista independiente, se encontraban juntos trabajando en el campo de refugiados de Bureij, en el centro de Gaza, cuando una bomba israelí les cayó encima. 

La comunidad periodística del enclave aún se encontraba en shock tras la pérdida de varios de sus colegas cuando un día después llegó la noticia que terminaba por devastarla: el asesinato de Bilal, conocido como “el padrino”. Bilal fue el impulsor y fundador en 2012 de la Casa de la Prensa Palestina, un espacio apoyado por la UE dedicado a la capacitación y formación de periodistas y que, además, ejercía como lugar de encuentro de diplomáticos, organizaciones internacionales, prensa extranjera o, simplemente, recién llegados.

Tras su muerte, decenas de condolencias llegaron casi de forma instantánea desde la Franja, en especial de parte de aquellos jóvenes reporteros a los que este mecenas había ayudado a cumplir su sueño. “Bilal fue la primera persona que me ayudó en la industria del periodismo en Gaza y por eso siempre le estaré agradecida”, escribía en su cuenta de Instagram Plestia Alaqad, joven fotógrafa gazatí.

“Persona honorable, solidaria, colaboradora, padre y amigo de todos sin excepción”, señaló desde Ramala la periodista y escritora palestina Buthaina Hamdan, quien pocos días antes había estado hablando con su colega por la muerte de otro reportero vinculado con la Casa de la Prensa, Ahmed Fatima, calcinado, junto a varios miembros de su familia, por un misil israelí lanzado contra el edificio en el que se encontraba. 

“Me llamó, pero se cortó la comunicación. La señal era débil. Volví a llamarle una y otra vez, pero no obtuve respuesta. ¡¿Qué es lo que me iba a decir?!”, lamenta al teléfono la autora, que, tiempo atrás, había impartido talleres de capacitación sobre periodismo humanitario e imagen de los palestinos en los medios de comunicación occidentales en el Centro de Prensa de su compañero de profesión.

La noticia del asesinato del “padrino de periodistas” de la Franja de Gaza llegó también a los medios internacionales. “Organizó a muchos periodistas [locales] para que trabajaran con otros extranjeros que llegaban [a cubrir la guerra entre Israel y Hamás de 2014]. Fue un gran analista político”, escribió en su cuenta de X (Twitter) el comentarista estadounidense Sharif Kouddous.

“Profundamente entristecido por la pérdida de mi colega Belal Jadallah, un periodista dedicado y un alma bondadosa”, remarcaba Nathan Thrall, colaborador del diario The New York Times. 

Pero no solo los periodistas locales o internacionales han lamentado la pérdida de este referente del periodismo palestino. Diplomáticos y representantes de varias agencias de la ONU también quisieron despedirse del que, otrora, no solo fue beneficiario de algunos de sus programas de cooperación para la capacitación de nuevos informadores, sino además la voz experta que siempre les recibía cuando viajaban a la Franja de Gaza. “Un periodista profesional, conocedor y apasionado que dedicó su vida a la libertad del periodismo y a la protección de los periodistas”, escribió en X Tor Wennesland, coordinador especial de Naciones Unidas para el proceso de paz en Oriente Medio. 

“Estamos devastados al saber que nuestro querido amigo, el defensor de la libertad de prensa Bilal Jadallah, antiguo socio de Noruega, ha sido asesinado”, señalaron desde la Oficina de Representación de este país en Palestina. “Continuaremos trabajando para hacer realidad su sueño de proteger a los periodistas en todo el mundo. Que su alma descanse en paz”.

No es la primera vez

La quimera tan ansiada por Bilal Jadallah parece hoy estar más lejos que nunca. Su asesinato es uno más de una serie de ataques indiscriminados contra periodistas palestinos y extranjeros en la región, lo que ha aumentado la preocupación sobre la seguridad de los informadores y la repercusión que sus muertes tienen en la libre difusión de información. 

“Este crimen y los que le precedieron confirman que la ocupación (Israel) ha colocado a los periodistas entre sus objetivos: silenciar la voz de la verdad y evitar que resuene en toda la Tierra”, argumentan desde el Sindicato de Periodistas palestino. 

Por su parte, las autoridades israelíes señalaron a finales del mes de octubre que no “podían garantizar la seguridad de los periodistas en Gaza” en respuesta a una petición efectuada por la  agencia de noticias británica Reuters y la francesa France Presse (AFP) en la que ambas organizaciones de medios exigían garantías a Israel de que sus periodistas no serían blanco de sus ataques.

La petición se producía días después de que la artillería israelí matara a Issam Abdallah, un cámara libanés empleado por Reuters, e hiriera a otros seis periodistas (una de ellas, de AFP, de gravedad) mientras se encontraban perfectamente identificados en el sur del Líbano informando sobre los ataques que las Fuerza de Defensa de Israel (FDI) estaban efectuando sobre la zona fronteriza.

Una investigación realizada entonces por Reporteros sin Fronteras (RSF) apuntó a que los periodistas habían sido un “objetivo explícito” de las FDI. Por su parte, la agencia Reuters, criticada entonces por su tibieza tras la muerte de su reportero, ha publicado un informe exhaustivo en el que afirma que fue “el fuego de un tanque israelí el que mató al periodista Issam Abdallah en el Líbano”.

Amnistía Internacional (AI) señaló en otra investigación, publicada en el mismo día, que el fuego no procedía de carros de combate, sino de misiles disparados por un helicóptero Apache que habría sobrevolado la zona donde se encontraban los informadores durante los 40 minutos previos al incidente, identificándolos claramente como civiles. 

Human Rights Watch ha publicado otra investigación en la que concluye que el ataque fue “aparentemente deliberado”. La organización ha analizado vídeos, imágenes y ha entrevistado a testigos y concluye que el primer ataque se realizó desde un carro de combate y que del siguiente no se ha podido identificar su origen. “No es la primera vez que, al parecer, las fuerzas israelíes atacan deliberadamente a periodistas con resultados mortales y devastadores”, señaló Ramzi Kaiss, investigador sobre Líbano de HRW.

Sea como fuere, todos ellos coinciden en lo mismo: el ataque contra la prensa fue perpetrado por Israel en lo que Amnistía Internacional y HRW consideran que podría constituir un “crimen de guerra”.

“Durante un conflicto armado, el papel de los periodistas es especialmente importante para garantizar el escrutinio del desarrollo de las hostilidades y poner de relieve posibles violaciones”, señala Aya Majzoub, directora regional adjunta del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.