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“Nadie sabe cuántos asesinatos cometieron”: hablan las víctimas del grupo neonazi Amanecer Dorado

Helena Smith

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“La justicia es dulce”, dice Javied Aslam con una sonrisa. “Y cuando has esperado tanto tiempo, también es hermosa”.

Entre los testigos clave en el maratoniano juicio contra Amanecer Dorado, este líder de la comunidad pakistaní de Grecia ha vivido el ascenso y la caída de la organización neonazi más violenta de Europa y además ha sentido lo que ha pasado más de cerca que la mayoría. Al escuchar el veredicto, lanzaba puñetazos al aire de felicidad. 

Pero Alsam siempre tendrá una espina clavada: que tanto él como otros líderes de la comunidad migrante en Grecia no hubieran hablado antes. Admite que “lo que más duele es el silencio”. “Si nos hubiéramos atrevido a hablar, si los griegos se hubieran atrevido a hablar, tal vez todo esto no habría sucedido.”

Se refiere a que durante años se permitió que se desarrollara un reino del terror en el que fascistas convencidos se apropiaron de las calles sembrando miedo y terror. Golpeaban a inmigrantes por las calles, asaltaron sin miedo sus organizaciones y comercios y atacaron mezquitas con artefactos incendiarios.

“Nadie sabe cuántos asesinatos se cometieron realmente”, dice Aslam en declaraciones The Guardian. “Lo que sí sabemos es que ha habido más de 900 ataques registrados, la mayoría en Atenas. Hombres vestidos de negro e identificados con camisetas negras de Amanecer Dorado sacaron a la fuerza a gente de los autobuses y les metían palizas en las paradas. Muchos fueron apuñalados. Tengo todos los detalles en mis cuadernos”.

Más de 600 de esos supuestos ataques fueron contra pakistaníes. A medida que se desarrollaba la investigación se revelaba que existían fuertes vínculos entre las fuerzas de seguridad griegas y Amanecer Dorado. “La policía siempre culpaba de la violencia a enfrentamientos internos [interétnicos]”, dice Aslam. “Ahora sabemos por qué”.

La violencia racista se hizo tan frecuente en los dos años anteriores a la entrada de Amanecer Dorado en el Parlamento griego en 2012 –a raíz de la ira popular contra las políticas de austeridad de la UE– que se formó una red de 46 organizaciones de la sociedad civil para registrar los crímenes que se cometían.

La punta del iceberg

Establecida a instancias de la agencia de refugiados de la ONU y la Comisión Nacional Griega de Derechos Humanos, la red RVRN documentó los ataques hasta bien entrado el año 2013. El aumento de la violencia se relacionó con los extremistas envalentonados por la presencia del partido en el Parlamento. “Los incidentes denunciados pueden ser sólo la punta del iceberg”, dice Garyfallia Anastasopoulou, coordinador adjunto de la red.

En enero de 2013, en Atenas, un trabajador migrante paquistaní, Shahzad Lukman, de 27 años, fue apuñalado hasta morir por dos militantes de Amanecer Dorado que iban en motocicleta. Los asaltantes fueron condenados a cadena perpetua, pero se les conmutó la pena y ambos salieron de la cárcel el año pasado. Durante un registro de sus casas, la policía descubrió propaganda de Amanecer Dorado y un alijo de armas.

Los extremistas de derecha no se pararon con los inmigrantes. Atacaron a sindicalistas comunistas y a activistas anarquistas e izquierdistas. Parejas homosexuales también denunciaron ataques cuando caminaban por la calle.

El rapero

El punto de inflexión llegó en septiembre de 2013. Un miembro de Amanecer Dorado asesinó al músico Pavlos Fyssas. El apuñalamiento del rapero, de 34 años y popular en el entorno antifascista, desencadenó una condena sin precedentes que finalmente obligó al Gobierno conservador, que hasta entonces había mirado hacia otro lado, a tomar medidas.

Finalmente, una investigación de nueve meses sentó a los líderes de Amanecer Dorado, diputados incluidos, ante la justicia. “Hubo una disminución significativa de los ataques después de la muerte de Fyssas”, dijo Anastasopoulou. “Especialmente después de la acusación y durante el juicio”.

Más de siete años después, ese monstruoso partido neonazi ya no existe. Expulsado del Parlamento en las elecciones generales del año pasado, la organización, cuyo emblema tenía un asombroso parecido con la esvástica, ha quedado diezmada por abandonos y luchas internas entre facciones.

La decisión judicial del miércoles, que deja claro que sus líderes se disfrazaron de fuerza política para operar una organización criminal clandestina alimentada por la ideología del nacionalsocialismo, supondrá penas de prisión que aún no han sido anunciadas.

Griegos de todas las organizaciones e ideologías políticas no tienen ahora ninguna duda de que los ultraderechistas, el único grupo fascista recalcitrante que se pavonea en un Estado europeo moderno está donde tiene que estar: en el basurero de la historia. El fallo del tribunal fue recibido con júbilo por miles de personas que se habían reunido antes del veredicto cantando “los nazis deben estar en prisión”. Muchos rompieron en aplausos cuando la noticia llegó a las calles.

“Pero hay lecciones que aprender”, sostiene Aslam, uno de los líderes de la ahora reducida comunidad pakistaní del país. “Éramos más de 100.000 personas cuando llegué aquí por primera vez en 1986. Ahora somos menos de la mitad de ese número porque muchos han dejado Grecia, en parte por miedo. Diez años es mucho tiempo para esperar este día. Pero hay víctimas que no pueden recordar y no están con nosotros hoy. Debemos recordarlos. Y nunca debemos olvidar estos crímenes”.

Traducido por Alberto Arce