Nicola Sturgeon, lectora entregada desde niña, suele compartir los libros que le gustan en Twitter. La última recomendación de la primera ministra de Escocia es una novela titulada The New Life (La nueva vida) sobre la lucha de dos hombres por escribir un libro en defensa de los derechos gays en Londres en 1894. Sturgeon destacó una frase que dice un personaje: “Debemos vivir en el futuro que esperamos hacer”.
“Ficción histórica escrita maravillosamente, pero con un punto de actualidad también. E impregnada de un sentido real de esperanza sobre la posibilidad de progreso contra pronóstico”, tuiteó el 28 de enero.
Unos días antes, el Gobierno de Rishi Sunak había paralizado la ley de derechos trans aprobada por el Parlamento escocés en diciembre que permite la autodeterminación de género a partir de los 16 años. En Escocia también había polémica. Ella misma había quedado tocada por la ola de críticas después del traslado de una mujer trans a una cárcel de mujeres para cumplir condena por una doble violación que había cometido como hombre (la mujer, Isla Bryson, fue trasladada después a una prisión masculina y la autoridad penitenciaria de Escocia aclaró que los prisioneros se segregarán por defecto según su sexo biológico y luego se hará una evaluación).
En el anuncio de su sorprendente dimisión este miércoles, Sturgeon subrayó que su marcha no se debe a “un asunto de corto plazo”, pero se refirió a la “brutalidad” de la política y, al ser preguntada por la tramitación de la ley y la polémica después, se quejó de la falta de debates “racionales” en asuntos “difíciles”.
Feminismo
Aunque la ley se aprobó por mayoría en el Parlamento escocés, también había voces críticas en su propio partido y entre los laboristas, además de las del Partido Conservador. La escritora y activista J.K. Rowling se puso una camiseta que decía: “Nicola Sturgeon destruye los derechos de las mujeres”.
Ella se seguía defendiendo en su despedida.
“He sido, soy y siempre seré una feminista, lucharé por los derechos de las mujeres y lucharé contra las amenazas a los derechos de las mujeres cada día que tenga un soplo de vida. Pero también defenderé a cualquier grupo estigmatizado, discriminado, marginado y vulnerable de la sociedad”, dijo Sturgeon en la rueda de prensa de este miércoles al ser preguntada por el papel de la ley trans en su decisión.
La mujer de 52 años que ha dedicado su vida entera a la política -se afilió al partido naconalista escocés cuando tenía 16 años- dijo temer haberse convertido en una figura demasiado polarizadora para avanzar. Ella citó, en particular, la causa que más le importa, la de la independencia de Escocia.
Más popular que Sunak
Su posición sigue siendo mejor entre el público en comparación con otros políticos. Sturgeon ha estado ocho años en el cargo de primera ministra de Escocia, más que ninguna otra persona, y ha mantenido durante la mayor parte de ese tiempo un nivel alto de popularidad. Incluso tras sus últimos reveses, seguía siendo la política en primera línea en Reino Unido con más apoyo entre su electorado.
En la última encuesta de YouGov, de diciembre, el 44% de los escoceses decían que Sturgeon estaba haciendo un buen trabajo frente al 39% que aseguraban lo contrario. Esta era su peor marca en años pero, por comparar, la misma encuestadora muestra ahora que solo el 26% de los ciudadanos dicen que el primer ministro británico, Rishi Sunak, está haciendo un buen trabajo mientras el 56% opinan lo contrario.
El columnista político Owen Jones comentaba este miércoles que la historia tratará bien a Sturgeon. “Es la política más formidable que tenemos”, dijo.
Sturgeon se convirtió en primera ministra en 2014 después de la dimisión de Alex Salmond tras el rechazo de la independencia en referéndum. Ella había sido durante casi ocho años la vice de Salmond y en su primer discurso ante el Parlamento en noviembre de ese año lo señaló como clave en su carrera: “Sin la guía y el apoyo que me ha dado durante más de 20 años, es improbable que estuviera aquí de pie”. También añadió que el puesto de Salmond en la historia “como uno de los grandes líderes de Escocia” estaba “asegurado”.
Se distanció de él cuando en 2018 fue acusado de acoso sexual, acoso laboral e intento de violación y dimitió de sus cargos en el partido (un tribunal lo absolvió después de las acusaciones de 10 mujeres). Salmond ha fundado su propio partido y es uno de los primeros que salió en público este miércoles para congratularse de la dimisión de Sturgeon, que, según él, era una fuerza “muy dominante” en el Gobierno. El ex primer ministro escocés dijo que otra persona podría “reunificar el movimiento” independentista.
La canción
El independentismo fue la motivación política que los unió y que llevó a Sturgeon a interesarse por la política de adolescente en una familia nada activista y en una zona tradicionalmente laborista de Escocia. Ella se define como “una chica de clase trabajadora de Ayrshire”. En ese condado del oeste de Escocia está el suburbio de la ciudad portuaria donde creció, Irvine. La ciudad aparece en la canción Letter From America del dúo escocés The Proclaimers como ejemplo de lugar deprimido y ella la escuchaba sin parar como un himno político. Su padre trabajaba como electricista y su madre como higienista dental, y ninguno de los dos estaba interesado en política aunque alguna vez habían votado y habían hablado en casa del partido nacionalista escocés. Sufrieron en la Escocia de los 80 tocada por los cierres y los recortes del Gobierno de Margaret Thatcher, pero consiguieron mantener su trabajo y comprar una casa.
Con 18 años, Sturgeon ya daba entrevistas sobre el impacto de los impuestos de Thatcher y estaba enfocada en cómo sus políticas harían que subiera el apoyo a la independencia. “El pueblo escocés ha sido privado de sus derechos”, le decía al Guardian, que la entrevistaba como universitaria que protestaba por una nueva tasa.
Sturgeon repetía que cada uno es dueño de su destino y tenía claro que el suyo era la política. El periodista escocés David Torrance señala en la biografía Nicola Sturgeon: A Political Life lo sorprendente de su “convicción de que no había nada que inherentemente detuviera a los hijos de la clase trabajadora” pese a que ella misma criticaba la falta de oportunidades del país y “considerando la naturaleza modesta del entorno de Sturgeon, por no hablar de la desigualdad que se convertiría en la característica de los 80”.
La lectura
Desde que tenía cuatro años, cogía el periódico para intentar leerlo, según cuenta Torrance. La pasión por la lectura de Sturgeon la ayudó a ser una buena estudiante en un instituto corriente, y hoy sigue siendo una de sus marcas personales. Las editoriales están pendientes de qué libros comparte en redes y Sturgeon se toma en serio su interés por los autores. En el festival internacional de libros de Edimburgo, ya como primera ministra escocesa, ha entrevistado a escritoras como Chimamanda Ngozi Adichie y Arundhati Roy.
Su expediente la llevó a estudiar Derecho en la Universidad de Glasgow, el equivalente en Escocia a los estudios de Filosofía, Política y Economía en Oxford y Cambridge en que suelen graduarse los políticos en Inglaterra. Ella contó después que como la primera de su familia en ir a la universidad tenía “un miedo muy escocés al fracaso”. Aun así, estaba convencida de que podía llegar lejos y empezó a desarrollar criterio propio. Un profesor le insistió en que se uniera a los laboristas y ella optó -dice que en parte como reacción- por los entonces poco populares nacionalistas escoceses.
Cuando tenía 16 años, hizo su primera campaña repartiendo folletos a favor de Kay Ullrich, aspirante a diputada que perdió contra el laborista que ocupaba el escaño. “Era muy intensa”, decía al biógrafo años después Ullrich, que llegó a ser diputada el mismo año que Sturgeon, en 1999. La futura primera ministra escocesa estaba a punto de cumplir 29 años.
Desde entonces, toda su vida ha girado en torno a la política.
En 2010, se casó con Peter Murrell, un colega que conocía desde adolescente y que ahora es el jefe del partido. Algunos los definían como “power couple” (“pareja poderosa”, una expresión con cierto tonillo peyorativo en inglés). Pero estaba claro quién era la poderosa.
Popular en el país
Como primera ministra, se convirtió pronto en una de las políticas más populares del país, admirada por sus discursos y su independencia de criterio incluso en circunstancias difíciles como la gestión de la salida del Reino Unido de la UE –contra la que los escoceses votaron mayoritariamente en el referéndum de 2016– y la gestión de la pandemia, durante la cual aplicó restricciones más duras y más consistentes en el tiempo que el Gobierno central de Boris Johnson.
Los discursos después del Brexit la pusieron en la primera línea de la escena nacional e incluso europea. Unos días después del referéndum, viajó a Bruselas para reunirse con los líderes de las instituciones europeas y dejar claro que Escocia no quería salirse de la UE.
“Somos los nietos y los bisnietos de los miles que vinieron de Irlanda a trabajar a nuestros puertos y a nuestras fábricas. Somos los 80.000 polacos, los 8.000 lituanos, los 7.000 ciudadanos de Francia, los de España, los de Alemania, los de Italia y los de Letonia y de otros muchos países que tenemos el privilegio de que vivan entre nosotros”, dijo en el discurso de apertura del Parlamento escocés, unos días después de la consulta que decidió la salida de la UE de todo el Reino Unido.
Pero ni los discursos ni sus esfuerzos sirvieron para cambiar el Brexit. Escocia se fue de la UE como el resto del país y ni ella ni los escoceses tuvieron una participación activa en las negociaciones para el nuevo acuerdo. La alternativa de romper la unidad del Reino Unido y volver a la UE no parece cerca.
Sus intentos de lanzar una nueva consulta sobre la independencia de Escocia el próximo octubre están bloqueados ya que el Gobierno británico no ha accedido a la petición de convocatoria y la justicia dijo en noviembre que Escocia no tiene competencias para avanzar sin el consentimiento de Londres.
Había especulaciones sobre su retirada antes de las elecciones de 2025, pero ella insistía en que seguiría. Sturgeon había sido reelegida en las últimas, en 2021, con el 60% del voto.
El partido escogerá ahora a la persona que la sustituirá, pero no hay figura política tan célebre ni que los escoceses sientan tan cercana.
“La relación del país con ella es informal, familiar, nos llevamos bien. ”Casi nunca es ‘Sturgeon’, normalmente es ‘Nicola’“, escribía el periodista Peter Ross en el diario The Scotsman al poco de que Sturgeon fuera nombrada primera ministra mientras políticos y periódicos nacionales la describían como popular y poderosa más allá de Escocia. Pero Ross también subrayaba que la familiaridad en la que se reconocían los escoceses y tal vez los ingleses no se debía a que fuera una mujer corriente: ”Es alguien fuera de la norma, un prodigio, una mujer alfa que, desde la infancia, estaba enfocada en el éxito político“.
En su anuncio este miércoles, ella sugirió que ahora quiere cambiar: “He sido Nicola Sturgeon, la política casi toda mi vida. Pero habiendo llegado a este punto tal vez quiero pasar un poco de tiempo siendo Nicola Sturgeon, la persona. Cuanto más hablo, más convencida estoy de que esto es lo correcto”.