El nuevo centro de gravedad de la geopolítica mundial es el Indopacífico
Aukus pilló al mundo por sorpresa. La alianza entre Australia, Reino Unido y EEUU, sellada el mes pasado, se negoció en el más absoluto de los silencios y a espaldas de la Unión Europea, hasta el punto de que el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, un país especialmente perjudicado por este pacto militar, afirmó que Aukus era “una puñalada trapera”.
De la noche a la mañana, Australia canceló un contrato valorado en 56.000 millones de euros con Francia para la construcción de 12 submarinos convencionales y anunció un nuevo acuerdo con Estados Unidos para hacerse con submarinos con tecnología nuclear. Este ha sido uno de los puntos más llamativos de un acuerdo que tiene como objetivo “defender” los intereses de los tres países anglosajones en el Indopacífico. El director del organismo de control nuclear de Naciones Unidas dice que otros países podrían seguir el ejemplo de Australia, lo que puede plantear graves cuestiones legales y de proliferación.
Consciente de la importancia estratégica de la región, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se ha esforzado por dar un giro hacia Asia que sus dos predecesores nunca llegaron a completar. La región indopacífica alberga los dos países más poblados del mundo, China e India. Si se suman otros países de la región, como Indonesia, alberga a más de la mitad de la población mundial. En estos momentos, representa cerca de la mitad de la producción económica del planeta.
En esta ocasión, los aliados de Washington han sido Reino Unido, con quien ya comparte desde hace décadas secretos de tecnología militar, y Australia, el único de los tres socios que se encuentra en la región y, por tanto, el que vive con más cercanía geográfica el crecimiento del músculo armamentístico del gran gigante chino.
“El centro de gravedad del mundo se está desplazando hacia el Indopacífico, tanto en términos geoeconómicos como geopolíticos”, dijo un día después del anuncio el Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, tras firmar una comunicación conjunta con la Comisión Europea. “El futuro de la UE y el de la región indopacífica están interrelacionados”. La Unión, según Borrell, “es el mayor inversor, el principal proveedor de cooperación al desarrollo y uno de los socios comerciales más importantes de la región”.
Unas semanas más tarde, la UE buscaba limar asperezas con Estados Unidos y acercar posiciones. Hace una semana, tras dos días de reuniones en Washington, Borrell afirmaba en un encuentro con periodistas que tanto la UE como EEUU “están claramente comprometidos en mejorar la relación transatlántica” y que da “por superados los desencuentros de los últimos días”.
Una alianza de muchas
elDiario.es ha consultado con varios expertos en relaciones internacionales y seguridad las implicaciones de este acuerdo. Consideran que, aunque la Unión Europea haya quedado fuera en esa ocasión de un pacto estratégico, Aukus solo es una de las muchas alianzas que se van a alcanzar para intentar contrarrestar la creciente militarización de China.
“Aukus es solo un ejemplo del crecimiento de los acuerdos minilaterales en la región de Asia-Pacífico”, dice Rana Mitter, profesor de Historia y política de la China moderna en la Universidad de Oxford. “Es de esperar que Estados Unidos, actores de la seguridad regional como Australia y Japón, y las potencias europeas con proyección mundial, especialmente Reino Unido y Francia, participen en una serie de pactos”, dice el también autor del libro China's Good War: How World War II is Shaping a New Nationalism [La guerra nueva de China: cómo la Segunda Guerra Mundial está dando forma a un nuevo nacionalismo].
Para el académico, el principal reto para China ahora “es cómo puede crear un cambio en la atmósfera regional, ya que la mayoría de los demás actores de la región han apoyado discretamente la iniciativa Aukus”.
Ramón Pacheco Pardo, profesor de Relaciones Internacionales en el King's College de Londres, especializado en Asia-Pacífico, también sostiene que “Australia, Corea del Sur, Japón y otros países de la región continuarán creando foros y alianzas minilaterales para contener a China”.
“El Indopacífico se ha vuelto clave para la economía de todo el mundo. Se puede decir que se ha vuelto el centro de gravedad de la economía mundial”, dice el experto.
¿Represalias de China?
En opinión de Pacheco Pardo, si el Gobierno de Pekín cambiase su actitud y se mostrase más dispuesto a dialogar con sus vecinos de forma abierta, tal vez la situación podría cambiar. “Pero no parece que esto vaya a suceder a corto o medio plazo, así que los países de la región no tienen razón alguna para cambiar esta política, más teniendo en cuenta que la Administración de Biden se ha mostrado dispuesta a liderar este tipo de alianzas, como se puede ver con Aukus, el Quad o el trilateral incluyendo a Corea del Sur y Japón”.
Sin gesto conciliador a corto plazo, ¿qué cabe esperar de la gran potencia asiática? “Imagino que China continuará 'modernizando y ampliando su programa armamentístico y también continuará desplegando su armada por los océanos Índico y Pacífico. China también intentará mantener e incluso ampliar sus represalias económicas, como ha venido haciendo durante años. E imagino que Xi Jinping también intentará reforzar la diplomacia al más alto nivel con Biden”, dice el académico del King's College.
Patricia O'Brien, profesora adjunta del Programa de Estudios Asiáticos de la Universidad de Georgetown, tampoco descarta las represalias económicas del gigante asiático. “Es probable que China reaccione con alguna estrategia comercial y es de esperar que no se produzcan actos que aumenten las tensiones militares”. Pero para entender el último movimiento de Australia, opina, es necesario analizar cómo se ha deteriorado su relación con China desde el inicio de la pandemia de COVID-19.
En los últimos años, Australia se ha beneficiado económicamente del auge de China, su principal socio comercial, al mismo tiempo que ha mantenido estrechos lazos con EEUU, un aliado histórico. En abril de 2020, en uno de los momentos más críticos del avance de la COVID-19, el Gobierno de Canberra pidió una investigación internacional independiente sobre los orígenes del coronavirus, por considerar que Pekín no estaba actuando con transparencia.
China inició una cadena de represalias económicas y, desde entonces, la tensión entre los dos países no ha hecho más que escalar. “El acuerdo Aukus se ha materializado ahora como consecuencia al drástico deterioro de las relaciones bilaterales entre Australia y China desde 2020”, dice Patricia O'Brien. “Desde entonces, las tensiones militares, agravadas por las actividades de China en el Mar de la China Meridional, Taiwán y también las actividades de China en las naciones del Pacífico vecinas de Australia, han aumentado enormemente la preocupación y han expuesto las vulnerabilidades de Australia”.
La académica explica que estas inquietudes en el Gobierno de Camberra condujeron a conversaciones con Washington y Londres, “que querían aumentar su presencia en el Indopacífico”. Según indica, el interés de EEUU por el Pacífico ha alcanzado “niveles no vistos” desde la Segunda Guerra Mundial, en un contexto de tensiones militares en torno a Taiwán, Hong Kong y el Mar de China Meridional.
El 'gran garrote'
“En los últimos tiempos, Australia había optado por hablar alto y mostrar un bastoncito. Con el acuerdo Aukus, Australia exhibe el 'gran garrote”, dice John Blaxland, profesor de Seguridad internacional en el Centro de Estudios Estratégicos y de Defensa de la Universidad Nacional de Australia, en referencia a la máxima de Theodore Roosevelt –“habla con suavidad, pero muestra un gran garrote”–. Según esa doctrina, una potencia debe estar dispuesta a negociar con sus adversarios, pero siempre evidenciando la posibilidad de una acción militar como modo de presión.
“El vínculo con Estados Unidos y Reino Unido a través de este nuevo acuerdo parece tener como objetivo reforzar la confianza de Australia de que no está sola y que no será abandonada a su suerte. A la inversa, a medida que se acumulan los nubarrones en el Indopacífico, se espera que el aumento de la disuasión refuerce la seguridad y envíe un mensaje, especialmente a Pekín, de que se recurrirá al uso de la fuerza si es necesario”, dice el experto.
Rory Medcalf, director del Colegio de Seguridad Nacional, también de la Universidad Nacional de Australia, piensa que muchos problemas estructurales en el orden internacional “se estaban haciendo cada vez más evidentes”. Para Medcalf, cuyo libro Indo-Pacific Empire [Imperio indopacífico] trata sobre la rivalidad estratégica en la región, la COVID-19 ha acelerado “la desconfianza hacia China y la injerencia de este país en los asuntos mundiales”. Pero cree que Aukus habría ocurrido de todos modos. Más que un detonante, fue un acelerador.
El acuerdo Aukus, dice por correo electrónico, “es sobre todo una respuesta a la creciente preocupación de Australia por la rápida modernización militar de China y la coerción de otros países en la región indopacífica”. “Al Gobierno australiano le preocupa que el entorno estratégico siga deteriorándose durante muchos años, ya que el poder militar y el comportamiento agresivo de China van en aumento”. Es decir, a Camberra no se le escapa un detalle muy importante: sus socios en Aukus tienen intereses comerciales y miliares en la región, pero, si la tensión aumenta, están a miles de kilómetros.
Pacheco Pardo cree que Australia solo podrá apoyarse en una estrategia del 'gran garrote' si mantiene el apoyo de Washington. “Estados Unidos y otras potencias a su nivel, como China hoy en día, se pueden permitir dicha estrategia. Pero Australia es una potencia media, así que su 'gran garrote' en realidad es el de EEUU. Además, no creo que Australia estuviera hablando de manera suave a China. El mensaje de los líderes políticos australianos estaba muy claro desde hacía tiempo. Y no era un mensaje de apaciguamiento”.
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