Los países reunidos en la Asamblea Mundial de la Salud, el mayor órgano de toma de decisiones de la OMS, han adoptado este martes una resolución en la que se pide iniciar lo antes posible “un proceso gradual de evaluación imparcial, independiente y exhaustiva” de la respuesta sanitaria internacional al coronavirus coordinada por la agencia de Naciones Unidas. Esta revisión incluye la actuación de la OMS, pero no se limita a solo a ella, según ha reiterado su director general.
El documento fue presentado por la Unión Europea junto a decenas de países miembros, entre ellos el grupo de Estados de África y otros 40 como China, Rusia o Australia.
Aunque no menciona a China, el texto pide, además, una investigación para identificar el origen animal del virus y cómo saltó a los seres humanos. En concreto, solicita que se continúe trabajando para “identificar la fuente zoonótica del virus y la ruta de introducción a la población humana, incluido el posible papel de los huéspedes intermedios, incluso a través de esfuerzos como misiones de campo científicas y colaborativas”. La OMS ya anunció a principios de mayo que valora enviar una nueva misión de expertos a China para buscar el origen de la COVID-19.
Hasta ahora, Pekín ha visto la mayoría de los llamamientos políticos a una investigación internacional independiente sobre los orígenes de la COVID-19 como un intento de culparlo del estallido de la enfermedad a nivel mundial, algo que también ha generado tensiones con otros países, como Australia. Durante este lunes, el gigante asiático se mostró abierto a una investigación liderada por la OMS, pero una vez la pandemia esté controlada. China ya se mostró favorable hace unos días a una eventual misión del organismo para “concluir el origen del virus en un momento adecuado”.
Este lunes se inauguró el encuentro que, cada año, congrega a cientos de delegados de los países miembros. Muchos han calificado esta asamblea, la 73ª, de “histórica” y “sin precedentes” por las circunstancias en las que se desarrolla, atravesada en fondo y forma por la pandemia del coronavirus, que ha forzado su celebración de manera virtual con una agenda concentrada en dos días.
En la asamblea, los Estados miembros discuten el proyecto de resolución y determinan si les interesa apoyarla. El objetivo es trabajar por consenso y casi todas las resoluciones se adoptan sin votación. Cuando se vota, se decide por mayoría en la asamblea, que consta de 194 miembros. Las resoluciones dirigen a la OMS e instan a los países a que tomen medidas específicas, recopilen más evidencia o presenten informes sobre su puesta en marcha.
Este martes, ninguno de los 194 estados miembros, entre los que está Estados Unidos, ha presentado objeciones al documento. “¿Está preparada la Asamblea de la Salud para aprobar el proyecto de resolución como se propone? Como no veo peticiones de palabra, considero que no hay objeciones y, por lo tanto, se adopta la resolución”, ha dicho Keva Bain, embajadora de Bahamas que ejerce de presidenta de la asamblea.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus ya recogió este lunes el guante de la resolución presentada en la que se pide iniciar, en el momento adecuado y lo más pronto posible “un proceso gradual de evaluación imparcial, independiente y exhaustiva para examinar la experiencia adquirida y las enseñanzas extraídas de la respuesta sanitaria internacional coordinada por la OMS” a la COVID-19.
El jefe del organismo aseguró que acogía “con beneplácito” la propuesta y afirmó que iniciará “una evaluación independiente lo antes posible para revisar la experiencia adquirida y las lecciones aprendidas” y con el objetivo de “hacer recomendaciones para mejorar la preparación y respuesta” ante una pandemia. El texto se ha aprobado en un momento en el que el papel de la OMS ha sido muy cuestionado por Estados Unidos. Pero la agencia ha salido fortalecida en la asamblea, en la que se han sucedido las muestras de apoyo de los Estados a su liderazgo.
No es la primera vez que el organismo, que ya efectúa revisiones periódicas de su gestión de epidemias, muestra su intención de evaluar su respuesta a la pandemia de COVID-19. Ya lo hizo el pasado abril, cuando el presidente de EEUU, Donald Trump, anunció que iba a suspender temporalmente la contribución de su Gobierno a la agencia de Naciones Unidas entre duras acusaciones. No obstante, el director general de la OMS ha dejado claro que la revisión debe abarcar debe abarcar “a totalidad de la respuesta brindada por todos los actores y realizarse de buena fe”. “Cada país y cada organización deben examinar su respuesta y aprender de su experiencia” para garantizar que “esto nunca vuelva a suceder”, indicó.
Durante su intervención, el presidente chino, Xi Jinping, defendió ante la asamblea anual su gestión de la epidemia, detectada por primera vez en la ciudad china de Wuhan, asegurando que su país ha “actuado con apertura, transparencia y responsabilidad”. Dijo también que apoya la idea de una “evaluación exhaustiva de la respuesta mundial a la COVID-19 para resumir la experiencia y subsanar las deficiencias”. Pero tal revisión, declaró, “debería basarse en la ciencia y ser profesional, dirigida por la OMS y realizada de manera objetiva e imparcial”. No obstante, también ha indicado que tal examen debe efectuarse una vez el virus esté bajo control. Asimismo, ha dicho que “es necesario seguir apoyando la investigación mundial de los científicos sobre el origen y las vías de transmisión del virus”.
Los otros puntos de la resolución
A pesar de las tensiones políticas que han rodeado a la asamblea, con Donald Trump redoblando sus amenazas y acusaciones contra la organización internacional, la resolución aprobada expresa “su más alto reconocimiento y apoyo a la dedicación, los esfuerzos y los sacrificios” de los profesionales sanitarios y otros trabajadores de primera línea, “así como de la secretaría de la OMS, en la respuesta” a la pandemia de COVID-19.
Entre otros puntos, el documento reconoce la necesidad de todos los países de tener un acceso oportuno y sin impedimentos a diagnósticos, tratamientos y vacunas accesibles, de calidad y eficaces. Pide el “acceso universal, oportuno y equitativo y la distribución justa de todas las tecnologías y productos sanitarios esenciales de calidad, seguros, eficaces y asequibles, incluidos sus componentes y precursores, necesarios para la respuesta a la pandemia de COVID-19 como prioridad mundial”.
Asimismo, reconoce el papel de la “inmunización extensa” contra la COVID-19 como “un bien público mundial para la salud en la prevención, la contención y la detención de la transmisión a fin de poner fin a la pandemia”, una vez, dice el documento, “que se disponga de vacunas seguras, de calidad, eficaces, efectivas, accesibles y asequibles”.
También toca otros temas, como la lucha contra la desinformación sobre el virus, y pide a los Estados miembros que proporcionen a la población información fiable y completa sobre la COVID-19 y “adoptar medidas para contrarrestar la información errónea y la desinformación, así como las actividades cibernéticas malintencionadas”.