Coronavirus

El Parlamento británico describe la gestión de Boris Johnson al inicio de la pandemia como “el mayor fracaso de salud pública”

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —
12 de octubre de 2021 11:59 h

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Demoledor informe del Parlamento británico sobre la gestión de las primeras semanas de pandemia por parte del Gobierno de Boris Johnson. Según el documento, de 150 páginas, la incapacidad del Reino Unido para hacer más por frenar la propagación de la COVID-19 al principio de la pandemia fue uno de los peores fracasos de salud pública de la historia. Las políticas del Gobierno en aquellos meses, de acuerdo con sus científicos, consistió en buscar la inmunidad de grupo, lo que, según el informe “llevó a un retraso en la introducción del primer confinamiento, lo que costó vidas”.

El informe Coronavirus: lecciones aprendidas, elaborado por las comisiones parlamentarias de Sanidad y de Ciencia, eso sí, reconoce el éxito del plan de vacunación, “una de las iniciativas más eficaces en la historia del Reino Unido”. El estudio ha recibido críticas también por no haber recogido testimonios de familiares de personas fallecidas.

Para los parlamentarios, la pandemia, que se ha cobrado más de 150.000 vidas en el Reino Unido y casi cinco millones en todo el mundo, ha supuesto “mayor desafío en tiempos de paz” en un siglo.“Era imposible hacerlo todo bien”, sostienen los parlamentarios conservadores Jeremy Hunt y Greg Clark, que presiden las comisiones: “El Reino Unido ha combinado algunos grandes logros con algunos grandes errores. Es vital aprender de ambos”.

Cuando comenzó la pandemia, el Gobierno británico apostó por gestionar su propagación a través de la población en lugar de intentar detenerla, como si fuera, según el informe, una pandemia de gripe, siguiendo el asesoramiento de sus asesores científicos del Grupo Asesor Científico para Emergencias (SAGE).

Pero, según el estudio, la aproximación no fue suficientemente puesta en cuestión por el gabinete, lo que evidenciaba que Reino Unido no fue receptivo a estrategias que se estaban tomando en otros lugares, como Asia, donde los países impusieron estrictos controles fronterizos en cuanto la COVID comenzó a circular.

En conclusión: se hizo muy poco en las primeras semanas para detener la propagación del coronavirus, a pesar de la evidencia de China y luego de Italia de que se trataba de un virus altamente infeccioso, que causaba una enfermedad grave y para el que no había cura: “El velo de ignorancia a través del cual Reino Unido vio las primeras semanas de la pandemia fue en parte autoinfligido”.

Jeremy Hunt, presidente del Comité de Salud y Atención Social, ha dicho a la BBC que hubo un “fatalismo de que era probable que al final esa sea la única forma de detener el avance del virus. Creo que queríamos hacer todo lo posible, pero una vez que llegamos a la conclusión de que había transmisión comunitaria, eso iba a ser muy difícil”.

Los parlamentarios afirman que las decisiones sobre confinamientos y distanciamiento social durante las primeras semanas de la pandemia han sido “uno de los fracasos de salud pública más importantes que el Reino Unido haya experimentado”.

El consejo de los científicos cambió el 16 de marzo de 2020, pero el primer confinamiento se anunció una semana después. “Este enfoque lento y gradualista no fue inadvertido, ni reflejó demoras burocráticas o desacuerdos entre los ministros y sus asesores”, dice el informe: “Fue una política deliberada, propuesta por asesores científicos oficiales y adoptada por los gobiernos de todas las naciones del Reino Unido. Ahora está claro que fue la política equivocada, y que condujo a un número inicial de muertes más alto que el que habría resultado de decisiones más contundentes. En una pandemia que se propaga rápida y exponencialmente, cada semana contaba”.

En este sentido, se menciona un partido con 50.000 espectadores entre el Liverpool y el Atlético de Madrid el 11 de marzo de 2020, el día en que la OMS dio la alerta de pandemia; así como los 250.000 reunidos en el Festival Hípico de Cheltenham entre el 10 y el 13 de marzo.

Cuando se le preguntó quién era responsable de los errores cometidos, Greg Clark, presidente de la comisión de Ciencia del Parlamento británico, dijo a la BBC: “Hicimos algunas cosas bien y algunas cosas mal, y es esencial que no dejemos pasar eso sin tratar de sacar las lecciones y afrontar algunas verdades difíciles”.

El mayor elogio del informe se destina al programa de vacunación y la forma en que el Gobierno británico apoyó el desarrollo de vacunas, incluida la vacuna Oxford-AstraZeneca.

Los parlamentarios también han señalado que la pandemia había exacerbado las desigualdades sociales, económicas y de salud existentes. Así, el informe destaca las tasas de mortalidad “inaceptablemente altas” en los grupos étnicos minoritarios y entre las personas con problemas de aprendizaje y autismo.

Para las minorías étnicas, se señala una mayor exposición debido a las condiciones de vivienda y trabajo, y se apunta que hubo una falta de prioridad asignada a los hogares de ancianos al comienzo de la pandemia.