¿Cómo se puede conseguir que todos los vehículos, con o sin motor, de una calle urbana céntrica disminuyan la velocidad antes de pasar por un paso de peatones? La solución en la mayoría de calles del mundo pasa por la instalación de señales de tráfico, señales luminosas o badenes, pero en el centro de Aarhus, la segunda ciudad más grande de Dinamarca, las autoridades locales están haciendo pruebas con los efectos visuales en tres dimensiones para mejorar la convivencia entre peatones y bicicletas.
El engaño visual para hacer los pasos de cebra flotantes (y la vida más segura a las personas que cruzan la calle en Aarhus) se consigue con la instalación de cuatro franjas de un material plástico que, una vez incorporadas en el asfalto, provocan un efecto óptico en tres dimensiones.
El objetivo es sorprender a los 5.000 ciclistas que cada día circulan desde sus casas al trabajo por la calle Mejlgade, situada en el centro de la ciudad donde se instaló el primer paso de cebra en 3D en septiembre. Más allá de las bicicletas, por la calle también transitan algunos coches en una sola dirección, con un límite de velocidad que no puede superar los 30 kilómetros por hora.
“El efecto en tres dimensiones se produce por las sombras, de manera que cuando una bicicleta o vehículo se acerca, percibe un obstáculo físico delante y por lo tanto tiene que reducir la velocidad”, explica la ingeniera Rikke Smed, responsable del proyecto. “Para que el efecto visual también funcione de noche se ha instalado bajo las farolas de la calle, y en el diseño hemos tenido en cuenta que no sea resbaladizo cuando el pavimento esté mojado o helado”, dice.
Las primeras fotografías tomadas del nuevo paso de cebra han llamado mucho la atención de los medios de comunicación y en las redes sociales por el efecto provocado de los peatones “flotando” al cruzar la calle. Más allá del interés por la novedad, la ingeniera espera “que el truco sea eficaz para pacificar el tránsito de personas y bicicletas en la zona”.
Convivencia complicada
“No hace falta andar mucho rato por Aarhus para darse cuenta de que los peatones tienen que esperar demasiado tiempo para cruzar una calle que no tenga semáforo”, decía el concejal municipal de Tecnología y Medio Ambiente Bünyamin Simsek en la presentación del proyecto. “Varios ciclistas simplemente no se paran si ven a alguien esperando para cruzar, pero queremos que sea más seguro andar por Aarhus”, añadió.
Según el Gobierno municipal, el experimento de regulación vial se instalará este otoño en dos localizaciones más del centro histórico de la ciudad, formado por antiguas calles estrechas con muchos bares, comercios y muy poco espacio para las aceras de peatones.
Para evaluar la efectividad de la medida, se han instalado unas cámaras que graban la reacción de ciclistas, coches y viandantes. Una vez se tengan las conclusiones, se prevé que en 2024 se amplíe el modelo en más puntos conflictivos.
Pero Aarhus no es la primera ciudad del país en poner en marcha esta solución urbana, ya que en 2019 se hizo el mismo experimento en Helsingør y otras ciudades como Roskilde también se han mostrado interesadas en el proyecto.
“A pesar de tener una larga tradición y cultura de circular en bicicleta, en Dinamarca también tenemos problemas de convivencia entre ciclistas y peatones”, explica Søren Westergaard, miembro de la Federación danesa de peatones y de la Federación danesa de ciclistas. En las ciudades danesas se han diseñado las llamadas “autopistas de bicicletas”, unos carriles bici especiales, a menudo más anchos que las aceras, donde caben tres o cuatro bicicletas circulando una al lado de la otra y donde los ciclistas pueden cruzar de manera rápida la ciudad sin que tengan que pararse demasiadas veces. “El problema es que fuera de estas vías rápidas muchos ciclistas piensan que aún tienen la prioridad en la calle”, dice Westergaard.
“De momento, los vecinos de la calle Mejlgade ven con buenos ojos la medida”, explica la ingeniera Rikke Smed, “pero también hemos recibido las quejas de ciclistas que piensan que, si se les obliga a reducir la velocidad, los trayectos en bicicleta se hacen demasiado largos”.
Aun así, Søren Westergaard no solo culpa a los ciclistas de los problemas de convivencia. “Hemos detectado a muchos viandantes que están acostumbrados a las zonas peatonales del centro de Aarhus y cuando andan por una calle donde hay circulación se olvidan de las bicicletas, y esto es peligroso”, apunta.
Más bicicletas que coches
En la mayoría de los centros urbanos de las ciudades y pueblos de Dinamarca los coches han sido apartados para dar espacio a peatones y ciclistas, e incluso se han construido puentes donde solo las bicicletas tienen permitida la circulación. En total, el país cuenta con más de 7.000 kilómetros de carriles bici segregados de las aceras y vías de automóviles. Solamente en las cuatro principales ciudades del país ya suman más de 1.300 kilómetros de vías especiales para los ciclistas.
En la capital, Copenhague, la mitad de los trayectos diarios para ir al trabajo o a los estudios se realizan en bicicleta, y la mitad de los niños de 11 a 15 años pedalea cada mañana para ir a la escuela. Para tener una perspectiva de la proporción entre coches y bicicletas en las calles de Dinamarca, hay que considerar que cuatro de cada 10 daneses es propietario de un coche, mientras que nueve de cada 10 tienen una bicicleta.
“Las bicicletas están por todas partes, son una parte central de las políticas de transporte a nivel local y nacional”, dice Søren Westergaard, que señala que más allá de la construcción de carriles bici, desde hace décadas la formación vial para ir en bicicleta se enseña en una asignatura en las escuelas.
Westergaard explica que en los últimos años hay consultoras en urbanismo y circulación vial, como la danesa Cowi Norge, que están desarrollando proyectos para invertir el diseño de las calles en las ciudades y dar toda la prioridad a los peatones en vez de los coches, unas soluciones que ya se están poniendo en práctica en Oslo, en Noruega. “Tengo curiosidad por saber qué soluciones aplicaremos en el futuro en nuestras ciudades, pero lo que es evidente es que bicicletas y peatones tendremos que convivir para siempre”, dice Westergaard.