La líder del partido ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, inició este domingo su carrera a la presidencia de Francia convencida de que podrá repetir los éxitos electorales de Donald Trump en Estados Unidos y de los británicos que votaron por el Brexit.
Ante las 3.000 personas que abarrotaron el Anfiteatro del Centro de Congresos de Lyon (Francia), Le Pen se presentó como “la candidata del pueblo” y afirmó que “lo imposible es posible”, en referencia también a su símbolo de campaña, una rosa azul.
La dirigente del FN basó gran parte de su discurso de clausura de la convención presidencial, que este fin de semana ha celebrado su agrupación en Lyon, en arremeter contra la globalización económica y el fundamentalismo islamista: “Dos totalitarismos que amenazan Francia”.
La Unión Europea (UE) fue objetivo de sus críticas más virulentas por ser, a su juicio, “un fracaso que no ha podido cumplir con ninguna de sus promesas”. De ahí que uno de los 144 compromisos que presentó en el congreso sea la organización de un referendo en los seis primeros meses de su mandato para abandonar “el tiránico sistema europeísta”.
“Otros pueblos nos han mostrado el camino, como los británicos que han elegido la libertad con el 'brexit'”, manifestó la ultraderechista, que va en cabeza en los sondeos sobre intención de voto en las elecciones presidenciales de abril y mayo próximos. Le Pen también hizo referencia a “los austríacos por eliminar en la primera vuelta de las presidenciales a los partidos tradicionales y a los italianos por rechazar la reforma de la Constitución” del entonces primer ministro italiano, Matteo Renzi.
“Estas naciones han mostrado que el despertar de los pueblos contra las oligarquías puede realizarse”, exclamó, además de rendir homenaje a Trump por “cumplir con sus promesas electorales” después de su victoria contra todo pronóstico en las recientes elecciones presidenciales estadounidenses.
“Que se hubieran quedado en sus casas”
Pero fue con los asuntos de seguridad e inmigración con los que consiguió que su entregado público la ovacionara levantándose de los asientos. “Un extranjero clandestino nunca podrá ser regularizado y, por lo tanto, nunca naturalizado”, aseguró la ultraderechista, que en su programa aboga por limitar a 10.000 personas el saldo migratorio entre entradas y salidas en el país.
“Los que vengan a Francia es para que vivan en nuestro país, no para que impongan sus costumbres y, si no les gusta, que se hubieran quedado en sus casas”, dijo en referencia indirecta a los problemas de integración de la comunidad musulmana en el país, ante lo que el público gritó “Esta es nuestra casa”.
En su programa electoral –agrupado en siete grandes temas bajo los apartados de una Francia “libre”, “segura”, “próspera”, “justa”, “orgullosa”, “potente” y “sostenible”– también figura la intención de inscribir en la Constitución la prioridad nacional en el acceso al empleo y la vivienda. Propone asimismo un impuesto a la contratación de trabajadores extranjeros para “garantizar la prioridad nacional de los franceses en el empleo”.
El texto, detallado en 24 páginas disponibles desde el sábado en su página web, modera los puntos más polémicos del tradicional ideario del partido de extrema derecha con respecto a las pasadas elecciones presidenciales.
Su intención de salir del euro pasa a ser un “restablecimiento de la moneda nacional”, sin mencionar la divisa comunitaria, además de abandonar la idea de recuperar la condena a muerte para sustituirla por una “cadena perpetua real”, aunque el regreso a la pena capital pueda ser sometido a referendo. Un discurso y un programa con el que Le Pen busca suavizar su imagen, ante su segundo asalto a la presidencia francesa.
En 2012, no logró pasar a la segunda ronda al finalizar como la tercera más votada (18,5%), por detrás del socialista François Hollande (28,8%) y el conservador Nicolas Sarkozy (26,1%).
La líder del FN tratará de emular a su padre, Jean-Marie Le Pen, quien en 2002 provocó un terremoto político al acceder a la segunda vuelta junto al conservador Jacques Chirac, tras superar al candidato socialista Lionel Jospin.
No obstante, todos los sondeos la dan como perdedora en una hipotética segunda vuelta ante cualquier de los demás candidatos, pues se considera que todos los partidos en bloque apoyarían a su rival creando un “frente republicano” para evitar su victoria.