Los periodistas de AP que retrataron la masacre de la maternidad de Mariúpol denuncian que fueron perseguidos por las tropas rusas

Mstyslav Chernov y Evgeniy Maloletka han denunciado que sus nombres estaban en una lista y que las tropas rusas les persiguieron en Mariúpol mientras hacían su trabajo. Así lo ha relatado este lunes Mstyslav Chernov, fotoperiodista de Associated Press, en un artículo que también incluye fotografías sobre sus días cubriendo la guerra en la ciudad portuaria.

Según explica Chernov, ellos fueron los últimos periodistas internacionales que quedaban en el enclave estratégico. Con su trabajo, han contado al mundo ataques, heridos, muertes y entierros en fosas. Todavía hoy siguen recibiendo mensajes de personas que preguntan por los familiares a los que fotografiaron en la ciudad asediada de Mariúpol que, tras cuatro semanas de ataques, Ucrania se niega a dar por vencida. Les escriben en un tono desesperado, como si los conocieran y no fueran personas extrañas, como si pudieran ayudarles.

“Los rusos nos estaban persiguiendo. Tenían una lista de nombres, incluido el nuestro, y se estaban acercando. Llevábamos más de dos semanas documentando el asedio de la ciudad ucraniana por parte de las tropas rusas y éramos los únicos periodistas internacionales que quedaban en la ciudad”, escribe Chernov al comienzo de su artículo.

Durante tres semanas, tanto él como Evgeniy Maloletka han documentado y mostrado al mundo la destrucción de Mariúpol, ciudad portuaria en el Mar de Azov. Hoy el lugar está bloqueado por los cortes eléctricos, de agua, de suministros y de comunicaciones, y Rusia espera su rendición. Colegios, hospitales y viviendas han sido bombardeados.

Chernov y Maloletka han sido testigos primero de la destrucción del enclave estratégico, y más tarde de los ataques contra civiles como el del hospital de maternidad. La foto de Maloletka del 9 de marzo en la que puede verse a varios médicos cargando a una mujer embarazada llena de sangre dio la vuelta al mundo. Tanto la madre como el bebé que esperaba murieron poco después en otro hospital del país.

Según explica Chernov, fue muy complicado hacer las fotos y poderlas mandar por la falta de electricidad y por los problemas para conectarse a internet. En su artículo en primera persona de este lunes, también explica cómo la gente le pedía que les hicieran fotografías para que el mundo supiera lo que estaba pasando y para que sus familiares supieran que estaban vivos. Los ucranianos eran conscientes de que si los periodistas no documentaban ese horror, el mundo no tendría modo de conocer lo que allí lleva ocurriendo desde finales de febrero.

La vicepresidenta y directora de Associated Press, Julie Pace, dice en una entrevista para un artículo del Washington Post que ambos fotógrafos “han estado sujetos a las mismas condiciones que cualquier otra persona que haya estado en Mariúpol”. “Cuando consideras lo difícil que ha sido obtener esa información, realmente me enorgullece mucho su compromiso de hacer que las personas sepan lo que está sucediendo en ese lugar”, dice.

Aparte del trabajo de Chernov y Maloletka, incide el Post, las pocas imágenes que han llegado al mundo exterior provienen en su mayoría del fotógrafo de Reuters Alexander Ermochenko.

En un artículo conjunto publicado la semana pasada, Chernov y Maloletka describieron el peligro al que se enfrentaron, y cómo fue la llegada y el posicionamiento de los tanques rusos cerca del hospital de Mariúpol.

“Los cuerpos de los niños yacen aquí, arrojados en esta estrecha zanja excavada a toda prisa en la tierra helada de Mariúpol, siguiendo el ritmo constante de los bombardeos. Están Kirill, de 18 meses, cuya herida de metralla en la cabeza fue demasiado para su pequeño cuerpo. Está Iliya, de 16 años, a quien una explosión le reventó las piernas durante un partido de fútbol en el campo de un colegio. Está la niña de no más de seis años que llevaba un pijama con unicornios de dibujos animados, entre los primeros niños de Mariúpol que murieron por un proyectil ruso”, dice el artículo.

La cobertura de ambos periodistas en el hospital de maternidad de Mariúpol ha marcado un antes y un después en el transcurso de la guerra, y Rusia intentó desacreditarlos. La embajada rusa en Londres, recuerda el Post, publicó tuits en los que afirmaba que las fotos de Maloletka en el hospital eran falsas. Twitter borró los tuits más tarde.

“Éramos los últimos periodistas en Mariúpol. Ahora no hay ninguno”, escribe Chernov. También lamenta no haber podido cubrir los últimos ataques, como el de la escuela de arte de este fin de semana.

El destino de Mariúpol es incierto. Rusia ha pedido a Ucrania que entregue la ciudad, pero Kiev ha rechazado el ultimátum. Tanto su presidente, Volodímir Zelenski, como la Unión Europea han calificado los ataques de Mariúpol de “crímenes de guerra”. Un total de 433 edificios han sido bombardeados en la ciudad, según la ONU. La situación en la ciudad portuaria es desesperada puesto que se calcula que unas 400.000 personas han estado atrapadas más de dos semanas en medio de intensos bombardeos. 

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