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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Portugal, al límite en el peor momento de toda la pandemia: “Nunca habíamos visto esto antes”

Hospitales al borde del colapso, confinamiento y una curva que no para de crecer a golpe de nuevos récords. Portugal vive los momentos más duros desde el comienzo de la pandemia. Esta semana, ha superado por primera vez los 300 fallecidos en un solo día a causa del virus y el Gobierno ha reconocido que la situación es crítica. Ninguna restricción se va a flexibilizar: continúan el deber de permanecer en casa y el cierre de tiendas no esenciales, restaurantes y colegios. En un intento de frenar el repunte descontrolado, las autoridades lusas han renovado el estado de emergencia durante otros 15 días y recurrirán a partir de este domingo a controles fronterizos y limitación de la movilidad.

La luz al final del túnel sigue sin vislumbrarse y las autoridades admiten que lo peor aún durará semanas. “Estamos viviendo el momento más difícil de la pandemia. Debemos prepararnos para una duración del confinamiento más larga de lo esperado”, dijo este jueves el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que fue reelegido el pasado domingo. Comenzó su discurso con los datos: Portugal, un país de apenas diez millones de habitantes que capeó relativamente bien la primera ola en primavera y ganó fama internacional por su respuesta, tiene ahora “los números más elevados” de Europa.

Portugal ha notificado más casos por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas que ningún otro país de la Unión Europea, 1.429, seguido de España (1.026) y República Checa (981), según el informe más reciente del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades. También encabeza la lista en número de muertes por cada millón de personas en 14 días, con 247, por encima de Eslovenia y República Checa. Según el análisis de elDiario.es, basado en los datos de la Universidad Johns Hopkins, Portugal es actualmente el país del mundo con mayor incidencia acumulada, seguido de Andorra, Israel y España.

La curva de nuevos contagios diarios, lejos de mejorar, sigue disparada, en niveles nunca vistos desde el inicio de la pandemia. En primavera, el volumen de casos nuevos nunca superó los 2.000 en 24 horas. Este jueves, esa cifra fue 16.432, aunque hay que tener en cuenta que en todos estos meses Portugal, como el resto de países, ha mejorado su capacidad para hacer pruebas y detectar el virus. Las zonas más afectadas son la región de Lisboa y Valle del Tajo, donde se sitúa la capital, y la región Norte, donde está Oporto. El número de nuevos fallecimientos de pacientes de COVID-19 es, igualmente, mucho mayor que en ningún otro momento de la crisis sanitaria.

Los hospitales se asoman al abismo

La explosión de las infecciones ha llevado a los hospitales portugueses a un límite también inédito, ya que en primavera no soportaron la presión vivida en otros países del entorno como España o Italia. Durante los primeros momentos de la pandemia, la cifra más alta de hospitalizados rondó los 1.300. Ahora hay más de 6.500 personas ingresadas, de las cuales 782 están en cuidados intensivos. En algunos hospitales, las UCI están por encima del 80% de ocupación, según han informado los medios locales.

“Estamos cerca del colapso del sistema sanitario. El gran problema son las camas de UCI, que se están llenando a pesar de que el Gobierno duplicó con creces el número de este tipo de camas desde diciembre de 2019. Esto es algo que nunca habíamos visto antes. Esto no se parece en nada a la primera ola. La situación es ahora mucho peor. El número de casos, el número de muertes, incluso en mis peores proyecciones, nunca pensé que esto podría suceder”, dice a elDiario.es João Júlio Cerqueira, médico de familia y creador del Proyecto de Medicina Basada en la Evidencia (SCIMED). “Pero lo peor es la ocupación de las UCI. El sistema no puede soportar tanta gente en las unidades de cuidados intensivos”.

Se han desplegado hospitales de campaña en diferentes ciudades para aliviar la carga, mientras la prensa portuguesa difunde imágenes de filas de ambulancias en la puerta de centros hospitalarios esperando para que los enfermos que transportan sean atendidos, como ha ocurrido en los últimos días en el Hospital Santa María de Lisboa, donde se calcula que la cola la forman una treintena de ambulancias. Según los medios locales, el hospital está recibiendo pacientes de otros centros de la capital y alrededores que tuvieron que cerrar sus servicios de emergencia por falta de capacidad. El hospital ha dicho que la gran mayoría de los pacientes que van en las ambulancias no son urgencias y pide a la población a utilizarlas solo en los casos más graves.

Ante esta situación, las autoridades sanitarias han solicitado que equipos de emergencias y protección civil realicen un examen previo a los pacientes, en la propia ambulancia, para que los menos graves sean derivados a diferentes centros de salud de la capital, según recoge EFE. Las autoridades no ocultan su preocupación por la situación del sistema sanitario. La ministra de Sanidad, Marta Temido, ha pedido a los hospitales de la capital que habiliten todas las camas de las que dispongan, sin perturbar las áreas imprescindibles.

El Ejecutivo también ha reconocido que sopesa pedir ayuda internacional si las cosas empeoran, por ejemplo, recibir sanitarios extranjeros o enviar a sus propios pacientes a otros países. Por ejemplo, han trascendido en la prensa contactos con el Gobierno alemán para un posible apoyo en la actual crisis.

“Creo que, desgraciadamente, vamos a necesitar ayuda extranjera. Las camas UCI, los recursos sanitarios... incluso el suministro de oxígeno está llegando al límite”, lamenta Cerqueira. “Israel va a ser el 'laboratorio' mundial de la vacuna. Nosotros vamos a ser el ejemplo de cómo este virus puede destruir completamente un sistema sanitario”.

La mayor complicación se centra en la falta de mano de obra, ya que el país necesita más trabajadores sanitarios. El Gobierno decidió este jueves permitir la contratación “excepcional” de personal médico y de enfermería formados en el extranjero, hasta el límite de un año y siempre que cumplan una serie de requisitos. Se estima que se pueden contratar 160 médicos bajo este régimen temporal. El sistema de salud también podrá contratar de manera “excepcional” a sanitarios jubilados para responder a la creciente saturación de los hospitales portugueses.

¿Qué ha pasado para llegar hasta aquí?

En general, las voces expertas atribuyen buena parte del problema a la falta de planificación y a unas fiestas navideñas con reglas relajadas. Tras semanas con restricciones, durante la Nochebuena y la Navidad hubo un alivio de medidas para permitir desplazamientos y reuniones familiares y se retrasaron los toques de queda (aunque las normas se endurecieron en Fin de Año). El país se adentró en el periodo festivo con una curva que no había terminado de descender y que se vuelve a disparar a finales de diciembre. La Navidad es, para los expertos, el momento en el que todo empezó a descarrilar y no se previó la magnitud de lo que traería la falta de medidas duras.

En una entrevista en televisión esta semana, el primer ministro António Costa ha admitido errores en la gestión de la pandemia, en particular, en las reglas para el período navideño. Lo ha justificado con el desconocimiento, por parte de las autoridades, de la variante más transmisible detectada por primera vez en Reino Unido, de la que Portugal localizó los primeros casos a finales de diciembre.

“Aquí hubo una confluencia entre la aparición de la variante inglesa y las reglas de Navidad. Cuando se establecieron las reglas para Navidad, todavía estábamos en números muy altos, en un llamado altiplano...Todos teníamos la idea de que después de las Navidades tendríamos un crecimiento de nuevos casos, por eso endurecimos las normas para Año Nuevo. Si hubiéramos tenido antes conocimiento de la variante inglesa, seguramente las reglas de Navidad habrían sido diferentes”.

Las autoridades dicen que la explosión de la pandemia se debe parcialmente a la variante detectada en Inglaterra, que se estima que tiene en estos momentos una prevalencia del 30% en el país. Este jueves, la ministra de Sanidad informó de que en la región del Área Metropolitana de Lisboa esta variante puede representar casi el 50% de los casos confirmados, aunque estos datos aún tienen limitaciones.

La prevalencia de la variante, no obstante, empezó a alcanzar el 20% a mediados de mes, cuando los contagios ya estaban disparados, por lo que expertos creen que sin ella el número de casos también sería elevado. Es decir, la nueva variante, que también está presente en otros países, no lo explica todo. “La contribución de la variante británica ha sido reducida. El problema ha sido el levantamiento de las restricciones en Navidad. Además, los portugueses tienen a mucha gente en el extranjero que llegó a Portugal en esta época del año. No había un plan para hacer test a esta población de migrantes, muchos de los cuales llegaban desde las fronteras terrestres. Fue la tormenta perfecta”, dice Cerqueira. 

El cansancio de la población

Los expertos consideran que se podrían haber adoptado medidas más fuertes y que el país no aprovechó su éxito en el primer pico de la pandemia para fortalecer su respuesta. Desde el 15 de enero, la población debe cumplir con el llamado “deber cívico de recogimiento”, es decir, no salir de casa salvo lo básico (incluyendo el ejercicio físico). El país seguirá confinado al menos una quincena más. Sin embargo, si bien los portugueses fueron elogiados en la primera ola por su prudencia, el respeto a las normas en la actualidad no es tan alta. El primer ministro ha admitido errores “en la transmisión del mensaje” que han podido provocar esta falta de cumplimiento.

Cerqueira, que visita a pacientes de COVID-19 en sus casas, explica que la gente “se está cansando”. “Lo cual es comprensible, pero es el peor momento para ello. El cumplimiento del confinamiento es menor que en el primero. El Gobierno está tratando de hacer equilibrios entre la economía, la educación de los niños y las restricciones para controlar la propagación del virus. Pero, por desgracia, creo que ahora eso es imposible”, dice el médico.

Para el Gobierno, desde que comenzó el curso escolar, cerrar los colegios era una línea roja y su prioridad era mantener la educación presencial. Sin embargo, tras un primer intento de mantenerlos abiertos, seis días después el primer ministro anunció la suspensión de las clases, sin lecciones a distancia. El Ejecutivo decretó una suerte de vacaciones forzosas y descartó las clases por Internet porque entiende que incrementan las desigualdades entre los estudiantes con más y menos recursos. Este jueves, anunció que, dado el avance de la pandemia, no es posible volver por el momento a la enseñanza presencial. A partir del 8 de febrero se retomarán las clases online.

Este jueves, el Gobierno portugués también anunció que limitará cualquier salida del territorio luso de sus ciudadanos nacionales y que va a reintroducir controles en la frontera terrestre con España, aunque, en una serie de declaraciones confusas, la ministra de Presidencia subrayó que “las fronteras no están cerradas”. Casi a la vez, la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, dijo que España y Portugal están ultimando los detalles de una nueva “restricción de movilidad temporal” con mecanismos “que permitan seguir con el día a día de nuestros ciudadanos transfronterizos y evitando los desplazamientos que no sean esenciales”. Según afirmó, se prevé que se establezcan pasos que permitan seguir manteniendo un flujo para personas no incluidas de las medidas, como ya ocurrió en la primera ola de la pandemia.

La vacunación, lenta como en otros países

El proceso de vacunación contra el coronavirus está en marcha desde finales de diciembre con una primera fase que incluyó a trabajadores sanitarios en primera línea y usuarios y empleados de residencias. Hasta ahora, Portugal ha administrado 296.004 dosis, lo que corresponde a 2,90 dosis por cada 100.000 habitantes, según los datos de la web especializada Our World in data analizados por elDiario.es. Son menos que en Reino Unido, Dinamarca o Irlanda, pero más que en España, Italia o Alemania.

“Como en la mayoría de los países europeos, el despliegue de la vacuna es mucho más lento de lo que debería. En este caso, el problema parece estar en el suministro de vacunas y no en la organización del despliegue de vacunas en el país”, dice Cerqueira.

Por su parte, Costa señaló este jueves que, aunque “el país está angustiado” por la situación, “es importante saber al mismo tiempo que también hay una puerta abierta a la esperanza y que no es una esperanza lejana. Es algo que está llegando a buen puerto. Una parte importante de nuestros profesionales sanitarios ya está completamente vacunado, una parte importante de nuestros ancianos en residencias ya ha recibido su primera vacuna”. Según los datos que proporcionó, de las 193.000 personas que hay en las residencias de mayores, 168.000 han recibido la primera dosis. La previsión del Gobierno es que en los próximos días concluya la vacunación de todas las residencias.

La ministra de Sanidad ha anunciado que la próxima semana empezarán a vacunarse otros grupos como mayores de 50 con patologías de riesgo, mayores de 80 y trabajadores de servicios esenciales como fuerzas de seguridad y bomberos. La decisión ha indignado a las organizaciones médicas portuguesas, que critican que la vacunación de los sanitarios aún no se ha completado.

Pero la novedades del plan de vacunación que más polémica ha desatado es la inclusión de los “titulares de órganos de soberanía” (políticos y altos cargos) entre los grupos prioritarios, Tendrá prioridad por ejemplo respecto al personal docente.