¿Es posible un referéndum en Escocia 'a la catalana'?
Cinco meses después de haber cerrado el capítulo del Brexit, Reino Unido se adentra de nuevo en una crisis existencial, esta vez con Escocia como protagonista. La mayoría independentista obtenida el jueves en las elecciones al Parlamento de Edimburgo ha dado un nuevo impulso a las demandas de la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, de convocar un segundo referéndum de independencia no más allá de 2023. Su hoja de ruta pasa por pactar una consulta con Londres como la celebrada en 2014, pero la oposición del Gobierno británico a repetir otra votación tan pronto sitúa a Sturgeon en una posición incómoda.
“Un referéndum en el actual contexto sería irresponsable y temerario”, aseguraba el primer ministro británico, Boris Johnson, hace pocos días en una entrevista para el diario The Telegraph. Antes de que apareciese la COVID-19, su postura no era muy distinta. El argumento central de los unionistas siempre ha sido que la votación de 2014, en la que los escoceses defensores de permanecer en Reino Unido ganaron con un 55% de los votos, debería haber cerrado el debate de la independencia “durante una generación”. Esta premisa fue inicialmente aceptada por los nacionalistas escoceses, pero el Brexit hizo saltar este consenso por los aires.
En la campaña de 2014, el bando unionista utilizó el miedo a abandonar la Unión Europea como una de sus principales bazas contra la independencia de Escocia. Dos años más tarde, no solo acabaría siendo Reino Unido el que se marchase del bloque comunitario, sino que se llevaría consigo a Escocia, un territorio donde el Brexit solo obtuvo el apoyo del 38% de la población.
“La voluntad popular es convocar otro referéndum. Ahora se trata de un asunto de principios democráticos”, afirmó Sturgeon horas después de finalizar el escrutinio de las elecciones del pasado jueves, en las que su partido, el Partido Nacional Escocés (SNP), se quedó a un diputado de conseguir el objetivo de la mayoría absoluta en Holyrood, que es como se conoce al Parlamento escocés. La causa independentista, sin embargo, sí cuenta con mayoría al sumar los ocho diputados obtenidos por los Verdes, que en Escocia son una organización política autónoma y que apoyan abiertamente la independencia.
“No consentiré un referéndum ilegal”
Pese a contar con una mayoría soberanista en la Cámara escocesa, Sturgeon rechazó en los últimos meses que vaya a seguir la vía catalana y recurrir a un referéndum vinculante unilateral en caso de que no se llegue un acuerdo con el Gobierno británico. “No consentiré un referéndum ilegal, principalmente porque no garantizaría la independencia”, aseguró la primera ministra en el último debate de campaña antes de alegar que, como opción alternativa, apostaría por una “persuasión paciente” de los escoceses hasta hacer torcer la mano de Londres.
La integridad de Reino Unido es un asunto constitucional que, de acuerdo con la ley británica, está en manos del Parlamento de Westminster. Sin embargo, algunos juristas defienden que la actual legislación también otorga poderes al Parlamento escocés para convocar un referéndum consultivo pero no vinculante, una opción que Sturgeon ya puso sobre la mesa en enero. La idea parte de la base de que, efectivamente, Escocia no puede romper con 314 años de unión de forma unilateral, pero sí podría consultar a sus ciudadanos sobre dicha posibilidad.
“Si el Parlamento escocés legisla para el referéndum sin un acuerdo con el Gobierno británico, este podría recurrir la ley antes de su entrada en vigor directamente ante el Tribunal Supremo de Reino Unido. Una vez ahí, no está claro qué decidiría este tribunal porque sería la primera vez que considere esta cuestión”, asegura Elisenda Casanas-Adam, profesora de Derecho Público en la Universidad de Edimburgo.
A su juicio, si la sentencia negase que Escocia tiene competencias para impulsar una consulta de este tipo por sí sola, el Gobierno de Sturgeon apostaría por continuar acumulando fuerzas en torno a su causa. “Sturgeon tampoco tiene prisa para celebrar el referéndum porque quiere primero asegurar la salida de la pandemia y superar la crisis del caso Salmond”, dice en alusión al enfrentamiento de la primera ministra con su predecesor y excolega de partido.
Precisamente, el exprimer ministro Alex Salmond fue otro de los protagonistas de las elecciones del pasado jueves, en este caso por no haber logrado representación en Holyrood con su nuevo partido independentista ALBA, defensor de una línea más dura contra Londres. Para muchos, su fracaso en las urnas supone un respiro para Sturgeon, que no tendrá que lidiar en el Parlamento con otro adversario nacionalista que le reproche no ser lo suficientemente decidida en su apuesta por la independencia.
Aunque desde junio del pasado año a abril de 2021 las encuestas han reflejado un apoyo sostenido de los escoceses a la independencia, los últimos sondeos vuelven a poner al unionismo por delante, con un 51% de los votos. “Sturgeon también quiere asegurarse de que el referéndum se celebra en el mejor momento para ganarlo, porque si pierden de nuevo parece que la cuestión quedaría cerrada y el resultado sería definitivo”, dice Casanas-Adam.
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