Inicialmente surgidas en Alemania y Austria, las llamadas “fiestas corona” consisten en reuniones sociales en una casa en las que por lo menos hay una persona infectada por COVID-19 y los demás intentan contagiarse. Es una estrategia que tiene por objetivo pasar la enfermedad, con los riesgos que conlleva para la persona y para la comunidad a la que puede contagiar, y lograr la inmunidad sin tener que vacunarse.
La Fiscalía de Bolzano, la capital de la región de Alto Adige, fronteriza con Austria y de habla también alemana, ha abierto una investigación después de que las fuerzas del orden hayan detectado esta tendencia después de identificar a participantes hospitalizados.
Igual que Alemania y Austria, la región cuenta con una tasa de vacunación notablemente más baja que la del resto del país. Si en Italia el 84% de la población mayor de 12 años tiene la pauta completa, en Alto Adige la cifra es del 78%. En una rueda de prensa este martes, el gobernador de Alto Adige, Arno Kompatscher, ha anunciado nuevas restricciones para la veintena de municipios con una tasa de vacunación inferior al 70%, incluido un toque de queda a partir de las ocho de la tarde.
Kompatscher dijo que había recibido constancia de “fiestas corona” en la región pero que “no se trata de un fenómeno muy extendido”. Alertó del grave daño que se estaba haciendo a la salud pública de la zona, que está viendo aumentar la presión de sus hospitales después de días en los que los casos van en aumento.
La alarma de un médico
La voz de alarma la dio un médico en un hospital en el que un joven llegó con con complicaciones por COVID-19 y le explicó que se había contagiado a propósito para lograr los anticuerpos y poder tener el pasaporte COVID, llamado Green Pass en Italia, explica a elDiario.es el vicecoordinador de la emergencia COVID en Bolzano, Patrick Franzoni.
Después de este primer caso, las autoridades sanitarias empezaron a preguntar a los pacientes jóvenes y se han detectado dos hospitalizados más. El gobernador de la región dijo en la rueda de prensa que se creía que se habían celebrado alrededor de 20 fiestas, pero las investigaciones siguen abiertas.
Franzoni cuenta que, mayoritariamente, se trata de jóvenes que no quiere vacunarse y que, a través de las redes sociales, “probablemente se ponen de acuerdo para verse en espacios cerrados para un mejor contagio”. Pero también destaca que aunque los jóvenes sean los impulsores también se han dado casos de gente más mayor, hasta de unos 60 años.
Mundo germánico
A su juicio, no es coincidencia que este fenómeno surgido en países de habla germana como Alemania y Austria haya llegado a la zona italiana del sudtirol. “Es algo típico del mundo germánico, que siempre se ha mostrado muy desconfiado respecto a las vacunas”, dice Franzoni.
Por el momento, parece difícil que la polémica se traslade hasta el resto de Italia, pero se añade como un elemento más a las manifestaciones de colectivos antivacunas –de la mano de la extrema derecha— contra el Gobierno, que se han repetido en varias ciudades.
El noreste de Italia ha destacado por una alta beligerancia a la imposición del Green Pass para prácticamente cualquier actividad social y para el puesto de trabajo. El puerto de Trieste –cerca de la región del Trentino—vivió una huelga parcial durante días de trabajadores que protestaban contra la obligación del Green Pass para ir a trabajar.
El Gobierno central no ha tomado nuevas medidas, pero algunos gobernadores regionales le están pidiendo que se apliquen restricciones que afecten únicamente a aquellos ciudadanos que no estén vacunados.