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Preocupación en Italia por la reportera Cecilia Sala, detenida en la prisión de Evin, símbolo de la represión en Irán

La reportera italiana Cecilia Sala.

Mariangela Paone

2 de enero de 2025 22:24 h

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En una celda de aislamiento pequeña, con la luz siempre encendida, sin colchón y con dos mantas, una para ponerla en el suelo y otra para abrigarse del frío inclemente. Son las condiciones en las que la reportera italiana Cecilia Sala se encuentra detenida desde el 19 de diciembre en la cárcel de Evin, la prisión símbolo de la represión en Irán.

La periodista, de 29 años, que trabaja para el diario Il Foglio y la plataforma de podcast Chora Media, fue arrestada cuando estaba a punto de dejar Teherán para volver a Italia después de más de una semana de trabajo para la que le había sido concedido un visado periodístico regular emitido por la embajada iraní en Italia. 

No era la primera vez que Sala visitaba el país. La reportera —que lleva años cubriendo la actualidad internacional, desde el retorno de los talibanes a Kabul en 2021 a la invasión rusa de Ucrania— había decidido volver ahora para realizar unos reportajes sobre cómo estaba cambiando el escenario en Irán tras la caída del régimen de Bashar al Asad en Siria. Al poco de que la noticia de su detención se hiciera pública el pasado 27 de diciembre, empezó a circular la sospecha, recogida por la prensa italiana, de la vinculación de su arresto con el caso de un ciudadano con doble nacionalidad iraní y suiza, Mohammad Abedini Najafabad, detenido en el aeropuerto de Malpensa de Milán el pasado 16 de diciembre. 

Sobre Abedini, que es ingeniero, pesaba una orden de arresto de EEUU, que pide su extradición y le acusa de haber entregado, en violación de las sanciones, tecnología estadounidense para la fabricación de drones a la Guardia Revolucionaria, que Washington considera una organización terrorista. Drones como los que mataron a tres militares estadounidenses en Jordania el pasado enero.

El ingeniero rechaza las acusaciones. “Soy académico, un estudioso. Ciertamente no soy un terrorista. No entiendo este arresto”, dijo, según refirió a la prensa local su letrado, que lo visitó junto al cónsul iraní en la prisión de Opera, en Milán. Sobre su petición de detención domiciliaria, la Fiscalía General de Milán ha expresado este jueves su opinión desfavorable. Y la decisión queda ahora en manos de los jueces en una vista que se tendrá no antes de 10 días. 

Mientras EEUU ha confirmado la petición de extradición, un portavoz del Departamento de Estado comentó así el caso de Sala al diario La Repubblica: “Por desgracia, el régimen iraní sigue deteniendo injustamente a ciudadanos de muchos otros países, a menudo para utilizarlos como palanca política. No hay justificación para ello y deben ser puestos en libertad inmediatamente. Los periodistas realizan una labor vital de información al público, a menudo en condiciones peligrosas, y deben ser protegidos”.

El portavoz añadió que conocían el caso del arresto de Sala. “Una detención que llega después del de un ciudadano iraní en Italia el 16 de diciembre por contrabando de componentes de drones. Pedimos la libración inmediata e incondicionada de todos los prisioneros detenidos de forma arbitraria en Irán y sin un justo motivo”, añadía el portavoz. 

“Hay que darse prisa”

Las alarmas volvieron a saltar este miércoles después de que la familia de Sala recibiera la segunda llamada de la periodista desde la cárcel. Si en la primera apenas pudo dar información, en esta segunda, la reportera dio más detalles sobre la dureza de las condiciones de su detención y desmintió la información –confirmada esta semana por el Ministerio de Exteriores de Italia– de que le había sido entregado un paquete con artículos para la higiene personal, cuatro libros, cigarrillos, dulces y chocolate, que la embajadora italiana en Teherán había dejado en la única visita, de unos 30 minutos, que Sala ha recibido desde el 19 de diciembre.

No solo no le entregaron ningún paquete, sino que le fueron incautadas también las gafas. El mensaje que la periodista repitió es que “hay que darse prisa” para lograr su liberación. 

La prisión de Evin, que se encuentra al norte de Teherán, es conocida por ser el centro donde se encarcelan a los opositores políticos, periodistas y ciudadanos extranjeros y por las numerosas denuncias de abusos y torturas, denunciadas por organizaciones internacionales como Amnistía Internacional. En las dos secciones, una masculina y una femenina, hay celdas hacinadas o celdas de aislamiento individuales. 

Teherán no confirmó hasta el lunes la detención de la periodista con un comunicado del Ministerio de Cultura en el que se dice, con una acusación muy genérica, que se produjo por “haber violado las leyes de la República islámica”. 

Después de días de movimientos discretos y tras la llamada recibida por la familia el miércoles, el Ministro de Exteriores de Italia y vicepresidente del Gobierno, Antonio Tajani, ordenó este jueves la convocación del embajador iraní en Roma. Tras un encuentro de una hora, el Ministerio emitió una nota en la que explica que el secretario general de Exteriores, Riccardo Guariglia, “pidió en primer lugar la liberación inmediata de su compatriota, que llegó a Irán con un visado periodístico regular”. Guariglia “reiteró asimismo la petición de que se garanticen condiciones dignas de detención, con respeto de los derechos humanos y que se asegure la plena asistencia consular a la compatriota, permitiendo que la Embajada de Italia en Teherán la visite y le proporcione los artículos de confort que se le han negado hasta ahora”.

En un mensaje en X, la embajada iraní en Roma habló este jueves de “coloquio amigable” en el que se trató tanto el caso de Sala como de Abedini. En el texto se lee: “Se han proporcionado a la señora Sala todas las facilidades necesarias, incluido el contacto telefónico reiterado con sus seres queridos, y se espera que el Gobierno italiano, recíprocamente, además de acelerar la liberación del ciudadano iraní detenido, le proporcione las facilidades asistenciales que necesite”. 

Mientras tanto, la presidenta del Consejo de ministros, Giorgia Meloni, convocó este jueves en Palazzo Chigi una reunión sobre el caso con Tajani, el subsecretario de la Presidencia del Consejo, con delega a los servicios de inteligencia, Alfredo Mantovano, y el Ministro de Justicia, Carlo Nordio. La primera ministra también encontró a la madre de Sala, Elisabetta Vernoni. “La primera preocupación ahora es absolutamente las condiciones de la vida en prisión de mi hija. Se habló de una celda individual. No hay celdas individuales. Hay celdas de detención comunes y luego hay celdas de castigo. Obviamente, ella está en una de éstas”, dijo en declaraciones recogidas por la agencia ANSA.

“Así que lo primero son condiciones más dignas de vida carcelaria y después decisiones importantes y de fuerza de nuestro país para pensar en el regreso a Italia, sobre lo que no lloro, no me quejo y no pido tiempos, porque son realidades muy peculiares”, añadió. “Cecilia intenta ser una soldado, yo intento serlo. Pero las condiciones carcelarias para una chica de 29 años que no ha hecho nada deben ser tales que no puedan marcarla de por vida”. 

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