Primero, Trump y Erdogan hablan por teléfono. Segundo, Trump anuncia su retirada del norte de Siria, donde apoyaba a las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF), controladas por milicias kurdas. Tercero, Erdogan lanza su esperada ofensiva militar en la frontera. Cuarto, los kurdos, sin apoyo, deciden negociar con el gobierno de Bashar al Asad. Quinto, las fuerzas de Asad entran en la región autónoma kurda para combatir con ellos la ofensiva de Ankara.
“Puede que tengamos que reconsiderar nuestras alianzas. Los rusos y el régimen sirio han hecho propuestas que pueden salvar la vida a millones de personas que viven bajo nuestra protección. No confiamos en sus promesas. Para ser honestos, es difícil saber en quién confiar”, ha afirmado el comandante en jefe de las SDF, Mazloum Abdi. “Sabemos que tendríamos que hacer dolorosas concesiones con Moscú y Bashar al Asad si continuamos trabajando con ellos, pero si tenemos que elegir entre concesiones y el genocidio de nuestro pueblo, elegiremos la vida de nuestro pueblo”, ha añadido.
Para los expertos, esta posible nueva asociación no es ninguna sorpresa. “El régimen de Asad y el YPG han sido co-beligerantes en la guerra civil siria. Con excepción de algunos enfrentamientos, a menudo se han apoyado mutuamente”, señala Soner Cagaptay, director del programa sobre Turquía del think tank The Washington Institute for Near East Policy. El gobierno de Asad empezó a retirarse del norte de Siria en el verano de 2012, lo que ha permitido a las milicias kurdas establecer su autogobierno en la región.
“Las milicias kurdas y Asad nunca se han enfrentado sobre el terreno. Nunca han sido enemigas. No debería extrañar. Han preferido negociar a chocar. Es un cambio importante porque gracias a esta alianza el régimen afianza su posición y abre la posibilidad a reconquistar buena parte de ese 25% del territorio que actualmente está en manos kurdas”, señala Ignacio Álvarez-Ossorio, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante y autor de 'Siria: revolución, sectarismo yihad'. “Los kurdos quedan claramente debilitados. De controlar ese 25% y sus recursos, tendrán que compartirlos con el régimen”, añade.
Turquía considera al YPG una milicia terrorista separatista aliada del PKK, el cual lleva cuatro décadas luchando contra el Gobierno de Turquía y que está considerado por Ankara y Washington como un grupo terrorista. “Nuestro proyecto político en el norte y este de Siria no pedía la secesión, sino que hemos estado pidiendo diálogo para resolver de forma pacífica la crisis. No hemos atacado a ningún país, especialmente Turquía”, señaló la administración autónoma kurda en su anuncio de acuerdo con el gobierno de Asad.
“Creo que Asad podría ofrecer a los kurdos algo de autonomía, pero no confío en que lo haga a largo plazo por su naturaleza nacionalista árabe”, sostiene Cagaptay. “Veo un posible escenario en el que Asad intercambia su compromiso de controlar al YPG a cambio del compromiso de que Turquía le reconozca como gobierno legítimo. En ese caso, por supuesto, Asad gana. Y gana más porque creo que utilizaría al YPG contra Turquía como hizo su padre a finales de los 80 con el PKK”, añade.
El otro gran beneficiado de este viraje es Rusia. “Moscú demuestra que es un aliado creíble, mientras EEUU se presenta como aliado coyuntural que no es de fiar”, destaca Álvarez-Ossorio. “A los rusos les interesa demostrar a los kurdos que aliarse con EEUU no fue una buena idea porque les podían dejar en la estacada. El mensaje de Rusia a los kurdos, con quien se han aliado en el pasado, es que si no vuelven al redil, no llegarán lejos. Es una jugada maestra de Putin, que tiene todas las bazas. EEUU, mientras tanto, ha perdido cualquier voz en el futuro de Siria”, añade.
Félix Arteaga, analista del Real Instituto Elcano especializado en seguridad recuerda que aunque la presencia militar de Siria puede estar “debilitada”, “lo importante es que detrás está el compromiso de Rusia, que no permitirá su caída”.
En medio de la confusión de la retirada, EEUU insiste en afirmar que no ha abandonado a las milicias kurdas, que sigue siendo su aliado y que se opone a la intervención turca, aunque Ankara llevaba meses anunciándola y esta no se ha producido hasta su retirada del país. “Nos oponemos y estamos muy decepcionados por la decisión de Turquía de lanzar una incursión militar unilateral en el norte de Siria. Esta operación pone en peligro a nuestros socios de las SDF. Pone en riesgo la seguridad de las prisiones de ISIS y desestabilizará más la región”, señaló el viernes el secreatario de Defensa Mark T Esper.
EEUU llevaba meses intentando tranquilizar a Turquía arrancando concesiones a las milicias kurdas, pero no lo ha conseguido. Hace dos meses y ante las amenazas de Ankara de lanzar una ofensiva, el YPG aceptó destruir algunas fortificaciones militares y retirar una unidad militar y armas pesadas de la frontera a petición de EEUU. “Esos procesos se hicieron para asegurar nuestro compromiso con este entendimiento entre Turquía y EEUU y demostrar que estamos interesados en alcanzar una solución pacífica”, señaló entonces la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria.
“Turquía no nos atacaría mientras el Gobierno de EEUU fuese fiel a su palabra con nosotros. Ahora estamos con el pecho descubierto ante los cuchillos turcos”, señala el general kurdo Mazloum Abdi.
“La razón por la que nos aliamos con EEUU es nuestra firme creencia en la democracia. Estamos frustrados y decepcionados por la crisis actual ¿Cuál es la mejor forma para defender a nuestro pueblo? ¿Sigue siendo EEUU nuestro aliado?”, se pregunta Mazloum Abdi.
'Sin más amigos que las montañas'. Nunca estuvo tan vigente este viejo proverbio kurdo.