Los profesores Warren Bennis y Burt Nanus acuñaron el acrónimo VUCA en 1987 para describir una situación llena de volatility, uncertainty, complexity and ambiguity. El Ejército estadounidense comenzó a aplicarla al mundo resultante del fin de la Guerra Fría. Y VUCA es el término con el que un dirigente popular europeo define el estado de la renovación de cargos de la UE.
Los jefes de Gobierno dieron por amortizados el pasado viernes para la presidencia de la Comisión Europea a los candidatos de las tres principales familias políticas: Manfred Weber (PPE); Frans Timmermans (PS) y Margrethe Vestager (Liberal). Pero los grupos parlamentarios de la Eurocámara siguen enrocados en ellos.
En las reuniones que se están sucediendo en el Parlamento Europeo, ninguno deja caer a su candidato. A pesar de que ninguno tiene consenso suficiente entre los gobiernos y a pesar de que ninguno tiene los votos necesarios en el Parlamento Europeo. Y, todo, a escasas horas de que se reúna el G-20 en Osaka, donde muchos líderes europeos seguirán negociando ante el Consejo Europeo extraordinario del domingo por la noche en Bruselas. Que puede prolongarse en desayuno el 1 de julio “si es necesario”.
Y ese acelerón del fin de semana venía determinado porque la constitución del Parlamento Europeo y la elección del presidente estaban fijadas para el 2 de julio por la mañana. Pero, ahora, los grupos parlamentarios están buscando cómo ganar 24 horas más. La propuesta de los grupos políticos, que se decidirá el domingo por la mañana, es que en lugar del día 2, se vote el presidente el día 3.
“Eso es solo para dar tiempo a los grupos a organizar vistas con los candidatos a presidente de la Comisión”, explica una fuente del Parlamento Europeo: “Pero también podemos elegir a un presidente del Parlamento Europeo antes de que se decida el presidente de la Comisión. No es necesario vincularlo”.
“Diría sobre todo que es una propuesta para dar tiempo a presentar las candidaturas a la presidencia del propio Parlamento y a que los grupos puedan fijar su posición al respecto”, terciaba en Twitter el portavoz de la Eurocámara, Jaume Duch.
El problema es que los jefes de Gobierno quieren que sea un pack con efecto dominó: que el reparto entre familias de haga de una vez: presidente de la Comisión Europea, del Consejo Europeo, del Parlamento Europeo, de la diplomacia europea y del BCE. Y si se llega a la votación del presidente de la Eurocámara sin acuerdo... Puede determinar el resto de decisiones, acelerarlas o bloquearlas.
“El PPE no va a aceptar a candidatos que no hayan participado en el proceso de spitzenkandidaten. Se lucha por el principio de la democracia parlamentaria, más allá de por Manfred Weber. En la UE, la casi totalidad de los países son democracias parlamentarias con la excepción de Francia. El PPE no quiere para la UE un sistema presidencialista a la francesa en el que el Parlamento no cuenta”, argumenta un dirigente popular que señala uno de sus problemas del momento: la oposición de Emmanuel Macron, desde el primer minuto, al sistema de spitzenkandidaten, por el que las familias políticas eligen un candidato a presidir la Comisión antes de las elecciones europeas.
En 2014 prosperó y Jean-Claude Juncker llegó a presidir la Comisión. Pero, ahora, después de la última cumbre, el sistema está agonizante.
Y por eso el PPE aguanta a Weber, hombre de Angela Merkel, a pesar de que “dentro de su propia familia son conscientes de la debilidad que tiene como candidato”, explica una fuente del Parlamento Europeo: “Ya le han aguantado en el primer Consejo, veremos qué pasa este finde, cuando también se reúne el PPE antes de la cumbre, porque dentro de su propia familia política genera discrepancias”.
De momento, a una semana de que venza el primer plazo, el del presidente del Parlamento Europeo todo está abierto. Porque, como decía un dirigente popular, “no se puede hacer ninguna predicción, porque la situación es lo que llaman VUCA volatile, uncertain, complex and ambiguous...”