El nuevo presidente de los Estados Unidos es republicano, pero también el Senado y la Cámara de Representantes serán republicanos, según los resultados electorales. Los demócratas no han podido siquiera recuperar la Cámara Alta (Senado), algo que se habían marcado como objetivo mínimo cuando la perdieron por 54 a 44 escaños en 2014. Era la única manera de poner en apuros a Trump e influir en decisiones importantes. Sin embargo, no lo han conseguido y siguen siendo los republicanos los que dominan el Senado. Lo mismo en la Cámara de Representantes. La última vez que los republicanos tuvieron el control de ambas cámaras y también la presidencia fue en 2007, bajo el mandato de George W. Bush.
En el fracaso demócrata han influido especialmente dos estados. Las victorias de los republicanos Marco Rubio en Florida y de John McCain de Arizona, que serán senadores, han impulsado el triunfo del partido del elefante en el Senado, y por tanto, en la Cámara de Representantes.
Esto significa que Donald Trump tendrá, al menos durante dos años, un mandato cómodo en el que encontrará presumiblemente el apoyo de las dos cámaras de EEUU, dominadas por su propio partido, aunque también está dividido ya que existe una fuerte presencia de un área ultraconsevardora que polarizará las decisiones de la propia bancada conservadora.
La demócrata Catherine Cortez-Masto ha logrado escaño por Nevada y se convierte en la primera latina de la historia de Estados Unidos en ser senadora. En una intervención después de conocerse su elección declaró: “Es hora de que pasemos una reforma migratoria integral y trabajaré por ello”.