“Escanea para entrar en el sorteo y consigue gratis una guía sobre reconocimiento del terreno”, promete el cartel de uno de los stands que hay a las afueras del Fiserv Forum en Milwaukee (EEUU), donde esta semana se celebra la Convención Republicana. Lo que está en sorteo es un rifle AR-15, el mismo tipo de arma que utilizó Thomas Matthew Crooks para disparar contra Donald Trump durante el mitin de Butler hace tan solo tres días. “El arma no subió esa escalera sola. El joven apretó el gatillo. Siempre habrá gente con problemas mentales”, argumentó Sharon Anderson, de 68 años, a la entrada del estadio.
Después del atentado contra Trump en Pensilvania, esta delegada de Tennessee para el Partido Republicano no ha cambiado ni un ápice su postura sobre la posesión de armas en el país: “Soy una firme defensora de la Segunda Enmienda”. En Wisconsin es legal llevar encima una pistola o un AK-47. En los controles de seguridad que perimetran el área, una de las preguntas que hacen los agentes es si llevas armas encima. Este martes, después de conocerse un supuesto complot iraní para asesinar al expresidente, el servicio secreto norteamericano ha decidido reforzar la seguridad de la convención. Teherán ya ha negado la acusación. A pesar del tiroteo del sábado, la organización dijo que un principio no era necesario tomar medias adicionales.
Al lado de Sharon, que viste un sombrero tejano tuneado con unas orejas de burro (en alusión al Partido Demócrata) donde pone “Trump Kick Ass”, está Trisha Hopes. La texana, de 60 años, tampoco se queda atrás con su outfit: sombrero estilo cowboy con miniaturas de fuegos artificiales con los colores de la bandera y en el centro una figurita de Trump estilo Terminator. “Los medios han fomentado el odio hacia el presidente Trump injustamente. Y el Partido Demócrata también. Lo llaman fascista, dicen que es Hitler. ¿Qué crees que va a pasar cuando eso sucede?”, denuncia la texana Trisha, quien asegura que “desprecia” las políticas del presidente Joe Biden, pero que nunca querría que le ocurriera ningún daño. “El Partido Demócrata ha impulsado esto. Los medios lo han impulsado”, asiente Sharon.
En la hora posteriores al tiroteo, los seguidores del expresidente ya empezaron a capitalizar la imagen de víctima política y señalaron a los demócratas como principales culpables de la polarización y la crispación que vive el país. Uno de los primeros a levantar el dedo acusador fue el senador de Ohio J.D.Vance, a quien Trump eligió este lunes como su candidato a la vicepresidencia.
La narrativa de que toda la división de la sociedad americana es consecuencia de los demócratas y la prensa está consiguiendo redefinir los márgenes en los que se mueve la campaña. El lunes por la noche, en una entrevista con la NBC, Biden asumía como un “error” haber utilizado la expresión “poner en el punto de mira” (bullseye, en inglés) para hablar sobre Trump los días previos al tiroteo. Aun así, intentaba no comprar el relato de los republicanos por completo y preguntaba: “¿Cómo se habla de la amenaza a la democracia, qué es real, cuando un presidente dice cosas como las que dice él? ¿Simplemente no dices nada porque podría incitar a alguien?”.
Para Trisha y Sharon, que el sábado intentaran asesinar a su líder es una muestra de la “persecución y violencia que sufre desde hace años”. Sharon incluso es crítica con su propio partido por el vacío que vivió el magnate durante sus primeros años por parte de un sector ya extinguido dentro de las filas republicanas. “El Partido Republicano no apoyó a Donald Trump cuando se postuló. No me gustó eso. No me gusta hoy. Pero hoy, no hay R-N-C (las siglas del partido) sin D-J-T(las siglas del Donald J. Trump)”. Sharon explica casi como si fuera una epifanía el momento en que tuvo claro que Trump era “su hombre”: “Cuando el 2015 dijo que se postulaba para presidente, fue mi presidente desde ese día en adelante”.
El brillo en los ojos al hablar de Trump es algo que se repite entre sus seguidores. Mary Lazich también es uno de los 2.400 delegados que el lunes oficializaron la nominación de Trump como presidenciable para el Partido Republicano. Cuando recuerda el momento en que el lunes Trump reapareció por primera vez después del atentado, con un apósito impoluto cubriéndole la oreja derecha, su mirada se ilumina: “Fue un momento muy emotivo, pero también serio. Había muchas emociones por parte de los delegados y el presidente… Veías su expresión y cómo tenía los ojos vidriosos”.
Hace tiempo que Trump es más que un candidato a la presidencia del país entre sus seguidores. La confianza en él es ciega. Ahora, después de encumbrarlo como una figura política perseguida por el establishment de Washington (ese Deep State contra el que Trump ha prometido luchar), también quieren otorgarle el título de reunificador de un país dividido. “Creo que quiere unirnos a todos. Creo que está diciendo ahora, este es el momento de unirnos. Somos estadounidenses. Ninguno de nosotros debería querer violencia”, explica Trisha, que está convencida de que el jueves Trump ofrecerá un discurso reconciliador con la sociedad.
A pesar de defender esta visión de la reconciliación entre norteamericanos, lo primero que Trisha espera de un segundo mandato de Trump si es reelegido es que “haga rendir cuentas”. “Espero que Trump haga rendir cuentas por la traición que ha ocurrido en nuestro país. Tenemos que enderezar lo que ha sucedido en nuestro país”. Las palabras de la republicana resuenan dentro de la promesa de Trump de que perseguiría a sus enemigos políticos una vez llegara al poder. Pocos días antes del atentado, el magnate pedía en su red Truth el encarcelamiento del presidente Joe Biden, la vicepresidenta Kamala Harris, los senadores Mitch McConnell y Chuch Schumer y su exvicepresidente Mike Pence, entre otros. De hecho, cuando a finales del año pasado el presentador de Fox News, Sean Hannity, le preguntó si no iba a “ser un dictador”, Trump respondió: “No, no, excepto el primer día. Vamos a cerrar la frontera y vamos a perforar, perforar, perforar. Después de eso, no seré un dictador”.
Nikki Haley vuelve del ostracismo: “Trump tiene mi apoyo”
La mañana siguiente del Supermartes, la exgobernadora de Carolina del Sud Nikki Haley era la gran perdedora de la noche. Haley afrontaba el ostracismo de un partido republicano controlado por Donald Trump después de liderar una agresiva campaña contra él. Cuando se fue, aseguró que no apoyaría la candidatura de Trump. Este martes ha subido al escenario del Firsev Forum de Milwaukee para pedir el voto por él.
Hace tan solo una semana Haley no tenía que asistir a la Convención Republicana. Era persona non grata, pero ahora Trump la necesitaba para proyectar su nueva imagen de unificador. Para afirmar que puede volver a reunificar la sociedad norteamericana, primero tiene que demostrar que es capaz de reconciliar su propio partido. “Trump me ha invitado para hablar en nombre de la unidad. Ha sido una invitación amable y estoy contenta de aceptarla”, ha anunciado Haley delante los 2.400 delgados. La bienvenida no ha sido especialmente cálida, bajo los aplausos también se intuían abucheos. Trump tampoco parecía muy emocionado de verla.
Después de la derrota del Supermartes, Haley había mantenido un perfil bajo. La última vez que volvió a estar en el foco fue cuando visitó Israel en mayo para mostrar su apoyo a las tropas israelíes y firmó un misil con la frase “acabad con ellos”. Haley fue la embajadora de Estados Unidos ante la ONU entre el enero del 2017 y diciembre de 2018 bajo la primera presidencia de Trump. Debido a los desencuentros con el entonces presidente, Haley dimitió del cargo. Fue una más de la veintena de salidas que sufrió la administración Trump.
Antes de que empezara la convención este lunes, Haley ya había anunciado que daría sus 97 delegados al expresidente. Aunque no ha sido hasta hoy que lo ha dicho alto y claro ante la masa republicana: “Donald Trump tiene mi apoyo”. Esta frase sí que ha sido recibida con mucha más emoción por parte de los delgados. Trump también ha decidido recurrir a Haley para cazar el voto de los independientes y aquellos inseguros en un momento en que la imagen del presidente Joe Biden está muy debilitada, después del desastroso debate de la CNN. “Mi mensaje es simple: no hace falta que estés al 100% de acuerdo con las políticas de Trump para votarlo”, ha dicho Haley, que se ha permitido bromear sobre sí misma diciendo que la tomen de ejemplo.
“Estamos aquí porque tenemos un país que salvar”, ha dicho Haley, que ha asegurado que votar por Joe Biden significa también votar por su vicepresidenta Kamala Harris. Una vez más los republicanos atacan a la segunda del presidente cubriéndose las espaldas ante la posibilidad de que haya cambios en la candidatura.
Haley ha descrito a Trump como un presidente “duro” y capaz de prevenir los conflictos. Para ello, ha usado un ejemplo engañoso: “Cuando gobernaba Obama, Rusia invadió Crimea. Ahora que gobierna Biden ha invadido Ucrania. Cuando estaba Trump, Putin no atacó porque sabe que Trump es duro”. Este argumento es el que Trump ha repetido reiteradas veces, mientras también promete que si es reelegido presidente pondrá fin a la guerra de Ucrania en cuestión de días. Ahora bien, no ha explicado nunca exactamente cómo pretende hacerlo.
Al besamanos de los rivales derrotados también ha asistido el gobernador de Florida Ron DeSantis, que intentó plantarle cara a Trump durante el proceso de primarias. A diferencia de Haley, este se retiró mucho antes e intentó hacerlo de forma “pacífica” con el líder, ya que al salir ofreció sus delegados a Trump. Eso se ha notado entre el público, que ha sido mucho más cálido a la hora de acogerlo entre aplausos y vítores. Incluso Trump se ha reído de su comentario de “América no puede permitirse cuatro años más de una presidencia de 'Fin de semana con Bernie”.
Trump se ha vuelto a dejar a ver esta noche en el palco del Firsev Forum con la oreja cubierta por un apósito blanco. A su izquierda se sentaba su flamante candidato a la vicepresidencia J.D. Vance, con quien ha mostrado buena sintonía y ha intercambiado algunas palabras. Se espera que este miércoles Vance pronuncie su discurso como candidato y que el jueves lo haga Trump.