Recorriendo la línea del círculo polar ártico, el extremo norte de Suecia se ha convertido en una región líder en Europa donde se han establecido numerosas empresas de la “industria verde” que persiguen reducir la huella de CO2 e impulsar la transición energética.
Pero en el último mes, el despido masivo de trabajadores y los problemas económicos amenazan la mayor planta europea de baterías para coches eléctricos y despiertan dudas sobre la viabilidad de una industria verde que no es solamente relevante para el país nórdico, sino que representa un sector estratégico para todo el continente europeo.
Una tierra bendecida por los recursos
El norte de Suecia, bendecido por la abundancia de recursos naturales, permite la producción de grandes cantidades de energía hidroeléctrica y eólica baratas, lo que ha dado lugar a algo parecido a una fiebre del oro, en la que la materia más preciada que atrae a las empresas es la electricidad. El año pasado, las dos regiones escasamente pobladas del norte de Suecia generaron un excedente eléctrico de 50 teravatios hora, lo que equivale al consumo anual de electricidad de países como Grecia, Portugal o Rumanía.
El enorme excedente de energía de fuentes renovables ha impulsado una reindustrialización del norte de Suecia a gran escala, atrayendo el capital de alguno de los mayores grupos inversores del mundo, a empresas y a emprendedores del sector de la industria verde, así como también grandes cantidades de subsidios provenientes de la Unión Europea.
El proyecto que probablemente haya ocupado más titulares internacionales se inauguró en 2021, cuando el grupo Northvolt construyó la primera gigafábrica en Europa de baterías para coches eléctricos en la ciudad de Skellefteå. El mismo año, la empresa H2 Green Steel (actualmente Stegra), anunció sus planes para empezar a producir acero a partir del hidrógeno en sustitución del tradicional carbón, lo que reduce en un 95% las emisiones.
Ambos proyectos recaudaron cantidades extraordinarias de dinero proveniente de inversores como el grupo Volkswagen, Siemens, Goldman Sachs, Temasek, BlackRock o la Fundación Ikea, lo que los convirtió en las empresas privadas que más financiación han reunido jamás en Europa. En paralelo, la empresa minera estatal sueca LKAB, junto con el conglomerado energético Vattenfall, anunciaron que también producirán acero “verde” libre de energías fósiles en la ciudad de Luleå.
Problemas en el “Silicon Valley de la sostenibilidad”
Con este ecosistema de empresas, se ha propiciado que la región septentrional de Suecia se haya llevado el apodo del “Silicon Valley de la sostenibilidad”. Pero las dudas también planean sobre algunos de los proyectos más prometedores de esta industria verde. Los analistas apuntan a una “burbuja verde” que se ha hinchado y puede que, con los problemas que azotan a grandes proyectos, esté a punto de explotar.
La crisis en el fabricante de baterías Northvolt ha levantado todas las alarmas. A finales del mes de setiembre la empresa anunció el despido de 1.600 trabajadores (equivalente al 20% de su plantilla). Tras un mes de negociaciones, la compañía comunicó que finalmente se echará a 840 trabajadores. Esta semana, la empresa se ha declarado en quiebra en Estados Unidos, mientras espera tener más tiempo para reorganizarse y encontrar nueva financiación, lo que no disminuye que el futuro del primer proyecto europeo de construcción de baterías eléctricas para coches quede colgando de un hilo.
La empresa llevaba meses arrastrando problemas de financiación, originados por las perdidas al no poder alcanzar ni un 5% de la capacidad de producción de baterías que tenía originalmente la gigafábrica. El antiguo CEO de la empresa, Peter Carlsson, culpó en un inicio de la crisis a “los vientos en contra que soplan en la industria del coche eléctrico”, que ha registrado un retroceso en las ventas en la UE. No obstante, la empresa ha acumulado problemas de calidad en la fabricación y dificultades serias a la hora de cumplir con los plazos de entrega de los pedidos para clientes como BMW.
Finalmente, la crisis de Northvolt se ha leído como la incapacidad del fabricante europeo a la hora de competir con los productores de baterías para coches eléctricos del mercado chino, que actualmente dominan ampliamente el mercado. El economista sueco Peter Alestig apunta que “actualmente el mercado mundial está inundado de baterías chinas baratas, ya que, en un año, los fabricantes asiáticos han logrado reducir a la mitad su precio gracias a que están más avanzados tecnológicamente y a las grandes subvenciones que se abocan en sectores industriales estratégicos”.
Otro de los proyectos que en los últimos meses está sembrando dudas sobre su viabilidad es Stegra (originalmente H2 Green Steel). Inicialmente, la empresa que representa el buque insignia sueco en la producción de “acero verde” tenía previsto empezar la producción durante este año. Sin embargo, la fábrica situada en la ciudad de Boden tiene problemas de suministro eléctrico y ha tenido que retrasar una segunda fase de producción para dentro de dos años.
A todo ello se suma que el gigante energético Uniper (con sede en Alemania) sorprendió anunciando que cancelaba la construcción de una fábrica de combustibles sostenibles para la aviación que estaba prevista que abriera en el norte de Suecia.
La empresa explicó que la decisión fue tomada “debido a un desarrollo del mercado de los combustibles sostenibles más lento de lo esperado, y a la falta de regulaciones necesarias en la UE”. En un comunicado, Uniper también citó que debido al contexto económico actual y a los grandes aumentos de costes, han hecho que el proyecto “ya no sea comercialmente viable”.
Intentar competir con China
Los economistas más críticos advierten que, hasta ahora, los planes de la industria verde han sido demasiado arriesgados para un país del tamaño de Suecia. En las páginas del Financial Times, Magnus Henrekson, del Instituto de Investigación de Economía Industrial de Estocolmo, alerta de que en “EEUU o en China, incluso si estos planes fracasan, es manejable. En cambio, en Suecia, si se invierten tantos recursos, tantas inversiones políticas y aun así el proyecto fracasa, dañará toda la economía durante décadas”.
En una entrevista con elDiario.es, Mattias Näsman, profesor asociado en historia económica en la universidad de Umeå, explica que los apuros que atraviesan estos grandes proyectos “no son un problema de Suecia, son un problema de la industria europea”.
Näsman señala que, en el contexto macroeconómico actual, con una inflación alta y unos precios de la energía disparados tras la guerra en Ucrania “provocan un clima más difícil para las inversiones”. Sin embargo, para Näsman, los proyectos fallidos, como el de Northvolt, son también parte del proceso necesario “si Europa quiere competir con China en la industria verde, ya que de momento Europa carece de las habilidades y los materiales necesarios para competir”. “Necesitamos construir nuestra base de conocimientos regional y eso cuesta tiempo y dinero”.
Para el experto, el mayor obstáculo al que se enfrenta hoy el desarrollo de las industrias verdes son la falta de perseverancia en cuanto a los medios que se deben destinar y a los objetivos que se tienen que alcanzar.
“Si los políticos europeos piensan que la transición de la industria ecológica en Europa solamente será costosa para el contribuyente, y a la vez, se dejan atrás los objetivos climáticos, es muy difícil que las empresas asuman los compromisos a largo plazo que se necesitan para desarrollar estas tecnologías”, dice.
“Si en Europa decidimos cumplir con los objetivos climáticos comprando la tecnología en China, nos convertiremos en una isla de las energías fósiles que están en peligro de extinción en un mar de tecnologías bajas en carbono producidas en Asia. Esta es la dirección que estamos tomando hoy”, añade.