A primeras horas de este jueves, las sirenas antiaéreas volvían a sonar en toda Ucrania. En algunas ciudades se escucharon explosiones y en la localidad de Odesa, al menos una persona murió. La capital, Kiev, fue atacada de nuevo. Las autoridades dicen que se trata del noveno bombardeo ruso de este mes sobre la capital y que todos los misiles entrantes fueron destruidos, aunque los restos que cayeron causaron algunos daños en dos distritos. “Continúa una serie de ataques aéreos sobre Kiev sin precedentes por su potencia, intensidad y variedad”, escribió la administración militar de la ciudad en Telegram.
El comandante en jefe del Ejército ucraniano, Valery Zaluzhny, ha informado de que, durante la noche del 17 al 18 de mayo, Rusia lanzó 30 misiles de crucero por mar, aire y tierra en varias oleadas desde diferentes direcciones –entre ellos 22 misiles Kh-101/Kh-555 lanzados desde aviones, seis Kalibr disparados desde buques en el mar Negro y dos Iskander–. Según indica, las defensas ucranianas destruyeron 29 misiles de crucero, así como dos drones Shahed y dos vehículos aéreos no tripulados de reconocimiento táctico.
En los últimos días y semanas, Moscú ha aumentado la frecuencia de sus ataques con misiles contra el territorio ucraniano. Pero el Ejército ucraniano parece estar resistiendo a los bombardeos y afirma haber interceptado un alto porcentaje de proyectiles.
Konrad Muzyka, analista de defensa y director de Rochan Consulting, que sigue de cerca el estado del campo de batalla, asegura que desde finales de abril, Moscú ha intensificado los ataques aéreos y con misiles contra objetivos en toda Ucrania, en referencia a que son más frecuentes –ha habido un aumento del ritmo–.
“Aunque los ataques se producen cada pocos días (en comparación con cada dos semanas durante el invierno), el número de misiles utilizados en estos ataques es demasiado pequeño para obtener resultados tangibles”, tuiteó este miércoles el experto, que acompañó el mensaje de un gráfico que muestra la diferencia entre la cifra de misiles lanzados (sin contar los drones Shahed) en las oleadas de bombardeos rusos actuales y las que comenzaron el pasado octubre.
En rojo, figuran los misiles disparado por Rusia y en azul, los interceptados, aunque la información ucraniana recopilada en el gráfico puede no ser exacta. En lo que va de mayo, Moscú ha lanzado tres ataques con misiles (cuatro contando el de este jueves), frente a uno en abril y otro en marzo, y dos en febrero.
Abrumar a las defensas ucranianas
Según informó esta semana la CNN citando a una fuente estadounidense, Rusia está empleando más municiones de lo habitual en un intento de abrumar y confundir a las defensas aéreas ucranianas. De acuerdo con la misma fuente, Moscú ha lanzado ataques aéreos desde varias direcciones a la vez dirigidos contra centros de mando y control en Kiev y otros lugares de alto valor, y puede haberlos comenzado en un intento de obligar a Ucrania a retrasar su esperada contraofensiva, recoge la cadena estadounidense.
El think tank Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, en inglés), con sede en Washington, cree que la “cada vez más frecuente serie de ataques rusos con drones y misiles” puede formar parte de una nueva campaña aérea rusa “destinada a degradar la capacidad ucraniana de llevar a cabo operaciones ofensivas de contraofensiva a corto plazo”.
En su informe del pasado domingo, los expertos del ISW recogían que las fuerzas rusas habían llevado a cabo al menos 10 series de ataques en todo el país, particularmente en las zonas de retaguardia, desde el 19 de abril, pero sostenían que el Ejército de Moscú ha utilizado “significativamente menos misiles de alta precisión en estas últimas series de ataques” en comparación con su campaña contra la infraestructura crítica ucraniana del pasado otoño.
Las fuerzas rusas probablemente gastaron “una proporción significativa de sus misiles de precisión en la anterior campaña aérea”, y la actual campaña “puede estar utilizando muchos menos de estos misiles en un esfuerzo por conservar las limitadas existencias restantes”, según el think tank. “En su lugar, las fuerzas rusas han recurrido en gran medida al lanzamiento de un gran número de drones Shahed de fabricación iraní para abrumar a las defensas aéreas ucranianas, aunque las fuerzas ucranianas han sido más eficaces a la hora de derribar los sistemas de precisión rusos que durante la anterior campaña aérea rusa”, asegura.
Los investigadores del ISW sostienen que la nueva campaña aérea del Ejército ruso “parece centrarse en Kiev y en supuestas instalaciones militares industriales y logísticas ucranianas en zonas de retaguardia profunda. La campaña aérea, más limitada, ha sido hasta ahora más regular que la anterior campaña rusa, más amplia, contra infraestructuras críticas, y el ISW ha evaluado anteriormente que las fuerzas rusas pueden estar intentando llevar a cabo series de ataques casi diarios para dar la impresión de que están limitando con éxito las posibles operaciones ucranianas de contraofensiva”.
“Los supuestos objetivos y la naturaleza limitada de esta campaña indican que las fuerzas rusas están preocupadas por las actuales capacidades ucranianas para lanzar operaciones de contraofensiva, aunque es probable que la menor eficacia de estos ataques no esté limitando significativamente las capacidades ucranianas en general”, concluyen.
El pasado martes, tras unos ataques aéreos especialmente intensos sobre Kiev, Ucrania dijo haber derribado seis misiles hipersónicos Kinzhal, unos de los más sofisticados del arsenal ruso. Moscú rechazó esta afirmación y, por su parte, aseguró haber destruido un sistema de defensa antimisiles Patriot de fabricación estadounidense durante los ataques del martes, pero Kiev lo ha negado.
Fuentes estadounidenses declararon que un sistema Patriot había sufrido un impacto indirecto por fuego ruso en las proximidades de Kiev a primera hora de la mañana del martes, pero que seguía operativo, según informa el Washington Post. “Si hay algún daño, creo que será reparado. El sistema Patriot funciona. Puede que incluso haya funcionado esta noche”, ha dicho el portavoz de la fuerza aérea ucraniana, Yuriy Ihnat, este jueves.
Coalición para los F-16
De vuelta de su gira europea, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, elogió a las defensas ucranianas por el derribo de los misiles rusos. “Por eso estamos trabajando constantemente en las visitas que traerán más oportunidades, más sistemas Patriot, IRIS-T, Crotale, Hawk, NASAMS. ¡Una y otra vez, doy las gracias a todos nuestros socios en el mundo que han ayudado a nuestro país con los sistemas de defensa aérea adecuados!”, dijo el martes.
En su discurso, Zelenski hizo referencia a la coalición internacional en la que el primer ministro británico, Rishi Sunak, y su homólogo holandés, Mark Rutte, han acordado trabajar “para dotar a Ucrania de capacidades aéreas de combate, apoyando desde la formación hasta la adquisición de cazas F-16 [aviones de combate que Kiev ha reclamado repetidamente]”, como explicó el Gobierno de Reino Unido en un comunicado este martes. Al día siguiente, los ministros de Defensa de Reino Unido, Ben Wallace, y Alemania, Boris Pistorius, descartaron suministrar cazas a Ucrania por falta de disponibilidad. Ambos aseguraron que la decisión de entregar cazas F-16 a Ucrania corresponde a la Casa Blanca. Hasta ahora, Washington ha descartado enviar F-16, fabricados por la compañía estadounidense Lockheed Martin, a Ucrania.
El debate público en torno a los F-16 ha vuelto a despegar a menos de dos meses de la cumbre de la OTAN que se celebrará en Lituania y a pocos días de la reunión de los líderes del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido) en la ciudad japonesa de Hiroshima, una cita que comienza este viernes y estará centrada en la guerra de Ucrania.
Zelenski tiene previsto viajar a Hiroshima para participar en la cumbre, según informaron medios locales citando a fuentes del Ejecutivo. Zelenski llegaría a Japón el sábado para participar en la jornada de reuniones del domingo en una sesión dedicada a la guerra de Ucrania, y tendría previsto mantener encuentros bilaterales con el presidente estadounidense, Joe Biden, y con el primer ministro nipón, Fumio Kishida, según las mismas fuentes, informa Efe. De confirmarse la visita de Zelenski, sería su primer desplazamiento a Asia tras el inicio de la invasión rusa, y seguiría a una visita a Arabia Saudí, que alberga una cumbre de la Liga Árabe.
Este viernes, los líderes del Grupo de los Siete han anunciado nuevas sanciones para hacer pagar a Moscú por la guerra en Ucrania, han reafirmado su compromiso de ayudar a Kiev “el tiempo que sea necesario” y han subrayado que “una paz justa” requiere la retirada “completa e incondicional” de las tropas rusas.
La invasión rusa también dominó la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del Consejo de Europa que se ha celebrado esta semana en Reikiavik, en la que 40 países han suscrito un registro de pruebas e información de reclamaciones sobre daños, pérdidas o perjuicios causados desde el 24 de febrero de 2022 como “primer paso” hacia el establecimiento de un mecanismo internacional de indemnización para las víctimas.
Paralelamente, Politico ha revelado que las autoridades estadounidenses están planeando la posibilidad de que la guerra entre Rusia y Ucrania se convierta en un conflicto congelado que dure muchos años. Las opciones debatidas en el Gobierno de Joe Biden para una “congelación” a largo plazo incluyen dónde establecer posibles líneas que Moscú y Kiev acordarían no cruzar, pero que no tendrían por qué ser fronteras oficiales, y algunos dicen que un modelo aproximado podría ser la Guerra de Corea, recoge el medio citando varias fuentes estadounidenses.
La invasión rusa de Ucrania ha dejado a su paso un reguero de destrucción, ha obligado a huir a millones de personas y se ha cobrado miles de vidas. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha confirmado que al menos 8.836 civiles han muerto desde el inicio de la ofensiva, y 14.985 han resultado heridos. Sin embargo, se da por hecho que las cifras reales son más elevadas. La comisión independiente de expertos enviada por Naciones Unidas a Ucrania sostuvo el pasado marzo que las olas de ataques lanzadas por las fuerzas rusas contra infraestructuras energéticas desde el otoño pueden constituir crímenes contra la humanidad. Regiones enteras y millones de personas se quedaron durante temporadas sin electricidad ni calefacción, especialmente con temperaturas bajo cero.