Quiénes son los candidatos que pasan a la segunda vuelta en las elecciones generales de Perú
Si algo no sorprendió en los resultados de la primera vuelta en las elecciones generales peruanas del domingo fue que el voto resultase tan fragmentado como la oferta electoral y que habrá, por consecuencia, una segunda vuelta el 6 de junio. Sin embargo, lo que nadie se esperaba y a muchos alarmó fue que el gremialista docente de izquierdas, Pedro Castillo, a quien se vincula con Sendero Luminoso, haya sido el candidato presidencial con más posibilidades de cara a la segunda vuelta. Según la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), con un 20.9% de las actas procesadas, Castillo obtuvo el 15.9% de los votos emitidos a nivel nacional, seguido por el derechista liberal Hernando de Soto con 14.3%, el derechista conservador Rafael López Aliaga con 13.1%, y la derechista populista Keiko Fujimori con 12.3%.
Con 35 millones de habitantes y un censo electoral de 25 millones, Perú celebró sus elecciones legislativas y presidenciales siendo el país sudamericano con más muertes por cada 100 personas por COVID-19. Aunque el voto es una obligación y ausentarse a la convocatoria electoral tiene un castigo monetario, muchos votantes que podían permitírselo consideraron mejor opción pagar los 88 soles (unos 20 euros) de la multa para evitar hacer colas antes de votar, juntarse con mucha gente y entremezclarse, como ocurrió en Lima, con otras filas de gente que compraban bombonas de oxígeno en el mercado negro.
El censo, que cuenta casi con tantos hombres como mujeres, eligió a una docena de partidos, entre los 19 que se disputaban llegar a las urnas, para ocupar los 130 escaños de su Congreso unicameral. Pudieron además elegir entre 18 candidaturas presidenciales y vicepresidenciales a aquellos partidos que pasarán a la segunda vuelta.
Nadie dudaba de esta prolongación en los comicios. Tampoco se tenían dudas acerca de los resultados de la elección legislativa, que se decidieron el domingo sin más vueltas. El divisionismo trasladó al interior del Congreso la fragmentación exterior de la oferta electoral. No habrá mayorías, y en el nuevo Congreso habrá todavía más fuerzas representadas que en el Congreso actual, el cual concluye en julio. Sea quien sea el partido que ocupe el Ejecutivo carecerá de respaldo legislativo y apenas contará, en el mejor de los casos, con 15 escaños.
El Poder Legislativo peruano es unicameral, pero el Ejecutivo lo desempeñan el presidente y dos vicepresidentes. Así lo dicta la Constitución Política del Perú vigente desde 1993. Esta Carta Magna fue redactada en 1992 por un Congreso Constituyente Democrático convocado por el presidente Alberto Fujimori después de haber disuelto el Congreso por la fuerza en un denominado autogolpe.
En primer lugar se encuentra Pedro Castillo. El docente y sindicalista es el candidato presidencial del Partido Político Nacional Perú Libre (PPNPL). Este partido de origen regional -debido a que se caracteriza por representar al Perú profundo-, fundado por Vladimir Cerrón, dos veces gobernador de la serrana Junín, antiguo foco de Sendero Luminoso, antiimperialista y autodefinido como marxista-leninista-mariateguista, ha cobrado fuerza en la víspera de las elecciones. De algún modo, representa el Perú indigenista insurgente guerrillero de izquierdas que Alberto Fujimori y su monje negro y asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos decían haber eliminado para siempre.
Castillo supo construir un lugar fuerte entre los maestros peruanos durante los dos meses de la importante huelga docente en 2017, cuando encabezó la Conare, una plataforma que pretende reconocimiento legal como gremio y que desplazó al histórico Sutep, aun cuando era público que era la mano derecha de Sendero Luminoso en la actividad sindical. En una actividad que registra a unos 400.000 afiliados, el voto docente puede haber ayudado a su buen éxito electoral.
Antes de ese rol entre los docentes, Castillo, nacido en la provincia de Chota, región de Cajamarca, militó y fue candidato de Perú Posible, el partido de Alejandro Toledo, y sobre el que recayeron decenas de acusaciones de corrupción hasta el punto de desaparecer como fuerza política. Pero Castillo no es el único ‘tránsfugo’ -que por otro lado es rasgo característico de la vida política peruana, en especial de la parlamentaria-, en su lista de candidatos al Congreso hay dirigentes con pasado en, al menos, otros siete partidos.
El casi octogenario economista e intelectual Hernando De Soto tiene un perfil mucho más técnico. Para poder competir, acudió a lo que en Perú llaman ‘vientre de alquiler’. Se afilió el año pasado a Avanza País (AP), un partido que se reivindica liberal, pero que en 2006 postuló a la Presidencia al nacionalista Ulises Humala, hermano del después presidente Ollanta Humala. Fue asesor de Fujimori y fue uno de los responsables de las políticas económicas de shock que terminaron con la hiperinflación y resultaron causa del crecimiento que Perú mantendría durante 20 años.
En una reciente entrevista dijo que si llega a la Presidencia, su gobierno no comprará vacunas, sino que dejará que lo haga el sector privado, en competencia libre, para que sean distribuidas a través de “la economía social de mercado”.
Conservador, católico practicante, miembro del Opus Dei, enemigo del aborto y del feminismo radical, practica el celibato y la mortificación desde los 19 años, la de Rafael López Aliaga es una candidatura peculiar en una elección tan extraña como la multitudinaria primera vuelta de las presidenciales peruanas.
Empresario sexagenario, director de Peru Holding de Turismo y accionista del Ferrocarril Trasandino, era, hasta ahora, un desconocido, al igual que su partido, el flamante Renovación Popular, recién fundado en 2020. Perú21 describe así un típico día del célibe hombre de negocios en campaña: “Parte de una estrategia. López Aliaga continuó ayer su campaña en Arequipa, donde se le vio junto a personas disfrazadas de puercos”. Sus enemigos dicen que Aliaga es la versión peruana de Jair Bolsonaro. El empresario lo desmiente. Sabe contar, a él le faltan votos, como lo demuestra el que no triunfara en primera vuelta como sí lo hizo actual presidente brasileño.
La hija de Alberto Fujimori, Keiko, era la candidata presidencial favorita para las elecciones del domingo por el partido fujimorista Fuerza Popular. Es la heredera de los principios de enérgica derecha populista y autoritaria de la presidencia de su padre, de quien fue Primera Dama desde 1994, cuando en un contencioso divorcio Alberto se separó de Susana Higuchi, su madre, también política y después congresista por el Frente Independiente Moralizador (FIM).
Tan independiente pero menos moralizadora que su madre, Keiko está imputada desde 2017 por presunto lavado de dinero en la también presuntamente descuidada financiación de sus anteriores campañas electorales, entre 2018 y 2020 pasó 15 meses en prisión preventiva.
De todos los candidatos, es la más feliz por el resultado de la primera vuelta. Sabe que es muy posible que sea ella finalmente la rival de Castillo, y que en esta competencia ganará gracias a una avalancha de votos del Perú ‘sano’, quienes agradecen con sus papeletas que su padre pusiera fin al terrorismo en el país.
En la elección de 2011 fue derrotada en la segunda vuelta, con más de medio millón de votos, por el político nacionalista y exmilitar Ollanta Humala, quien era entonces el candidato estratégico de Hugo Chávez y del ‘socialismo del siglo XXI’, quien también fue candidato presidencial en la elección del domingo por su Partido Nacionalista Peruano (PNP).En la última elección, en 2016, Keiko perdió finalmente contra Pedro Pablo Kuczynski por una diferencia de tan sólo 40.000 votos.
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