La fugaz visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi –no anunciada y envuelta en secretismo– y la reacción de China han removido las aguas de un Estrecho donde la paz es frágil y Taiwán, la parte más débil. El incidente, que comenzó como un asunto diplomático entre Washington y Pekín, ha acabado en grandes maniobras militares y amenazas del Gobierno chino, que considera la isla como parte de su territorio.
El aumento de las tensiones se produce, además, en un contexto de creciente rivalidad estratégica entre China y Estados Unidos. Desde la presidencia de Barack Obama, Washington puso la región en el centro de su política exterior con el conocido como ‘pivot to Asia’. Donald Trump, por su parte, utilizó una estrategia más dura, como la guerra comercial. De hecho, poco después de ser elegido y antes de asumir el cargo, Trump habló por teléfono con la presidenta de Taiwán, lo que los medios calificaron como el primer contacto de este tipo entre ambos líderes desde 1979.
Joe Biden también se ha posicionado al respecto, llegando a afirmar que defendería militarmente a Taiwán en caso de conflicto, alejándose así de la tradicional “ambigüedad estratégica” mantenida por Washington. A falta de la publicación de la Estrategia de Seguridad Nacional, la Casa Blanca señala en el documento ‘Orientación provisional de la estrategia de seguridad nacional’ que “China es el único competidor potencialmente capaz de combinar su poder económico, diplomático, militar y tecnológico para desafiar de forma sostenida un sistema internacional estable y abierto”.
Esta es una cronología de la semana que ha disparado las tensiones entre EEUU y China.
1 de agosto
Washington dice que Nancy Pelosi “tiene derecho” a visitar Taiwán. John Kirby, coordinador de comunicación del Consejo de Seguridad Nacional, responde así a las preguntas de la prensa. Las informaciones que indican que tiene planes de hacerlo se multiplican desde que se filtró por primera vez en los medios a mediados de julio, pero ella, que está arrancando su gira asiática en Singapur, no confirma si irá.
Las tensiones entre Estados Unidos y China por el posible viaje llevan días hirviendo a fuego lento. La posibilidad de que Pelosi ponga un pie en Taiwán enfurece a Pekín, que ha ido subiendo el tono en sus amenazas: portavoces chinos han dicho que el gigante asiático “no se quedará de brazos cruzados” y “responderá con firmeza” a lo que considera una provocación. “Los que juegan con fuego se queman”, dijo el líder chino, Xi Jinping, al presidente estadounidense, Joe Biden, en una llamada el 28 de julio, según un comunicado. Dos días después, el sábado 30 de julio, el Ejército chino anunció que estaba efectuando ejercicios militares en su costa frente a Taiwán –cerca de las islas Pingtan, frente a la provincia de Fujian–.
China reclama Taiwán, situada frente a su costa sur, como su propio territorio y considera las visitas de las autoridades extranjeras como una afrenta. Los nacionalistas del partido Kuomintang se replegaron en Taiwán en 1949 tras perder la guerra civil contra los comunistas y continuaron con su régimen, que culminó con la transición a la democracia en los noventa. En la isla, autogobernada, viven actualmente 23 millones de personas. Solo una quincena de países reconocen a Taiwán como Estado. Entre ellos no está EEUU.
Washington ha intentado restar importancia a las advertencias de China, calificando su retórica de “innecesaria” y “fuera de lugar”, así como desmarcarse del viaje de Pelosi, destacando las diferencias entre la Casa Blanca y el Congreso. El argumento más repetido por EEUU para calmar las aguas es que la política que ha mantenido desde hace décadas –que a grandes rasgos reconoce a Pekín pero permite relaciones informales y vínculos de defensa con Taipéi– no ha cambiado. Sin embargo, Biden ha afirmado previamente que Washington “se involucraría militarmente” para defender a Taiwán si fuera atacado por China, declaraciones que desataron la confusión y que la Casa Blanca rebajó. Pero algunos las interpretaron como una posible señal de que EEUU está desprendiéndose de su “ambigüedad calculada”, en un contexto mucho más amplio: la competencia estratégica cada vez más intensa con Pekín, en la que Taiwán se ha convertido en el asunto más polémico.
Es aquí donde muchos también enmarcan el viaje de Pelosi, del cual Biden dijo en julio que los militares de su país “creen que no es una buena idea”. Numerosos analistas han apuntado en la misma dirección, remarcando el riesgo de que estallara una crisis con la visita de la congresista demócrata y señalando que podía servir en bandeja a Pekín los argumentos para aumentar la presión militar sobre Taipéi. Mientras, algunos también ponderaban los costos de echarse atrás ante las amenazas del Gobierno chino.
De manera generalizada, se espera una demostración de fuerza por parte de Pekín como respuesta. Algunos expertos creen que la reacción de Xi Jinping probablemente también tiene que ver con problemas internos y subrayan que llega a pocos meses del congreso del Partido Comunista, un importante evento político que puede sellar la permanencia en el poder del líder chino.
A última hora del lunes, la Administración General de Aduanas de China –país con un largo historial de castigos de este tipo– suspendió las importaciones de decenas de productos alimentarios procedentes de Taiwán, con la que no tiene relaciones oficiales pero sí vínculos comerciales multimillonarios.
2 de agosto
Todas las miradas se posan sobre el vuelo SPAR19 que transporta a Pelosi desde Kuala Lumpur, rodeado de secreto. Decenas de miles de personas están pendientes de su llegada no anunciada a Taiwán a través de un portal especializado que permite seguir el recorrido de una aeronave en tiempo real. La veterana política aterriza pasadas las 22:30 horas en Taipéi y la imagen de su avión da la vuelta al mundo. Pelosi, acompañada de una delegación de congresistas, es la primera presidenta de la cámara baja estadounidense que visita Taiwán desde 1997. El rascacielos más alto de Taipéi se ilumina con mensajes como “Bienvenida a Taiwán”. Horas antes, una serie de ciberataques habían afectado a varias páginas web del Gobierno taiwanés.
Nada más aterrizar, Pelosi emite un comunicado, tuitea y publica un artículo en el Washington Post defendiendo su parada en Taiwán. “Es esencial que Estados Unidos y nuestros aliados dejemos claro que nunca cederemos ante los autócratas”, escribe en el Post. “La visita de nuestra delegación honra el compromiso inquebrantable de EEUU de apoyar la democracia vibrante de Taiwán”, se lee en su comunicado. Los medios occidentales recuerdan la larga trayectoria antagonista de la veterana política estadounidense respecto a China y ven en este viaje su posible culminación con las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos como telón de fondo. Las visitas de miembros del Congreso no son nuevas, pero se considera que la de Pelosi tiene importancia por su rango.
El Ministerio de Exteriores chino condena la visita con un duro comunicado en el que escribe que tiene “un impacto severo en la base política de las relaciones chino-estadounidenses e infringe gravemente la soberanía y la integridad territorial de China”. “Socava gravemente la paz y la estabilidad a través del Estrecho de Taiwán y envía una señal muy equivocada a las fuerzas separatistas para la ‘independencia de Taiwán”, dice.
Pelosi insiste en que el viaje “no contradice en absoluto la política mantenida desde hace mucho tiempo de Estados Unidos, (...), [que] sigue oponiéndose a los esfuerzos unilaterales para cambiar el statu quo”. La misma idea lanza John Kirby desde EEUU en una rueda de prensa. “Hemos dicho que no apoyamos la independencia de Taiwán. Y hemos dicho que esperamos que las diferencias a través del Estrecho [de Taiwán] se resuelvan por medios pacíficos”.
El Ministerio chino de Exteriores convoca al embajador de Estados Unidos en el país asiático, Nicholas Burns, para protestar por la visita. Y el Ejército anuncia una serie de ejercicios y simulacros militares en las aguas y cielos cercanos a Taiwán que incluyen el disparo de munición de largo alcance en el estrecho que separa la costa china de la isla. La agencia oficial de noticias del país, Xinhua, dice que las maniobras con fuego real serán desde el jueves hasta el domingo. Una imagen indica que van a tener lugar en seis zonas diferentes en las aguas que rodean a Taiwán. Los analistas creen que los ejercicios chinos recuerdan a los efectuados durante la última crisis en el estrecho –ha habido varias, la última en 1995, en la que China exhibió su músculo militar con meses de maniobras, incluido el lanzamiento de misiles–.
3 de agosto
Pelosi recibe una entusiasta bienvenida en Taipéi. Se reúne con las figuras más importantes de la isla, incluida su presidenta Tsai Ing-wen, y destacados activistas. Declara que EEUU “no abandonará” a Taiwán. La líder taiwanesa condecora a la congresista con una orden honorífica de carácter civil por su “apoyo” a la isla, le agradece sus “acciones concretas de apoyo a Taiwán en un momento crítico” y subraya el compromiso de la isla con “mantener la paz y la seguridad en el Estrecho de Taiwán”.
La visita dura menos de 24 horas. El avión de Pelosi despega cerca de las 18:00 horas. Antes de montarse, escribe en Twitter: “Que nadie se equivoque. El compromiso de Estados Unidos con el pueblo de Taiwán permanecerá inalterable ahora y en las próximas décadas”.
En el frente económico, China suspende las importaciones de una serie de productos taiwaneses, incluidos los cítricos y el jurel congelado a partir del 3 de agosto, y el Ministerio de Comercio suspende la exportación de arena de China a la isla.
4 de agosto
El Ejército chino inicia maniobras con fuego real de largo alcance que los medios estatales califican de “sin precedentes”. Según Xinhua, las fuerzas chinas volaron más de 100 aviones de combate, incluidos cazas y bombarderos, para efectuar ejercicios de entrenamiento de combate. Durante las maniobras, las crónicas describen que la vida cotidiana continúa en Taiwán en pleno aumento de la tensión. El Ministerio de Defensa taiwanés dice que sus fuerzas de defensa están en alerta, vigilan la situación y condenan lo que consideran un “comportamiento irracional” que “ha puesto en peligro la paz regional”.
Por lo general, los ejercicios con fuego real son una prueba de la capacidad de un Ejército para desempeñar misiones en las condiciones más parecidas a la guerra real. Ma Chen-kun, profesor de la Universidad de Defensa Nacional de Taiwán, dice a la agencia Associated Press que los simulacros tienen como objetivo mostrar la capacidad de los militares chinos de desplegar armas de precisión para cortar las conexiones de Taiwán con el exterior y facilitar el desembarco de tropas. A su juicio, los simulacros anunciados son “más completos” que ejercicios anteriores.
Durante los ejercicios, se disparan varios tipos de misiles convencionales, “apuntando a áreas marítimas designadas al este de la isla” de Taiwán, según Xinhua. “Todos los misiles dan en el blanco con gran precisión”, dice la agencia china. El Ministerio de Defensa taiwanés informa de que ha contado 11 misiles balísticos chinos Dongfeng, algunas de sus armas más potentes, en aguas del norte, el este y el sur de la isla. La última vez que esto ocurrió fue en 1996, informa Reuters.
Cinco de los misiles lanzados por China caen dentro de la Zona Económica Exclusiva de Japón frente a Hateruma, una isla al sur del archipiélago principal, según informa el ministro de Defensa nipón, que dice que Tokio protestó ante Pekín por el lanzamiento, calificándolo de “amenazas graves a la seguridad nacional de Japón y la seguridad del pueblo japonés”.
Taiwán denuncia que decenas de aviones de combate cruzan la ‘línea media’, una frontera no oficial en el Estrecho. “Trabajaremos para mantener el statu quo de paz y estabilidad en el estrecho de Taiwán”, dice la presidenta de la isla. “Estamos tranquilos y no actuaremos con precipitación, somos racionales y no actuaremos para provocar, pero no retrocederemos en absoluto”. EEUU dice que espera que Pekín “no fabrique una crisis o busque un pretexto para incrementar su agresiva actividad militar”.
En el frente diplomático, las maniobras son duramente criticadas por gobiernos extranjeros y organismos multilaterales, entre ellos el G7. El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, dice que “no hay justificación” para los “agresivos” ejercicios militares. El portavoz del secretario general de la ONU dice que António Guterres los está siguiendo “de cerca y con preocupación”. Rusia, inmersa en la invasión de Ucrania, se ha puesto del lado de Pekín, con el portavoz del Kremlin asegurando de que la visita de Pelosi sería “extremadamente provocativa”.
Mientras, miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) llaman a la calma. “La Asean está preocupada por la volatilidad internacional y regional (...) que podría desestabilizar la región y eventualmente podría llevar a un error de cálculo, a una confrontación seria, a conflictos abiertos y a consecuencias impredecibles entre las principales potencias”, dicen en un comunicado en el que no aluden de forma explícita a la visita de Pelosi ni a las represalias chinas.
Algunos expertos en las relaciones advierten que los movimientos diplomáticos y militares pueden abrir una nueva era más abiertamente hostil. Un antiguo analista de la CIA, John Culver, asegura que se ha alcanzado un nuevo mínimo en la ya tensa relación entre EEUU y China. “Estamos en una nueva era”, dice, según recoge el New York Times. “Ya no es mediados de los 90. El contexto es totalmente diferente”. Bonnie Glaser, jefa del programa de Asia en el German Marshall Fund, dice que las relaciones entre ambas potencias están “en una espiral descendente”. “Y creo que es probable que China cambie el statu quo en el Estrecho de Taiwán de una manera que va a ser perjudicial para Taiwán y va a ser desfavorable para Estados Unidos”.
La Casa Blanca convoca al embajador de China en Washington, Qin Gang, para decirle que las acciones militares eran “preocupantes para Taiwán, para nosotros y para nuestros socios de todo el mundo”, según Kirby.
5 de agosto
Los reproches públicos continúan. El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, asegura que los ejercicios militares de China en el estrecho de Taiwán suponen una “escalada significativa”. Lo dice en Nom Pen, la capital de Camboya, donde participa en la reunión ministerial de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.
El Ministerio de Exteriores chino anuncia sanciones contra Pelosi, cuya visita tilda de “perversa y provocadora”, y también el fin de los contactos con Estados Unidos sobre cuestiones importantes, entre ellas la cooperación en materia climática. China también convoca a representantes diplomáticos europeos, de la Unión Europea, Japón y Canadá por sus declaraciones.
El Ejército chino lleva a cabo maniobras por segundo día consecutivo. Según el Ministerio de Defensa taiwanés, 49 aviones chinos volaron en la parte este de la ‘línea media’ de Taiwán.
6 de agosto
Taiwán acusa a China de un “posible ataque simulado” en el Estrecho de Formosa durante la tercera jornada de maniobras militares en represalia por la visita de Pelosi. Según el Ministerio de Defensa Nacional de la isla, hasta 49 aeronaves superaron la frontera no oficial, pero tácitamente respetada por China y Taiwán en las últimas décadas.
Por su parte, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, ha reiterado que la respuesta china a la “visita pacífica” de Nancy Pelosi a Taiwán es desproporcionada durante su estancia en Filipinas, un tradicional aliado de EEUU donde el dirigente norteamericano ha mantenido reuniones para tratar la seguridad en la región.
Blinken ha reconocido que las tensiones entre Estados Unidos y China “van en aumento”, pero ha vuelto a manifestar que “no es el interés” de su país “escalar la situación” aún más, por lo que pidió al gigante asiático mantener “las puertas abiertas para la diplomacia”.