El Senado ha elegido por unanimidad este jueves como presidenta a Eva Copa, del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales. Lo ha hecho en presencia y con el apoyo de cuatro senadores opositores. “Hemos podido consensuar las bancadas de oposición y oficialismo con el único objetivo de poder viabilizar las nuevas elecciones lo antes posible, poder pacificar a nuestro país y, sobre todo, defender la democracia”, dijo tras jurar el cargo Copa, conocida por su activismo por los derechos de la juventud y las mujeres.
En caso de vacío de poder, el presidente de la Cámara de Senadores es el segundo en la línea de sucesión del jefe de Estado en Bolivia, tras el vicepresidente del país y por delante del presidente del Congreso. La presidencia del Senado había quedado vacante por la renuncia de Adriana Salvatierra, también del MAS. En este contexto, Áñez, que era segunda vicepresidenta de la cámara, se proclamó mandataria interina de Bolivia en un pleno casi vacío.
Se trata de un nuevo capítulo en el sistema parlamentario boliviano que replantea la asunción de poderes en el país después de que, el miércoles de madrugada, los 74 diputados presentes en el Congreso (73 del Movimiento al Socialismo y una de la oposición) consiguieron entrar de noche en la Cámara Baja tras los primeros impedimentos policiales y votaron un nuevo presidente del Congreso. Sergio Choque consiguió los votos de los suyos y se convirtió en la cuarta autoridad del país, que le daría derecho a ocupar la presidencia en caso de vacío de poder, hecho que todavía no ha reclamado. Tampoco lo ha hecho la nueva presidenta del Senado.
Los nombramientos de Choque y Copa son el contrapoder al de Jeanine Áñez. Bolivia, al igual que España, tiene un sistema parlamentario bicameral. Esto es, tiene dos cámaras: Senado y Congreso. Si habitualmente toda la atención política la tiene el presidente, en este momento de incertidumbre estas asambleas se han convertido en uno de los puntos clave de esta crisis. Así, en una se trabaja para que el golpe de Estado contra Evo Morales triunfe y obtenga una justificación a partir de los recovecos legales, y en otra para que los seguidores del mandatario asilado en México puedan montar un instrumento que haga de contrapeso a la autoproclamada presidenta.
El martes, los diputados opositores convocaron la Asamblea Legislativa. El objetivo era votar la renuncia de Evo Morales como presidente y Álvaro García Linera como vicepresidente para hacerlas oficiales, así como intentar nombrar una nueva dirección tanto en el Congreso como en el Senado. Sin embargo, la sesión no se produjo. La ausencia de los diputados socialistas (que tienen dos tercios de la representación), que señalaron no contar con las garantías mínimas para poder trasladarse, hizo que el primer intento quedase en nada ante la falta de quórum establecida en este caso en la mitad más uno: 65 de 130.
Por la tarde, volvería a ocurrir lo mismo con la diferencia de que la oposición sí que iniciaría la sesión y proclamaría el 'ascenso' de Áñez de vicepresidenta segunda a presidenta del Senado ante las renuncias de los dos cargos superiores. Inmediatamente asumiría la jefatura del Estado, justificándose en el vacío de poder ante las dimisiones de Evo Morales y su vicepresidente, que no se habían votado por la mañana.
El riesgo de 'venezolanización'
Con el nombramiento de Eva Copa, el Congreso y Senado recomponen su directiva tras la cascada de dimisiones y se amortigua el riesgo de que las dos cámaras parlamentarias del país vivieran sin reconocerse. En estos momentos, los que sí se contraponen son el poder legislativo y el ejecutivo, con la consiguiente dualidad. Por ejemplo, en su primera intervención como presidente del Congreso de los Diputados, Sergio Choque pidió a los policías y a las Fuerzas Armadas que dejen de reprimir a los manifestantes que piden la vuelta de Evo Morales. Sin embargo, en estos momentos, las fuerzas de seguridad responden a los mandos de Jeanine Áñez, a quien ayudaron a llegar al poder tras pedir la renuncia del anterior presidente.
Antes de que el Senado nombrara nueva presidenta, el politólogo Diego Ayo señalaba que uno de los escenarios posibles es que “exista una conflagración mutua y que convivan dos presidencias como en Venezuela”. La comparación con el país de Nicolás Maduro es una constante por parte de la derecha boliviana que quiere calificar a Evo Morales de dictador y de querer perpetuarse en el poder. En Venezuela la Asamblea Nacional, donde tiene mayoría la oposición, nombró presidente a Juan Guaidó y desconoció a Maduro, mientras que para la Asamblea Constituyente el dirigente del país es el hijo político de Chávez.
Esta venezolanización de la situación boliviana se caracterizaría en que una parte importante del país no reconoce a la que se autoproclamó presidenta mientras que otra parte no reconocerá a ningún dirigente que no sea Áñez. En segundo lugar, cada una de las dos cámaras que representan la voluntad popular ha tenido una consideración totalmente opuesta a la situación que vive el país empezando por quién ocupa la jefatura del Estado. Esto podría dificultar mucho la necesidad de acuerdos que marquen el futuro del país que pasa por unas elecciones que el mismo Morales convocó. Entre estos acuerdos está la renovación de los órganos electorales o la fecha de los comicios.
Sin embargo, existen diferencias respecto a la situación que vivió Venezuela hace unos meses. La más clara en lo que se refiere al trabajo parlamentario es que, a diferencia de Venezuela, donde cada bando tiene una presencia mayoritaria en una de las dos cámaras por dos votaciones populares en momentos diferentes; en Bolivia tanto Senado como Congreso tienen mayoría de representantes de izquierdas. Esta mayoría surge de la misma votación: las elecciones de 2014 donde Evo ganó con más del 60% de los votos y expira el 22 de enero.
Ayo señala otros escenarios alternativos que pasan por el “diálogo y el pacto” entre sectores del MAS y los movimientos sociales con sectores de la oposición para establecer un camino hasta las elecciones que deberían celebrarse antes de la fecha señalada. Según quién convoque esas elecciones y con qué condiciones, se podría generar una situación similar a la que llevó a Guaidó a autoproclamarse presidente: que una parte no las reconozca generando una bicefalia al estilo venezolano.