Todo empezó intentando que Evo Morales no pudiera presentarse a la reelección. Siguió con una campaña anunciando un fraude electoral de unas elecciones que se habían convocado para el 20 de octubre. La profecía autocumplida exigía no reconocer el resultado electoral en cuanto empezaron a salir datos que apuntaban a que Morales podría haber ganado la reelección en la primera vuelta. Y, a partir de ahí, unas protestas que derivaron en la quema de casas de dirigentes políticos, el amotinamiento policial, el golpe militar, el derrocamiento de Morales y la investidura de una senadora, Jeanine Áñez, como presidenta del país a manos de un mando del Ejército.
Álvaro García Linera (Cochabamba, 1962) es el vicepresidente del Gobierno de Morales derrocado por el pronunciamiento militar y asilado temporalmente en México a la espera de la evolución de los acontecimientos de su país. No sólo ha sido el número dos del Gobierno de Morales durante más de una década, García Linera es uno de los principales referentes ideológicos y teóricos de los procesos de cambio en América Latina y de dirigentes de nuevas formaciones políticas europeas de izquierda.
García Linera atiende a eldiario.es por Skype para hablar del golpe en su país.
¿Qué ocurrió en Bolivia?
Un golpe de Estado cívico policial. Se inició como un golpe civil contra el Gobierno, las instituciones, y, a mitad del camino, se volvió policial y militar.
¿Cómo es posible que después de casi 14 años en el poder, los militares se revuelvan contra Evo Morales?
Ha tenido que correr mucho dinero para comprar mandos policiales y militares. Ha habido presión para disciplinar esos mandos para la estructura golpista.
¿Cómo empezó todo?
Hace dos semanas comenzó una movilización de sectores civiles, violentos, que no reconocieron las elecciones desde el día siguiente. Quemaron cinco órganos electorales de nueve. En aquellos momentos, era aún un episodio civil, que la policía intenta amortiguar sin detener a nadie, despejando a la gente.
Luego viene una movilización, convocatorias de clase media urbana tradicional, en las ciudad de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, en el eje de las ciudades más importantes del país.
En ese momento, hace dos semanas, los grupos de choque paramilitares se encargan de infundir terror; queman sedes sindicales en varios lugares del país; amenazan con quemar casas de dirigentes y lo logran; atacan y queman domicilios de dirigentes.
Forman grupos en motos que golpean y atacan con armas de fuego contra las movilizaciones populares indígenas que venían a La Paz. Más de 10.000 mujeres fueron atacadas por 500-800 violentos en moto con lanza granadas artesanales.
Se crea un estado de terror que busca el control y el miedo en dirigentes sindicales y políticos. Nosotros sacamos a la policía para retomar el control, pero no a los militares. Pero la policía actuaba tímidamente. No agarraba a los agresores y mostraba una actitud dudosa contra estos brotes.
Y se amotina.
La pasada semana, el día viernes, la policía se amotina. Dice no reconocer al mando civil, se repliega a sus cuarteles y grita: “Motín policial”.
La policía deja el país y las ciudades, las instituciones, sin ningún tipo de protección. Eso sucede el día viernes, y el sábado, 12-14 horas después, el mando militar le pide al presidente que debe dejar el Gobierno.
Ha habido una escalada desde las movilizaciones de clase media en contra del Gobierno, a la formación de grupos paramilitares violentos que queman instituciones y casas privadas, hasta el motín policial y la petición de las fuerzas armadas. Ha sido una escalada de fuerza para no reconocer la Constitución y al Gobierno. Y nosotros renunciamos para que no haya más incendios de casas, no haya más enfrentamientos.
Ellos no reconocen la sucesión constitucional, y es un general quien coloca la banda presidencial a una senadora que no tenía ningún rol en la sucesión constitucional, que es: presidente, vicepresidente y presidenta del Senado. Ella es presidenta de una comisión del Senado. No reconocen el órgano constitucional, y un militar coloca la banda.
Además, para aceptar la renuncia del presidente y el vicepresidente se tienen que reunir ambas Cámaras, y leer allí las renuncias. Pero no hubo convocatoria de la Asamblea porque sólo tienen un tercio de los escaños. Así que se reunió ese tercio para que un militar le coloque la banda presidencial.
Desde el lunes hasta hoy, la gente ha salido a las calles, y hay más de 10 muertos oficiales a balazos: una vez que esta mujer toma el poder, los militares y policías salen a reprimir.
Cuando empezaron los conflictos graves, los militares pidieron una reunión al Gobierno y dijeron que no tenían medios para los motines y que hacía falta un decreto presidencial. Pero ahora salen a las calles sin decreto presidencial y en operaciones conjuntas con la policía, con el resultado de 10 muertos a bala y más de 20 heridos de bala.
¿Ahora qué va a pasar?
Hay un Gobierno de facto sin Asamblea, sin sucesión constitucional, que está presionando para que la Asamblea lo reconozca. Pero la Asamblea no ha podido ni reunirse porque han sido maltratados los diputados, hay órdenes de detención, y están presionando para que la Asamblea acepte a la senadora como presidenta constitucional.
En paralelo, está habiendo fuertes movilizaciones en La Paz, El Alto y Cochabamba, donde diversos sectores están movilizados y se ha decretado un paro total en El Alto.
¿Qué buscan ellos? Que la Asamblea los legalice, y están ofreciendo que no habrá persecución a los diputados, y que el partido del Gobierno (el MAS) podrá presentarse a las próximas elecciones dentro de unos meses, pero sin Evo como candidato.
Pero Evo Morales quiere volver, ¿no?
Evo salió y renunció para impedir que haya muertos. Nosotros no sacamos los militares, Evo renuncia para que no se sigan quemando más casas, pero los paramilitares siguen, la policía emplea gases y los militares han salido a disparar contra civiles.
Viendo la evolución de los acontecimientos. ¿Creen que había un plan?
Visto ahora, sí. Y no nos dimos cuenta, no supimos entender las señales. Había un plan previamente establecido, lo han denunciado unas grabaciones publicadas. Pero internamente ya nos cuentan los actores ahora que si Evo no ganaba con un número por más del 50%, iban a no reconocer la elección justificando que había fraude.
Dos meses antes ya comenzó la campaña de que iba a haber fraude. Y ahí es cuando invitamos a todos a observar las elecciones, cuando empezó una campaña insidiosa de que iba a haber fraude. Estaban preparando un escenario que no reconocer los resultados.
¿Cómo cree que se han comportado agentes externos?
La OEA ha tenido un comportamiento vergonzoso, porque el mismo día de las elecciones o al día siguiente, la OEA publicó un informe preliminar en el que decía que las elecciones fueron tranquilas y transparentes, y que Evo había ganado con más de 10 puntos sobre el segundo. Pero, aun así, decían que la distancia era muy pequeña y recomendaban una segunda vuelta. Es decir, la OEA recomendaba saltarse la Constitución. Si habíamos ganado por más de diez, no se necesitaba segunda vuelta.
Aun así, luego pedimos una comisión para una auditoría, que tenían que haberla entregada el miércoles. Pero el domingo, en la madrugada, en medio de todo el caos del motín policial, la OEA publica un adelanto de su informe y dice que se han detectado irregularidades y propone que haya nuevas elecciones.
Las irregularidades que anota en las elecciones son: de 300 mesas, selecciona 70 y dice que hay irregularidades, usa el argumento del 0,2% de las mesas para justificar que ha habido tremendas irregularidades y propone una nueva elección. Y después acusa a Evo que ha habido fraude y de que es el golpista, cuando su informe no habla de fraude, sino de irregularidades.
Este informe del domingo, faltando cuatro días para la fecha prevista de entrega, incendia más el país: es el momento en que la policía está amotinada, hay paramilitares y el informe dice que se habían producido serias irregularidades que ponen en duda la victoria de Evo.
Usted tiene una biblioteca de 30.000 libros en su casa de Bolivia que corre riesgos de ser incendiada.
Antes de que renunciáramos, el domingo, queman la casa del presidente. Entran estos paramilitares a quemar la casa del presidente, de su hermana, secuestran a familiares de ministros y les obligan a que llamen a los ministros para que renuncien y sean quemadas las casas. Son relatos de terror de los años 30 cuando se perseguía a los judíos.
Y ese mismo día se acercan a mi casa varias personas. Previamente ya iban a mi casa, con sus latas, contra mí, tiraban huevos a la ventana... Y yo no tengo protección militar. Los estaba esperando.
Pero el domingo vuelve un grupo a mi casa, y como había incendios en las otras casas, amenazan con quemar la mía. Ese día es cuando una campaña internacional, con intelectuales, para salvar la biblioteca. Y esa respuesta ha disuadido un poco.
No he vuelto a regresar a mi casa, están mis dos cachorras alimentadas por los vecinos, en la casa abandonada a la espera que no me la queme esta banda de paramilitares.
Hace dos años, en una entrevista con eldiario.es, García Linera reflexionaba sobre las fortalezas y debilidades de los procesos de cambio latinoamericanos y sus revoluciones, como la boliviana: “Me gusta la imagen que usaba el profesor Pierre Bourdieu cuando decía: '¿Por qué se rompe un vaso de cristal?' Porque le tiro un teléfono celular y se rompe. ¿La culpa es del celular o porque es frágil? Si el vaso en vez de vidrio fuera de acero, le tiro el celular y no se rompe, o le doy un martillazo y no se rompe. Igual son las revoluciones, siempre van a ser objeto de asedios, del celular o martillazos o piedras que van a acechar. Si tú elaboras un vaso de cristal, se rompe; pero si elaboras un vaso de acero, va a resistir la pedrada. Lo mismo con los procesos revolucionarios: cómo es su contenido para que tengan mayor fragilidad y por lo tanto sean más vulnerables a crisis internas o crisis externas, o sean más resistentes para aguantar en el tiempo el conjunto de agresiones internas y externas. Cuando uno compara Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, puede visualizar esta diferencia: el vaso no se rompe por la piedra o el celular, se rompe porque es rompible. ¿Cómo hacemos vasos que no sean rompibles?, ese es el gran dilema de una persona que participa en un proceso revolucionario o progresista”.en una entrevista con eldiario.es,
Dos años después, parece que el vaso revolucionario que ha terminado de ceder al asedio y el acecho ha sido el boliviano.