La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

Syriza busca en su segundo congreso defender su condición de izquierdas

EFE

Atenas —

Syriza celebra a partir del viernes su primer congreso como partido en el Gobierno, una cita crucial en la que buscará cuadrar el círculo entre sus tesis izquierdistas y la realidad de dirigir un país que vive bajo el corsé del rescate.

Tras su histórica victoria en las elecciones de 2015, en las que la Coalición de la Izquierda Radical, nombre del que surge el acrónimo de Syriza, logró un 36,2% de los votos, mucho ha cambiado en este partido surgido de más de una decena de formaciones izquierdistas.

A día de hoy, las encuestas dan al partido del primer ministro, Alexis Tsipras, una media del 18% y a la conservadora Nueva Democracia entre ocho y diez puntos porcentuales más, todo ello pese a que la ciudadanía no ha olvidado que los males que padece actualmente el país los fraguaron gobiernos socialdemócratas y conservadores.

En una reciente encuesta del instituto Public Issue, publicada nada menos que por el diario de Syriza “Avyí”, el 90% de los encuestados dice sentirse insatisfecho con el trabajo del Gobierno, claro que un 80 % dice lo mismo de la oposición.

En el congreso, el segundo ordinario desde su fundación oficial como partido que se desarrollará hasta el domingo, los delegados elegirán a un nuevo presidente, renovarán el comité central, y aprobarán una serie de nuevas tesis.

Tsipras es el único que se presenta como candidato a la jefatura del partido, por lo que su éxito deberá medirse por el porcentaje de votos que obtenga.

El comité central será completamente reformado, con un número reducido de miembros que lo haga más funcional.

El verano pasado, en plena crisis del partido por la firma del tercer rescate -antes de las elecciones Syriza había prometido que no se rendiría ante los acreedores- la cuarta parte del comité central, es decir 50 personas, dimitieron por sentir que el Gobierno de Tsipras había abandonado sus promesas electorales.

Fue el momento en el que el partido se escindió y el hasta entonces ministro de Energía, Panayiotis Lafazanis, creó una nueva formación, bautizada como Unidad Popular y defensora de las tesis originales de Syriza.

En las segundas elecciones de septiembre, sin embargo, este nuevo partido no logró convencer a los desencantados y ni siquiera obtuvo el 3% mínimo para acceder al Parlamento.

Syriza, en cambio, revalidó su victoria, aunque ligeramente debilitada, con un 35,5% y 145 diputados en lugar de los 149 que había obtenido en enero.

Entretanto, se ha formado un nuevo partido surgido de la disidencia de Syriza, esta vez fundado por la que presidenta del Parlamento, Zoi Kontstandopulu, y denominado Travesía hacia la Libertad.

Además de perder a buena parte de sus dirigentes y diputados, la sangría de Syriza ha afectado a su organización juvenil y al 11% de sus miembros, cifra oficial de las bajas de afiliados.

El gran reto de Syriza ahora será defender su nueva condición de partido de masas y evitar volver a convertirse en la formación minoritaria que era todavía en 2004, cuando bajo el nombre de Synaspismós, obtuvo un 3,2%, un destino que la conservadora Nueva Democracia le augura un día sí y otro también.

Para ello tendrá que demostrar lo que aparenta ser imposible: compaginar una ideología izquierdista con el cumplimiento de un doloroso tercer programa de rescate que ya ha obligado al Gobierno a apartarse de la mayoría de su programa electoral, con recortes a las pensiones, subidas de impuestos y más privatizaciones de empresas estatales.

En los últimos meses y semanas Tsipras no desaprovecha ocasión para demostrar que, pese a que el corsé del rescate es omnipresente en la sociedad, existen diferencias entre un Gobierno socialdemócrata o conservador y uno de izquierdas.

Así, su Gobierno ha estado aplicando una serie de reformas e iniciativas de corte social, como programas de empleo y subsidio para los parados crónicos; la contratación temporal de profesores para que el año escolar pudiera empezar regularmente (algo inusual en Grecia), así como de médicos para la maltrecha sanidad pública.

Además, ha aprobado una serie de medidas para combatir la evasión fiscal y la corrupción, las dos grandes lacras de este país durante los últimos cuarenta años.