Hace 20 años, Tamir Sorek fue uno de esos militares israelíes objetores de conciencia que se negaron a servir en los territorios ocupados. Se crio muy cerca de la frontera con Líbano y tomar una posición contra el proyecto de colonización israelí le enfrentó a mucha gente de su entorno, recuerda.
Sorek estudió Sociología en la Universidad Hebrea de Jerusalén y desde 2003 vive en EEUU y es profesor en el Departamento de Historia en la Pennsylvania State University especializado en la intersección entre identidad nacional, ciudadanía, poder y cultura en Oriente Medio.
¿Cómo se siente ser hoy un israelí contra la ocupación con lo que está ocurriendo?
Empecé a ser más activo en términos políticos en 2002, cuando inscribí mi nombre en la lista de soldados que se negaban a servir en los territorios ocupados. Por aquel entonces daba charlas en Francia y Estados Unidos para movilizar apoyos y alimentar la oposición a la ocupación de Israel.
Tomar esta posición en contra del proyecto de colonización, que es básicamente posicionarse en contra de las prácticas sionistas tal y como se han llevado a cabo durante décadas, te pone en contra de la mayoría de los israelíes. No es algo que sea aceptable entre la gente con la que crecí, mis amigos de la infancia y mi familia. Obviamente, cuanto más estás en este mundo, tus conexiones sociales se acercan a este enclave de israelíes que comparten tu visión y eso te hace sentirte menos aislado.
También te acerca a los palestinos que quieren desmantelar el apartheid y detener la colonización, pero que siguen viendo a los judíos israelíes como parte de su futuro y sus aliados. Hay una parte de israelíes y palestinos que se imaginan un futuro común basado en la igualdad y ese es mi punto de referencia y mi comunidad política intelectual. En este grupo hay muchos más palestinos que israelíes.
¿Qué cree que ha pasado en la sociedad israelí en los últimos años para que disminuya tanto el sector contrario a la ocupación?
El punto de inflexión importante fue el año 2000. Los años 90 fue una década de esperanza para muchos israelíes y, en cierto punto, también para los palestinos. Con los Acuerdos de Oslo había esperanza de que el proceso en sí tuviera alguna dinámica que condujera a la restauración de al menos algunos derechos. La llamada izquierda sionista israelí era incluso más optimista. Algunos pensaban incluso que el conflicto ya había terminado y esto está relacionado con la desconexión de la mayoría de los judíos de la vida palestina. Sin embargo, cuanto más continuaba el proceso de Oslo, más crecía la frustración entre palestinos sobre el final de la ocupación que se imaginaban.
La izquierda israelí se imaginó que podías tener este régimen democrático dentro de la Línea Verde en Israel y mantener una dictadura cruel en los territorios ocupados
El colapso del proceso es el punto de inflexión. Ehud Barak, primer ministro, regresó de Camp David culpando al 100% a los palestinos y afirmando que ofreció todo lo posible y asegurando que no había socio al otro lado. Pero en política un socio no es algo que se tiene en la estantería, sino algo que tú creas.
El resultado de esa visión es que continúan con el statu quo, que es la opresión palestina y el apartheid, ignorando el legado de 1948 como si nunca hubiera ocurrido. Lo mejor para ti es encontrar un socio para evitar estallidos recurrentes de violencia, pero este no fue el enfoque que adoptó la izquierda sionista.
Como para ellos no había socio posible, había que ocuparse de otras cosas más urgentes como la economía, las desigualdades dentro de Israel, la corrupción y el lugar de la religión en el Estado, entre otras. La llamada izquierda sionista, que es básicamente secular, abandonó la cuestión de la existencia israelí-palestina.
¿Cómo cambió Netanyahu esa dinámica en la izquierda?
La izquierda sionista comenzó a desarrollar una obsesión con Netanyahu, que personificaba todos sus problemas. Estos no se articulaban en torno al apartheid, sino a la pérdida de hegemonía política. Este era el grupo demográfico que había liderado durante décadas el movimiento sionista y el Estado de Israel durante décadas.
Lo que llamamos la izquierda secular en Israel es más una categoría sociológica que ideológica. Estaban luchando por su posición en el Estado. Desde 2009, Netanyahu se ha convertido en un pararrayos que capta toda la ira de un lado y toda la admiración del otro. Hay muchas razones para odiar a Netanyahu, pero esta obsesión se ha producido a expensas de tratar el verdadero problema: que no habrá nunca una prosperidad pacífica sin desmantelar el régimen de apartheid y sin reconocer la injusticia histórica cometida contra los palestinos.
La cuestión palestina ha sido marginada y silenciada y cada intento de los palestinos de rebelarse contra este orden, como el boicot o las sanciones, ha sido descalificado y combatido incluso por el sionismo secular de izquierdas. Cualquiera que, como yo, expresara simpatía por estas iniciativas era considerado un lunático radical o un traidor.
La naturaleza de la ocupación y del apartheid es que crean una violencia creciente y más periodos de emergencia. Estas condiciones a su vez crean tendencias fascistas en la sociedad israelí
Si no legitimas este tipo de lucha, obtendrás una lucha mucho peor. Cuando el ministro de Defensa que era en ese momento el líder de este sionismo de izquierdas, Benny Gantz, cierra seis organizaciones de derechos humanos en Cisjordania, no hubo ni una sola protesta de la izquierda sionista. Durante las manifestaciones frente a la valla en Gaza en 2018 Israel reaccionó de manera muy violenta y mató a cientos de personas. De nuevo, la izquierda sionista lo aceptó como parte del orden natural. Todo tipo de lucha legítima fue completamente eliminada por las autoridades israelíes dentro del consenso de la sociedad judía, incluido lo que llamamos izquierda. Yo no lo considero izquierda porque ser de izquierdas es luchar desde un punto de vista universal. No puedes poner el apartheid, como un elemento marginal a discutir más tarde.
El ataque de Hamás del 7 de octubre ocurre en este contexto y el efecto es que ha unificado a la sociedad israelí. No sé si se mantendrá a largo plazo, pero ahora mismo todo el mundo está de acuerdo en que hay que destruir a Hamás, sea cual sea el precio moral de ello.
¿Pero es posible para esa izquierda sobrevivir sin rechazar la ocupación?
La naturaleza de la ocupación y del apartheid es que crean una violencia creciente y más periodos de emergencia. Estas condiciones a su vez crean tendencias fascistas en la sociedad israelí. En este momento es muy difícil hablar públicamente en contra de la guerra. Se ha despedido a profesores de universidades, los académicos palestinos no se atreven a hablar por miedo a acoso... Hay muchos riesgos.
Hizbulá es un producto de Israel y surgió exactamente por la misma actitud de destruir un poder palestino para no discutir una solución política
No habrá ningún futuro para las fuerzas prodemocráticas en Israel si no toman esta realidad como su primera prioridad. Y, por desgracia, ahora todo el mundo se moviliza en torno a esta consigna: destruir a Hamás. Es normal porque la matanza y tortura de civiles de Hamás ha activado traumas sobre el exterminio que existen en la sociedad israelí. Ahora bien, es obvio que la memoria del Holocausto ha sido instrumentalizada por el Estado de Israel durante décadas, pero es parte de la biografía familiar de mucha gente y trae esos traumas a la primera línea. Creo que no hay ninguna duda de que el ataque de Hamás tenía elementos genocidas. Esta ansiedad extrema va mucho más allá de cualquier discusión racional y eso perjudica a la democracia.
El historiador israelí Ilan Pappé sostiene que Israel no puede seguir funcionando como una democracia mientras avanza el proyecto colonial.
Lo que la izquierda se imaginó es que podías tener este régimen democrático dentro de la Línea Verde en el que hubiera libertad de expresión y separación de poderes y mantener una dictadura cruel en los territorios ocupados donde no hay absolutamente ninguna libertad de expresión, donde hay dos sistemas legales diferentes para judíos y palestinos y donde el sistema judicial militar es el que se ocupa de los palestinos.
Esta ilusión ha terminado. Parte de esta orientación fascista que vemos ahora permanecerá después de un alto el fuego. Esta pretensión de tener una democracia se acabaría [después de la ofensiva en Gaza].
¿Qué opina de cómo está gestionando el Gobierno la cuestión de los rehenes secuestrados?
A este Gobierno no le importan realmente los rehenes y, por desgracia, la opinión pública israelí no está lo suficientemente movilizada como para ejercer presión sobre este asunto.
Cuando Netanyahu dice que no habrá alto el fuego sin la vuelta de los rehenes, significa que no ve la devolución de los rehenes como un elemento importante. Todo el mundo sabe que Hamas ni siquiera puede liberar rehenes bajo un bombardeo constante. El gobierno ha decidido arriesgar sus vidas porque no quiere detener la campaña militar.
Paralelamente en la política estadounidense parece algo revolucionario pedir un alto el fuego que incluso solicita la ONU.
Yo no entiendo la lógica de la Administración estadounidense. No sólo en el nivel moral de legitimar este asesinato en masa que estamos viendo, sino incluso en la política real de arriesgar toda la estabilidad de la región y arriesgar incluso la capacidad de palestinos e israelíes de vivir juntos después de esto. Tampoco entiendo por qué Biden está dispuesto a nivel interno a arriesgar su propia base de electores. No entiendo lo que está pasando aquí en EEUU.
A este Gobierno no le importan los rehenes y, por desgracia, la opinión pública israelí no está lo suficientemente movilizada como para ejercer presión
¿Cree que es posible destruir a Hamás como reivindica Israel?
Hamás no es el problema de Israel. El problema de Israel es el odio infinito y sentimientos de venganza que Israel ha alimentado durante décadas entre palestinos. Quizá sea capaz de entrar en Gaza y destruir físicamente los cuarteles de Hamás, matar a muchos de sus líderes y celebrar su victoria ¿Y después qué? Multiplicas el odio y sólo aseguras que lo que vimos el 7 de octubre será siempre una opción porque nunca eliminaste la desesperación y el odio.
Cada vez que Israel busca una solución técnica a un problema político, fracasa. Ante los atentados suicida construyó una valla para impedirlos. Después llegaron los misiles y trajo el sofisticado escudo antimisiles. No resolvieron el problema. Ahora dicen que matarán a todos los de Hamás y estaremos tranquilos, pero eso es no aprender de la historia.
En 1982 yo tenía 13 años y vivía en la frontera entre Israel y Líbano. Recuerdo los misiles volando sobre mi cabeza y el ejército entró en el Líbano con el objetivo de destruir la infraestructura de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) y establecer un gobierno amigo en Líbano. Lograron destruir la infraestructura de la OLP, pero crearon un enemigo que es mucho más fuerte de lo que la OLP ha sido nunca. Hizbulá no existía cuando entró Israel, sino que surgió como reacción a la presencia israelí. Hizbulá es un producto de Israel y surgió exactamente por la misma actitud de destruir un poder palestino para no discutir una solución política. Esto es lo mismo que Israel está haciendo ahora.
Este Gobierno en particular no tiene otra visión excepto la limpieza étnica. Si preguntas a los diferentes ministros sobre su visión de futuro, los únicos que tienen una visión clara son los ministros de extrema derecha de Poder Judío y Sionismo Religioso. Dicen claramente que lo que quieren es una limpieza étnica. Ningún otro político en el Gobierno tiene visión de futuro.
¿Qué sentido tiene destruir a Hamás si no tienes una visión? Y si tu visión es la limpieza étnica, lo que declaras es que esto es una guerra eterna. No han dicho qué pasará después, pero creo que comparten el deseo de ver desaparecer a los palestinos.
Creo que deberíamos empezar a usar el término genocidio porque el riesgo es real
Hace unos años se mostraba reticente a usar el término genocidio, pero ahora dice que sí lo usa ¿Cuándo y por qué cambió de opinión?
Ha sido un proceso gradual, pero creo que lo fundamental es que si no promueves ninguna solución política honesta, el resultado por defecto no es el statu quo para siempre y abres la puerta a que entren muchas otras visiones moralmente distorsionadas.
Líderes religiosos han educado a una generación de líderes militares en instituciones del sionismo religioso y proporcionan una justificación religiosa al genocidio. Los estudiantes que fueron socializados en estas instituciones están sobrerrepresentadas en el nivel medio de oficiales del ejército. Hoy en día, cuatro de los comandantes de brigada en Cisjordania fueron educados en estas instituciones.
Antes me resistía a utilizar este término porque tiene unas implicaciones y aumenta la ansiedad y la sensación de amenaza existencial, pero en 2014 Israel lanzó uno de los ataques más duros hasta entonces sobre Gaza –con 550 niños muertos– y no hubo ninguna oposición seria entre la sociedad israelí. Entonces me pregunte si había algún límite. Parece ahora que más de 10.000 tampoco es el límite.
Creo que deberíamos empezar a usar este término porque el riesgo de genocidio es real. El discurso de genocidio se ha legitimado y ha ganado presencia en el corazón de las instituciones israelíes.
Ministros del Gobierno e incluso el presidente de Israel han sugerido que no hay civiles en Gaza ¿Qué posición tiene la élite política israelí al respecto?
La percepción dominante ahora en Israel es que no importa, pero va más allá de eso. Netanyahu incluso ha utilizado el término bíblico amalequitas, que era un pueblo que se consideraba tan enemigo que su exterminio era incluso ley divina. Esta referencia a los palestinos como amalequitas ha estado antes en el sionismo religioso y su significado es muy claro: exterminio. Netanyahu se refiere a Hamás, pero como la palabra se ha utilizado antes para referirse a los palestinos, su uso es muy significativo y proporciona cierta legitimidad para el discurso genocida.