ENTREVISTA

Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional: “La UE no ha estado a la altura de las circunstancias en la lucha por los derechos humanos”

Stephanie Kirchgaessner

Washington —
28 de marzo de 2021 21:22 h

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Los líderes europeos fueron incapaces de llenar el vacío en materia de derechos humanos durante el mandato de Donald Trump y adoptaron políticas que violan estas normas, dice Agnès Callamard, una de las principales expertas mundiales en este campo.

En una extensa entrevista con The Guardian, la investigadora francesa, que asumirá el cargo de secretaria general de Amnistía Internacional este lunes, describe un panorama desolador para los derechos humanos a nivel mundial, y cuestiona a los líderes europeos.

“Siempre tienen algo más importante en la agenda. Ya sea en Alemania, en Francia o en Reino Unido. Dígame un país europeo cuyo gobierno sea conocido por tener una posición que defienda los derechos humanos”, dice. “Los ejemplos son demasiado escasos y dispersos entre sí”.

Sus declaraciones evidencian que es proclive a hacer afirmaciones contundentes, sin miedo a quien se pueda sentir ofendido.

Pagó la investigación del asesinato de Khashoggi cuando era relatora

Desde 2016, Callamard, de 57 años, ha ejercido como relatora especial para ejecuciones extrajudiciales en Naciones Unidas (ONU), un cargo voluntario e independiente que le sirvió para investigar y sacar conclusiones sobre asesinatos de figuras relevantes, desde el ataque con drones del Gobierno Trump que mató al general iraní Qassem Suleimani, pasando por la presunta implicación del Kremlin en el envenenamiento de un detractor del Gobierno, Alexéi Navalni, hasta los asesinatos arbitrarios del Gobierno del presidente filipino, Rodrigo Duterte.

Pero la investigación más destacada de Callamard ha sido la del asesinato del periodista Jamal Khashoggi a manos de agentes saudíes en el consulado saudí de Estambul. Callamard dijo en 2019 que este brutal ataque probablemente contaba con el beneplácito del Estado.

La experta indica que por su función siempre le ha tocado pelear, en parte porque en Naciones Unidas se ha tenido que enfrentar a obstáculos “en todo momento”; obstáculos que, según dice, no contribuyen a apoyar la labor de defensa de los derechos humanos.

“Abordé mi mandato con actitud reivindicativa, con una gran determinación y trabajando muy duro para poder hacer lo que quería”, dice. “¿No quieren darme recursos? Lo haré de todos modos. ¿No quieren ayudarme a investigar el caso de Jamal Khashoggi? Pues lo haré, y lo pagaré yo misma, cosa que hice, por cierto”.

La ONU no quiere molestar a los poderosos

En su opinión, a la escasez de medios económicos para la defensa de los derechos humanos se suman los problemas derivados de la “mentalidad institucional” de la ONU, que ha “empeorado” con el actual secretario general, António Guterres.

“Es una mentalidad que no fomenta, como debería, los posicionamientos contundentes. Es una mentalidad preocupada por no molestar a los poderosos”, lamenta. “Así que por todos esos factores, a veces podemos sentir que [los relatores especiales] somos una molestia y algo que hay que controlar, en lugar de una herramienta y una voz que hay que amplificar”.

Callamard puntualiza que con estas afirmaciones no quiere señalar a ninguna persona en concreto, sino a un “sistema” que no está pensado para empoderar a personas como ella, y que a veces se paraliza por miedo al riesgo.

La oficina del portavoz del secretario general de la ONU no ha respondido a estas afirmaciones.

Si bien es evidente que los derechos humanos han sido vulnerados en el pasado, Callamard indica que ahora el mundo se enfrenta a un fenómeno relativamente nuevo en el que se está cuestionando la propia idea de que los derechos humanos sean importantes, un hecho que ha quedado de manifiesto durante la Presidencia de Donald Trump, así como por las acciones de China y Rusia.

“Creo que China es un modelo evidente de país que se empeña en deshacer, o arrinconar, los derechos humanos para que no sean un pilar fundamental del sistema multilateral”, indica. “Y luego, está Rusia, insistiendo en los llamados valores tradicionales, con el apoyo de Hungría y Polonia y otros. Así que, en general, nos encontramos en un contexto en el que los derechos humanos se cuestionan como objetivo deseable. Y creo que este fenómeno es bastante nuevo”.

“La UE no ha estado a la altura del desafío”

Frente a estas tensiones, Callamard reprocha a los países que tradicionalmente han promovido los principios de los derechos humanos que no hayan estado a la altura, especialmente durante el mandato de Trump. Concretamente, pone como ejemplo la respuesta de Europa a las vulneraciones de los derechos humanos por parte de Arabia Saudí, afirmando que ni Alemania, ni Francia, ni Reino Unido han dado una respuesta firme o crítica a ellas.

“Ninguno de los países europeos estaba dispuesto a poner en peligro una relación cordial con Arabia Saudí, a cuestionarla o a debilitarla con cualquier tipo de posicionamiento en derechos humanos que resultara crítico. Así que Arabia Saudí es un muy buen ejemplo. Egipto es un buen ejemplo”, dice.

“En ausencia de un Gobierno en Estados Unidos que promoviera los derechos humanos, la UE tuvo una voz débil y no estuvo a la altura de las circunstancias”, dice.

Callamard pone como ejemplo el debate en torno a un acuerdo comercial entre la UE y China, en el que las violaciones de los derechos humanos por parte de China no desempeñaron un papel relevante en las negociaciones.

También recuerda que tanto la UE como el Reino Unido han recibido constantes críticas por parte de los defensores de los derechos humanos en relación con el trato a los inmigrantes, y que ambos han adoptado posturas que “vulneran completamente las normas internacionales de derechos humanos a muchos niveles”.

Asimismo, señala la problemática adopción y “normalización” de las leyes de emergencia aprobadas en nombre de la seguridad nacional, así como el presunto abandono de hijos de personas que han sido reclutadas por el ISIS y que aún se encuentran en los campamentos del norte de Siria.

“La UE no sólo no está en esos casos a la altura de las circunstancias, sino que, de hecho, está adoptando políticas y posturas que vulneran la protección de los derechos humanos”, dice.

Nalvalni y la posición de Amnistía

De hecho, Amnistía Internacional ha tenido que hacer frente a preguntas sobre la reciente decisión de despojar a Navalni, el crítico de Vladimir Putin que fue envenenado y luego encarcelado en Rusia, de su condición de “objetor de conciencia”. La decisión se tomó tras las presiones para que se condenaran como discurso de odio las declaraciones contra los inmigrantes que hizo en la década de 2000.

Algunos trabajadores de Amnistía Internacional afirmaron que la organización había recibido mensajes sobre las declaraciones pasadas de Navalni que consideraban “parte de una campaña coordinada para desacreditarlo en el extranjero”, pero que, no obstante, se sintieron obligados a cambiar un status que le garantiza cierta protección.

Interrogada sobre si tiene intención de cambiar esta decisión, Callamard indica que este tipo de designaciones -que marcan las diferencias entre presos de conciencia y presos políticos- no han sido relevantes para su trabajo como relatora especial.

Según ella, lo esencial es se ha vulnerado el derecho de Navalni a no ser envenenado, detenido arbitrariamente y silenciado, sea cual sea su clasificación.

“Lo que dijo en 2011 no tiene relación con el hecho de que no debería estar detenido donde está, no debería haber sido acusado y, desde luego, no debería haber sido [envenenado]”, afirma. “Así que por lo que respecta a mi trabajo, la postura de Amnistía no tiene ningún impacto ni influencia en lo que opino sobre Alexéi o su trabajo. Cuando llegue a Amnistía, leeré el informe que prepararon y a partir de ahí veremos cómo seguir. Y trabajaré con el equipo para decidir el siguiente paso”.

Traducido por Emma Reverter