Amsterdam está planeando subir los impuestos a los turistas hasta 10 euros la noche para limitar los fines de semana de fiesta y el número de visitantes al Barrio Rojo con el objetivo de recuperar así la ciudad para los residentes. En 2016, la ciudad de 850.000 habitantes recibió 17 millones de turistas –en 2011 fueron 12 millones–. Se espera además que esta tendencia ascendente se acelere.
Más de un cuarto de los visitantes se hospedaron en hoteles económicos, asegura el Ayuntamiento, por lo que los ingresos a las arcas municipales fueron limitados. Sin embargo, este tipo de hoteles han ayudado a acelerar la tendencia que está convirtiendo el centro de la ciudad en dominio de alojamientos turísticos.
La semana pasada se convocó una manifestación por las calles de la ciudad como la última muestra de frustración de los residentes por el cambio de su ciudad. “¡Amsterdam no está en venta!” y “¿La ciudad de quién? ¡Nuestra!”, fueron algunos de los lemas coreados y escritos en los carteles.
Tras una serie de medidas adoptadas en los últimos años para responder a las preocupaciones de los residentes, entre las que se incluye una moratoria en la apertura de hoteles y una campaña para animar a los turistas a no quedarse únicamente en el centro de la ciudad, una subida impositiva radical es la última medida planteada.
Actualmente los turistas pagan un impuesto del 5% del coste de su habitación en el centro de la ciudad, cifra que subirá al 6% en 2018. El concejal de Economía de la ciudad, Udo Kock, afirma que está buscando una nueva fórmula para excluir a los turistas que gastan poco dinero en favor de aquellos que gastan más.
“Necesitamos más gente que realmente se gaste más dinero en la ciudad”, declaró Kock al periódico holandés Het Parool. “Preferimos la gente que pasa un par de noches, visita museos y come bien en restaurantes que la gente que se da una vuelta durante el fin de semana comiendo falafel mientras se pasea por el Barrio Rojo”, añadió.
El Ayuntamiento está considerando introducir un sistema de tarifa dividido en el que los visitantes paguen una cantidad fija por noche de hasta 10 euros, más un porcentaje del precio de la habitación. Dicha tasa aumentaría considerablemente el precio de un viaje económico a la ciudad.
“El número de visitantes a la ciudad pasará de 17 millones a 23 millones en los próximos años y eso requiere más limpieza y presencia policial en las calles. Y quiero que los ciudadanos de Amsterdam se beneficien del éxito de la ciudad”, explica el concejal.
En los últimos años, los residentes han expresado cada vez más sus preocupaciones. Se quejan de que se les está expulsando de la ciudad por el incesante aumento del precio de la vivienda y la entrada de turistas. Los políticos locales denuncian que la ciudad está en riesgo de convertirse en “la Venecia del norte”.
Este año, el consejero delegado de Amsterdam Marketing, Frans Van der Avert, afirmó que las “ciudades europeas están muriendo por el turismo” y que la gente ya no va a vivir en los cascos históricos. El alcalde de Amsterdam, Eberhard van der Laan, recibió una carta de empresas y residentes locales instándoles a parar la “Disneyficación” de la ciudad.
Rick Aalders, 28 años, director del Hotel Aalders, situado en el límite del centro histórico, afirma que él no cree que la subida de impuestos vaya a cambiar a mejor la ciudad. “Los impuestos ya son elevados para los turistas”, asegura. “¿Realmente va a dejar de venir la gente por una subida de impuestos? No lo creo. Vivimos un crecimiento mensual de un 7% u 8%. Creo que lo de la subida es algo para recaudar dinero. Pero es cierto que todo el mundo se está mudando. En nuestra calle una casa valdrá 700.000 euros y la mayoría de la gente no se puede permitir una hipoteca tan grande, por lo que todo el mundo se está mudando a otras ciudades”, añade.
El año pasado, la ciudad de Amsterdam intentó calmar a sus críticos transmitiendo una sensibilización respecto al cambio de la ciudad y llegando a un acuerdo con la plataforma Airbnb. La compañía acordó que los apartamentos alquilados durante 60 días serían eliminados de la plataforma durante el resto del año. La empresa también aceptó instalar una “herramienta vecinal” a través de la cual los residentes se pueden quejar de inquilinos ruidosos o agresivos.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti