Benoît Hamon, el díscolo de izquierdas que quiere introducir la renta básica universal, legalizar el cannabis y cobrar impuestos a los robots ha ganado la primera vuelta de las elecciones primarias que celebraron el domingo los socialistas franceses. Hamon se enfrentará al exprimer ministro Manuel Valls, que promueve políticas favorables a las empresas, en una segunda y última vuelta que enfrentará a la izquierda combativa con las facciones más afines al libre comercio.
La segunda vuelta entre los dos candidatos será un duro enfrentamiento entre dos facciones diferentes en el Partido Socialista, el cual ha vivido un proceso de profunda división durante la accidentada presidencia de Hollande. Hamon, de 49 años, que ocupó el cargo de ministro de Educación, fue expulsado del Gobierno en 2014 por oponerse a la política económica liberal de Hollande y Valls.
Hamon, diputado socialista por Yvelines, a las afueras de París, era el candidato más joven y más a la izquierda de todos los candidatos en las primarias socialistas. Quiere reducir el número de horas laborables de 35 a 32 por semana, gravar con impuestos a los robots y proporcionar un ingreso básico universal para las personas de entre 18 y 25 personas que posteriormente se extendería al resto de la población. Hamon ha acusado a los políticos de la derecha y de la izquierda de manipular la laicidad francesa para atacar a los franceses musulmanes.
El pasado verano, Hamon fue la voz socialista más firme contra la prohibición del burkini en algunas playas francesas, mientras que Valls apoyó a los alcaldes que impusieron las prohibiciones. Acusado por sus oponentes de ser un soñador utópico, Hamon consiguió movilizar a grandes multitudes y fue convincente en los debates televisivos. Sus defensores argumentaron que traía nuevas ideas.
Valls, de 54 años, ayudó a elaborar las políticas económicas liberales de Hollande. El exprimer ministro siempre se ha situado firmemente en la derecha del partido, generando polémica, en ocasiones, por políticas económicas liberales, a favor de las empresas y poco ortodoxas. Los puntos de vista de Valls han sido comparados en ocasiones con los de Tony Blair.
Valls se ha visto obligado a defender el legado de Hollande en un contexto de decepción de los votantes de la izquierda y en el que los partidos socialdemócratas de toda Europa están en crisis.
Hamon, el tapado y más izquierdista de todos los candidatos a la presidencia del Partido Socialista francés, consiguió alrededor del 35% de los votos. Valls, liberal en lo económico y autodenominado hombre de orden a la derecha del partido, obtuvo alrededor del 31%.
Arnaud Montebourg, el exministro de Economía y extravagante abogado, que también ha dirigido una campaña de izquierdas, fue eliminado en la primera ronda de las primarias, con alrededor de un 18%. Tanto él como Hamon fueron expulsados a la vez del Gobierno de Valls por criticar sus políticas económicas, que calificaron de favorecer en exceso a las empresas. Montebourg ha instado a sus votantes a apoyar a Hamon en la segunda vuelta.
Hamon señaló que los resultados “han enviado un mensaje claro de esperanza y renovación” y que él podría “escribir una nueva página en la historia de la izquierda y de Francia”. Hamon afirmó que este era el fin de las viejas estrategias que ya no funcionan en la izquierda.
Inmediatamente después, Valls atacó a Hamon como un idealista que no podría ganar las elecciones presidenciales. El ex primer ministro se autoerigió como la voz de la izquierda seria en el Gobierno: “Ahora hay una elección clara entre la derrota segura y una posible victoria, entre promesas inalcanzables y una izquierda creíble que asume responsabilidades”, señaló.
La participación fue baja para unas primarias, alrededor de 1,5 millones de personas, y ello refuerza los temores del Partido Socialista de caer en la irrelevancia a causa del enfado y la decepción surgidos tras cinco años de presidencia de Hollande (durante décadas el partido fue una de las principales fuerzas políticas de Francia). Hollande, el presidente menos popular desde la guerra, con un índice de satisfacción del 4%, admitió el mes pasado que no podía presentarse a la reelección.
Independientemente del candidato que salga elegido, es probable que el partido sea derrotado en las elecciones presidenciales. Las encuestas indican que los favoritos son la candidata de extrema derecha del Frente Nacional, Marine Le Pen, y el conservador François Fillon, del Partido Republicano.
En tercer lugar se encuentra Emmanuel Macron, el exministro rebelde de Economía de Hollande, que nunca se ha presentado a unas elecciones pero que crece en las encuestas bajo la etiqueta de “ni de izquierdas ni de derechas”. En cuarto lugar está el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que cuenta con el apoyo del Partido Comunista. Por último, el Partido Socialista, con su candidato todavía por elegir, ha quedado relegado a un quinto puesto.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti