La portada de mañana
Acceder
La declaración de Aldama: “el nexo” del caso Ábalos apunta más arriba aún sin pruebas
De despacho a habitaciones por 1.100 euros: los ‘coliving’ se escapan de la regulación
Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

Bernie Sanders, más cerca de repetir la victoria histórica de Obama en Iowa

The Guardian

Dan Roberts - Iowa —

Apelotonados en una esquina olvidada de un centro comercial en la periferia de Des Moines, un grupo de simpatizantes de Bernie Sanders prepara la campaña sobre el terreno con la que esperan que la historia se repita. Como recuerda el marcador al lado de una entrada que atraviesan constantemente los visitantes, quedan 17 días para el caucus, el misterioso proceso por el cual los votantes de Iowa dan el primer paso en la elección del candidato que cada partido presentará en la carrera presidencial de noviembre.

Ocho años antes, en una austera oficina provisional como esta, un joven principiante del Estado vecino de Illinois atrajo la atención de todo el planeta al vencer a la favorita Hillary Clinton, que el día del caucus quedó en tercer lugar. Para Barack Obama, ese fue el inicio de un largo viaje que le convertiría en el primer presidente negro de Estados Unidos.

Aunque se cuidan de invocar el nombre de Obama, los partidarios de Sanders van a proponer algo igual de impactante, con la esperanza de derrotar a una Clinton todavía más fuerte en 2016: catapultar a alguien que se define como socialista democrático hacia la Casa Blanca. Hasta hace poco, la simple idea de que este senador independiente por Vermont de 74 años pudiese elegir a más de un puñado de delegados que la anterior secretaria de Estado, ganar las primarias nacionales del Partido Demócrata y un día después sentarse en el Despacho Oval, era objeto de burla entre los experimentados comentaristas políticos de Washington.

Algunos dirán que todavía lo es, pero su ascenso en las encuestas de opinión ha situado a Sanders empatado con Clinton en Iowa y con una firme ventaja en las primarias de New Hampshire, que se celebran una semana después, además del reconocimiento desde el lugar más improbable, la propia campaña de Clinton.

La sorpresa causada por las encuestas en esos dos estados ha desatado una actividad frenética en la sede de Clinton en Brooklyn. El foco de atención que antes situaban sobre los posibles oponentes republicanos ahora se ha desplazado hacia el rival dentro del propio partido demócrata. “Siempre supimos que sería una carrera reñida”, ha insistido el portavoz de Clinton, Brian Fallon. “La gente no nos creyó cuando lo pronosticamos en abril, pero ahora me parece que todos nos creéis”.

De objeto de mofa a serio rival

Las ideas de Sanders que habían sido en gran parte ignoradas, como sus planes de crear un sistema sanitario financiado por el Gobierno para todos, han dado pie de pronto a largas ruedas de prensa del equipo de Clinton reclamando más detalles. Las declaraciones dispares sobre el control de armas se han convertido en objeto de ataques diarios. Además, cada anuncio o cartel de Sanders está siendo analizado para comprobar si ha incumplido su promesa de no atacar los vínculos de Clinton con Wall Street. “Ya que el senador Sanders se ha revelado como un candidato viable, es natural que se haga un escrutinio de sus propuestas políticas”, explica Fallon.

Las entrevistas con media docena de miembros del equipo de Sanders, y su compromiso con los votantes a pie de calle en Iowa, muestran un espíritu muy distinto y más confiado. “El equipo de Clinton está actuando como si les hubiesen pillado por sorpresa esta semana”, ha dicho Robert Becker, el director de campaña de Sanders. “Están atacando con todo su arsenal. Suena a desesperación. Esta lluvia de ataques es abrumadora”, ha asegurado Becker.

Hay un tono evidente de recordar que ya lo había advertido antes en figuras veteranas como Becker, uno de los muchos asesores experimentados de Sanders que representa un brusco contrapunto al espíritu soñador de los voluntarios más jóvenes. Recuerda la emocionante sensación de ver cómo creció en popularidad la campaña durante el verano mientras era menospreciada por los líderes demócratas. “Nos decían que Sanders no sabe organizarse, así que imprimimos ese mensaje y lo pegamos en la pared”, ha indicado Becker, justo antes de recitar de corrido las estadísticas que prueban lo contrario.

El equipo de Becker cuenta ahora con 27 oficinas a lo largo del Estado de Iowa, 101 personas contratadas, 12.000 voluntarios que han trabajado en algún momento de la campaña, y 2.200 jefes de distritos que están siendo entrenados para ayudar durante las votaciones el día del caucus. A nivel nacional, Sanders ha conseguido más de dos millones de donaciones, lo que le ha permitido superar el presupuesto de Clinton en publicidad en televisiones y radios locales.

Cuando fue entrevistado por the Guardian en diciembre, Sanders afirmó que los 28.000 habitantes de Iowa que habían asistido a sus actos, durante los 15 viajes a este Estado, ayudaron a compensar la falta de atención mediática. Sin embargo, Becker advierte de que muchos de los presentes pudieron ser meros curiosos. “Solo porque alguien venga a un acto, no podemos presuponer que nos vaya a votar”, opina.

En cambio, el equipo local se está centrando en el incluso más laborioso proceso de ir de puerta a puerta, durante los últimos cuatro -o cinco- días, difundiendo el lema de “Get out the caucus” (Vamos a por el caucus). Durante al menos cuatro turnos al día, los voluntarios se distribuyen por todo el Estado para captar a los votantes indecisos, con la esperanza de conseguir nuevos nombres que apuntar en la lista del GOTC. Una tarde acompañando a uno de estos grupos de soldados sirve para reconocer el respaldo a Sanders, pero también para confirmar que la popularidad de Clinton se mantiene y que un sorprendente número de votantes no ha tomado una decisión.

“Sigo intentando aclararme”, admite Marissa, un típico ejemplo de votante indeciso, desde su casa en un tranquilo barrio a las afueras en el oeste de Des Moines. “Me encanta Bernie. Tiene muchas cosas buenas que decir y es apasionado”. “A veces se enfada un poco. Esa es una cosa que me molesta de él. De otro modo me parecería fantástico. Tengo un autógrafo suyo en el garaje, estoy a punto de sacarlo”, añade.

Pero antes de que los voluntarios puedan añadir su domicilio a la lista, Marissa añade: “Estoy entre Hillary o Bernie. No lo sé. Ella es tan fría y él medio malhumorado, esas son las dos pegas, pero me gustan mucho ambos”.

“Yo tampoco me he decidido aún”, coincide la vecina de Marissa, Lisa. “Mi marido es partidario de Bernie, pero yo aún tengo que informarme bien sobre los dos. Hay que considerar más cosas aparte de los anuncios de campaña”.

Con tanto en juego entre los votantes indecisos como estos, cada casa, cada pegatina en los parachoques y cada letrero en los jardines es analizado con nerviosismo. “Nos han advertido en la oficina que nunca nos saltemos una puerta porque detrás podría estar la persona que decante la balanza”, dice Birtton Hansen, un estudiante de 18 años de Ciencias Políticas en la cercana Universidad de Drake. Aunque mucha gente responde con entusiasmo sobre Sanders cuando son directamente preguntados por sus jóvenes recaudadores de votos, calle tras calle, la batalla silenciosa de logos muestra un empate a partes iguales.

“Soy republicano y no muero por él”

Incluso los votantes republicanos están empezando a ser contemplados como posibles conversos al bando de Bernie, debido a que muchos de ellos consideran a Clinton una figura que genera más división. “Que sea republicano no significa que yo esté completamente en contra de él”, dice Joshua, que pide más información sobre la página web Feelthebern.org (que engloba todas las propuestas sociales de Sanders) bajo una bandera por los “POW Missing in Action” (prisioneros de guerra desaparecidos en combate). “Necesitamos una alternativa a Hillary. Muchos la votan nada más que por su nombre y porque saben quién es”.

El director de campaña de Sanders, Becker, sostiene que hay muchas personas como Joshua en ciudades tradicionalmente más conservadoras al oeste del Estado, como Sioux City y Councill Bluffs, donde Sanders ha movilizado a grandes masas. Pero también advierte de que Clinton aún cuenta con los recursos para desplegar una estrategia formidable sobre el terreno, algo que no puede confirmarse o desmentirse con cifras. “Creemos que ellos tienen el doble que nosotros en todo, pero lo que tenemos nosotros es entusiasmo”, reclama.

Desde luego, la gran pasión que se hace evidente entre los asistentes cuando Sanders habla en los mítines, se hace notar también en sus animadas sedes de campaña. Hay, por ejemplo, lo que podría llamarse una brigada internacional de voluntarios extranjeros coordinada por un estudiante británico de 22 años, un hombre francés y una mujer griega. “Alguien me dijo en la cena de Acción de Gracias en Ames: '¿por qué te metes ahí?”, cuenta Simon Bracey-Lane, de Wimbledon, que piensa que Sanders es un líder mucho más revolucionario que el laborista británico Jeremy Corbyn. “Respondí que necesitan que nos inmiscuyamos. Creo que Estados Unidos es un país con muy graves problemas”.

Como recordatorio de que no hay solo estudiantes trabajando para Sanders, la encargada de un catering en Des Moines, Tracy Murphy, de 38 años, ha impulsado “Wine Wednesday” para animar a las mujeres a hacer juntas una jornada maratoniana de “phone-banking” (llamar por teléfono para conseguir donaciones para la campaña). “Si quieres que la gente se involucre, tienes que hacerlo divertido”, dice esta jefa de distrito, tomando un trago antes de hacer la siguiente llamada.

Hace cuatro meses, cuando empezaron a emerger, las sedes de campaña tenían un aspecto muy casero, con dibujos hechos a mano y caricaturas del candidato. Ahora, aunque han conseguido más de 70 millones de dólares desde entonces, se aprecia que las paredes de esta oficina estatal siguen cubiertas con coloridos pósters y pinturas.

Los puntos flacos de la campaña

Los seguidores de Clinton sostienen que no es todo tan fantástico como parece en el bando de Bernie, y acusan a su campaña, por ejemplo, de engañar a los votantes de Iowa al esconder los detalles sobre cómo piensan pagar sus revolucionarias propuestas, como el seguro sanitario a través del sistema de pagador único. “No es el momento de zambullir al país de nuevo en un debate sobre sanidad”, afirma el principal asesor político de Clinton, Jake Sullivan. “Nuestra tarea es defender la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible (Obamacare) contra los republicanos y profundizar en ella”.

Pero este tipo de críticas hacen las delicias de aquellos que proclaman a Sanders como el auténtico “héroe de la clase obrera”. “Solo porque la gente esté diciendo que Hillary Clinton puede perder, no le da el derecho a dictar cuándo debemos hacer públicos nuestros planes”, responde firme Becker.

La verdad es que la discrepancia política entre ambas campañas mantiene un tono cordial comparado con la disputa implacable en las primarias republicanas. Sin embargo, el hecho de que Donald Trump y Ted Cruz permanezcan ilesos tras su última contienda ha aumentado el interés de los demócratas y provocado una intensa polémica ante la pregunta de quién estaría en mejor posición de vencer al republicano que salga victorioso de sus primarias.

El bando de Sanders se apoya en las encuestas para señalar que su candidato -no la supuesta favorita del establishment del partido- se encuentra en mejores condiciones para un hipotético combate contra Trump y Cruz. En privado, los estrategas de Clinton sugieren que esto es así porque el Partido Republicano no ha empezado aún a atacar el historial socialista de Sanders. Pero si el improbable agitador de Vermont consigue desafiar la ventaja de Clinton en el caucus de Iowa, todo lo que sabemos sobre política estadounidense quizá tenga que ser revisado. Una vez más.

Traducción por: Mónica Zas