Durante la última semana, la campaña del candidato demócrata Bernie Sanders ha recobrado un impulso asombroso. En cinco de los últimos seis Estados que han celebrado primarias, tres de cada cuatro votantes han preferido a Sanders frente a Hillary Clinton. “Este es el camino a seguir si queremos ganar”, ha explicado uno de los asesores de Sanders, el estratega Tad Devine, a los periodistas, durante una conferencia telefónica: “Hillary Clinton es la candidata con más posibilidades, pero también es la más débil”.
Sin embargo, ¿Las grandes victorias obtenidas en el Oeste del país aumentan la posibilidad de que Sanders pueda convertirse en el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos? Incluso si no tenemos en cuenta el hecho de que la ex secretaria de Estado tiene el apoyo de los superdelegados (las élites del partido que pueden votar a quien quieran), el número relativamente pequeño de delegados de los Estados que recientemente han celebrado primarias no le da mucha ventaja a Sanders.
Sanders se hizo con un total de 128 delegados en Arizona, Idaho, Utah, Alaska, Hawái y Washington, en comparación con los 75 de Hillary Clinton. En total, ahora Clinton acumula 1.712 delegados, entre los que se incluyen 469 superdelegados, mientras que Sanders tiene 1.004, incluidos 29 superdelegados. Para hacerse con la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos se necesitan un total de 2.383 delegados.
No obstante, lo cierto es que la campaña de Sanders ha recobrado impulso y desde el sábado ha conseguido recaudar cuatro millones de dólares. De hecho, si se dieran determinadas circunstancias, entre las que necesariamente debería incluirse un cambio de opinión por parte de los superdelegados, Sanders aún tendría posibilidades de ganar siempre y cuando lleve a cabo tres movimientos estratégicos que son clave.
Aumentar su proporción de voto
El primer movimiento es bastante sencillo, al menos en teoría: aumentar su proporción de voto. A diferencia de las reglas republicanas, que son increíblemente complicadas, para los candidatos demócratas, un aumento de votos se traduce en un aumento del número de delegados.
Las primarias del 15 de marzo lo situaron en una posición de desventaja y Sanders necesitaba obtener el 60% de los votos para superar la cifra de delegados de Clinton. Desde esa fecha, Sanders ha obtenido grandes victorias en Idaho (donde obtuvo el 78% de los votos demócratas), en Utah (79%), Alaska (82%), Hawái (70%) y Washington (73%).
Aunque una primera lectura de estos resultados parece acercar al senador por Vermont a la candidatura demócrata, lo cierto es que será difícil mantener este ímpetu hasta la Convención Nacional Demócrata que se celebra en julio. “Obviamente, necesitamos ganar la mayoría de las primarias que faltan”, ha reconocido Devine: “Y necesitamos ganar con un gran margen. No sé si vamos a volver a obtener el 82% de los votos que logramos en Alaska”.
Todo parece indicar que en algunos Estados será difícil obtener resultados similares. En el Estado de Nueva York, por ejemplo, dos encuestas recientes solo le dan el 29% de los votos. Las primarias tendrán lugar dentro de unas semanas y están en juego 291 delegados; tendrá que redoblar esfuerzos para superar las previsiones. La situación es bastante similar en Pennsylvania y en Maryland. En estos Estados, que también celebran primarias pronto y donde están en juego un gran número de delegados, las encuestas le dan a Sanders menos del 30% de los votos.
El equipo de Hillary Clinton también es muy consciente de estas cifras. En un correo electrónico dirigido a potenciales donantes y enviado este lunes se afirmaba: “Tras las derrotas de este sábado, nuestra prioridad está más clara que nunca. Si queremos hacernos con la candidatura, tenemos que convencer a los votantes de estados como Pennsylvania y Nueva York”.
Nueva York, Pennsylvania y Maryland tienen otro elemento en común: más del 10% de la población de los tres Estados es afroamericana (concretamente, en Maryland el 30% de la población es afroamericana). Si quiere ganar, Sanders necesita el apoyo de estos votantes. Según una encuesta reciente de Wall Street Journal/NBC, los afroamericanos representan una quinta parte de los votantes en las primarias de 2016.
Peter Woolley, profesor de ciencias políticas en la Universidad Fairleigh Dickinson en Teaneck, Nueva Jersey, indica que este factor es un elemento clave a favor de Clinton en las primarias de los Estados del noreste del país: “Hillary Clinton tiene una posición relativamente sólida en Nueva York, Pennsylvania y Nueva Jersey. Son Estados industriales y bastante complejos, en los que se da al mismo tiempo un votante con estudios y una tasa más elevada de desempleo. La ventaja de Clinton se debe, en parte, a la gran cantidad de votantes que pertenecen a minorías, concretamente, a los votantes afroamericanos. Confían en Hillary Clinton, la consideran una candidate sólida”, explica Woolley.
Promover sus victorias
Además de aumentar el porcentaje de voto obtenido, Sanders también necesita que el público sea consciente de estas victorias (para contrarrestar artículos puntillosos como este). En un artículo publicado en el The New York Times este lunes, la periodista política Yamiche Alcindor explica una conversación telefónica con Sanders. El senador le había indicado que “no quiero alterar la cobertura mediática pero no nos ignoréis”.
Transmitir un mensaje potente al público es importante y Sanders lo sabe. En Wisconsin, que la semana próxima repartirá 58 delegados, Clinton se sitúa como favorita con tres puntos porcentuales de ventaja. Si los votantes se convencen de que Sanders tiene posibilidades de ganar, esta percepción podría hacerse realidad.
Woolley considera que las victorias obtenidas por Sanders el 26 de marzo ya han marcado una diferencia: “Creo que gracias a estas victorias ahora muchas personas que ya habían decidido su voto se plantearán cambiar de opinión”.
El responsable de comunicación de Clinton indica que el equipo de Sanders sobrevalora los logros que ha obtenido recientemente.
Convencer a los superdelegados
El tercer movimiento estratégico solo tiene sentido si primero Sanders logra los dos anteriores, es decir, si tiene posibilidades reales de ganar a Clinton. Tiene que convencer a los superdelegados para que lo apoyen a él. Lo cierto es que tendría que convencer a muchos de ellos.
Aunque sus bases estarían desoladas si queda en segundo lugar, lo cierto es que no podrían echar la culpa al proceso. Son exactamente las mismas reglas que en 2008, cuando Obama ganó las primarias por un ajustado margen y Clinton se quedó en segundo lugar. Clinton fue la primera en aceptar su derrota.
Y, sin embargo, Woolley, el politólogo, reconoce que la campaña de Sanders se encuentra en un momento crucial: “Tiene suficiente fuerza como para llevar a cabo algunos movimientos clave, tiene que seguir recaudando fondos para la campaña y tiene que captar el interés de los medios de comunicación y de los votantes”.
Sanders ya no tiene mucho tiempo para impulsar estas estrategias. A fecha de hoy, ya se asignado el apoyo del 57% de los 4.763 delegados demócratas. Para que él gane, primero Clinton tiene que perder las primarias.
Traducción de Emma Reverter