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El candidato de Trump a la vicepresidencia lo llama “estafa verde”... mientras su ciudad natal aguarda inversiones climáticas vitales

Oliver Milman

Middletown (Ohio) —
20 de septiembre de 2024 21:54 h

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La enorme planta siderúrgica de Middletown, en el estado de Ohio, es el motor económico de la ciudad y la piedra angular del libro de memorias –superventas– de JD Vance, el senador de este estado que ahora aspira a convertirse en el vicepresidente de Estados Unidos si Trump gana las elecciones del 5 de noviembre. 

El futuro de la planta, sin embargo, depende de una ayuda de 500 millones de dólares obtenida a partir de una ley climática histórica impulsada por Joe Biden que Vance ha calificado de “estafa” y que Trump quiere revertir si llega a la Casa Blanca. 

En marzo, Biden anunció la mayor iniciativa pública de la historia de Estados Unidos para producir acero más ecológico, lo que permitirá a la planta de Cleveland-Cliffs en Middletown construir uno de los mayores hornos de combustible de hidrógeno del mundo, reduciendo las emisiones en un millón de toneladas al año al deshacerse del carbón que acelera la crisis climática y ensucia el aire que respiran los vecinos.

En esta zona urbana de clase obrera situada al norte de Cincinnati, que durante mucho tiempo se ha visto sacudida por los vaivenes de la industria siderúrgica del país, la promesa de una inversión para revitalizar la planta fue recibida con júbilo por los residentes y los sindicatos.

La inyección de dinero, que ya ha sido anunciada pero todavía no ha llegado, permitía crear 170 nuevos puestos de trabajo y la construcción de la nueva planta también generaba 1.200 empleos temporales adicionales. “Lo vivimos como un milagro, una respuesta a nuestras plegarias para que no nos dejaran morir”, afirma Michael Bailey, que ahora es pastor en Middletown, pero que durante 30 años fue trabajador en la planta, entonces propiedad de Armco. “La noticia apareció en los medios de comunicación y casi se podía oír a todo el mundo gritar: ”¡Sí, sí, sí!“, recuerda Heather Gibson, propietaria de la cafetería Triple Moon, situada en el centro de Middletown. ”Esta inyección de dinero es una muestra de un compromiso a largo plazo. Es muy emocionante“.

Sin embargo, y a pesar de sus profundos lazos familiares con la planta de Cleveland-Cliffs, Vance no ha vivido esta iniciativa con la misma emoción. La medida se apoya en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), el proyecto de ley de 370.000 millones de dólares para impulsar las energías limpias firmado por Biden tras ser aprobado por los demócratas en el Congreso en 2022. A pesar de su nombre, el principal objetivo de esta ley federal es combatir la crisis climática.

La planta siderúrgica, que entró en funcionamiento en 1899 y emplea actualmente a unas 2.500 personas, ha sido una pieza clave en la historia de Middletown, ya que contribuyó a la fabricación de las primeras generaciones de automóviles y, posteriormente, los tanques de guerra. El difunto abuelo de Vance, a quien él llamaba Papaw, era trabajador sindicalizado de la planta, lo que la convirtió en “la tabla de salvación económica de la familia, el motor que los llevó de las colinas de Kentucky a la clase media estadounidense”, escribió Vance en sus memorias, Hillbilly, una elegía rural, que más tarde se convirtieron en película y elevaron la notoriedad del político republicano.

Sin embargo, el candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos también relata en sus memorias que aunque Middletown se desarrolló hasta convertirse en una próspera ciudad estadounidense basada en la producción de acero y papel, también se convirtió en un lugar “con una hemorragia de puestos de trabajo y de esperanza” a medida que las industrias se deslocalizaban a otros países con mano de obra más barata en la década de los ochenta. Vance no cree que la Ley de reducción de la inflación sea la respuesta, a pesar de que, según una estimación, esta medida legislativa ya ha generado 10.000 millones de dólares en inversiones y casi 14.000 nuevos puestos de trabajo en Ohio.

Durante su campaña para el Senado en 2022, Vance afirmó que el proyecto de ley de Biden para frenar la crisis climática es “absurdo, no hace nada por el medio ambiente y nos empobrecerá a todos”, y más recientemente, como candidato republicano a la vicepresidencia, calificó la ley federal de “estafa de la energía verde que en realidad ha derivado muchos más empleos manufactureros a China”. En la convención republicana celebrada en julio, Vance afirmó que Estados Unidos necesita “un líder que rechace la nueva estafa verde de Joe Biden y Kamala Harris y luche por recuperar nuestras grandes fábricas en el país”. “Necesitamos al presidente Donald Trump”, sentenció.

Los republicanos han intentado en repetidas ocasiones destripar la ley en el Congreso, con el Proyecto 2025, una iniciativa conservadora del que son autores muchos exmiembros del equipo de Trump en la Casa Blanca, exigiendo su derogación en caso de que el Partido Republicano gane las elecciones. Estos planes tienen importantes implicaciones para la ciudad natal de Vance. La subvención de 500 millones de dólares del Departamento de Energía a la planta de Middletown, que ha sido anunciada pero no transferida, podría detenerse si Trump gana las elecciones en noviembre. El expresidente prometió recientemente “acabar con la nueva estafa verde de Kamala Harris y rescindir todos los fondos no gastados”.

Algunos de los habitantes de Middletown de toda la vida se muestran perplejos ante tal oposición. “¿Cómo se puede pensar que salvar la vida de la gente es algo malo?”, se pregunta Adrienne Shearer, asesora de pequeñas empresas que pasó varias décadas ayudando a la revitalización del centro de Middletown, vaciado por el malestar económico, la pérdida de puestos de trabajo que habían sido deslocalizados y los centros comerciales situados fuera de la ciudad.

“Hasta el anuncio de la ayuda económica, la gente pensaba que la fábrica sería trasladada a otro lugar o iba a cerrar, lo que destruiría totalmente la ciudad”, afirma. “Y ahora la gente piensa que la planta no se va a ir a ninguna parte”.

Shearer, política independiente, explica que no le gustaron las memorias de Vance porque “destrozan a nuestra comunidad” y que no había aportado ninguna visión alternativa para su ciudad natal. “Puede que la gente que trabaja con él en Washington le conozca, pero aquí en Middletown, no”, concluye.

Los defensores del clima son aún más críticos con Vance. “No es ninguna sorpresa que ahora amenace con destripar una inversión de 500 millones de dólares en la industria estadounidense en su propia ciudad natal”, subraya Pete Jones, director de respuesta rápida de Climate Power. “Vance escribió un libro autobiográfico sobre las dificultades económicas en su ciudad natal, y ahora resulta que se han escrito 900 páginas más, en el peligroso Proyecto 2025 de Trump, que no hace más que empeorar el problema en beneficio de las grandes industrias contaminantes”.

Los republicanos locales son más elogiosos con la trayectoria de Vance, aunque no haya un consenso en torno a la Ley de Reducción de la Inflación. Mark Messer, alcalde republicano de la vecina ciudad de Lebanon, utilizó los créditos fiscales para energías limpias del vasto proyecto de ley para compensar el coste de una futura instalación solar que ayudará a reducir drásticamente los costes energéticos de los residentes.

A pesar de ello, cree que Vance es un sólido compañero de fórmula para Trump y ha “sido beneficioso” para Ohio. “Yo pongo el foco en mis votantes y lo que más les conviene ¿de qué otra manera esta llanura aluvial vacía producirá 1 millón de dólares para la gente de nuestra ciudad?”, se pregunta Messer. “La energía solar es la única respuesta. Me alegra haber podido beneficiarme de esta ley federal, pero si yo fuera un político de Washington mi opinión podría tener otra visión. Quiero decir que imprimir dinero y regalárselo a la gente no solucionará la inflación, sino que la empeorará”.

Algunos votantes de Middletown también están orgullosos del ascenso de Vance. “Hay que reconocer su mérito, fue a la Facultad de Derecho [en la Universidad de Yale], construyó su propio negocio en el sector financiero: es un hombre que se ha hecho a sí mismo”, afirma Doug Pergram, un empresario local que culpa a los demócratas de la alta inflación y piensa votar a Trump y a Vance, aunque cree que la subvención de la planta siderúrgica es una buena noticia.

Dificultades para traducir los proyectos

Esto ilustra un problema para los demócratas, que han tenido dificultades para traducir la oleada de nuevos proyectos de energía limpia y el exceso de empleos resultantes en fuerza de voto, con encuestas que muestran que la mayoría de los estadounidenses no saben mucho sobre la Ley de reducción de la inflación o no consideran que sea mérito de Biden o Harris.

Ohio fue en su día un estado indeciso, pero votó mayoritariamente a Trump –con sus promesas de renovación del llamado “cinturón del óxido”, que sólo ahora se están materializando bajo Biden–, en las dos últimas elecciones. Todo parece indicar que en el estado volverán a ganar los republicanos en noviembre. En las últimas semanas de campaña, Harris, solo ha mencionado de pasada los esfuerzos por luchar contra el cambio climático y apenas ha intentado explicar los beneficios de la Ley de reducción de la inflación al electorado, un paquete de ayudadas ambicioso pero poco atractivo para los electores. 

“Los demócratas no han sabido vender este paquete de medidas, tienen que salir a gritar a los cuatro vientos: 'Esto es lo que hemos hecho'”, indica Gibson, un político independiente que sufre en carne propia la degradación medioambiental de la planta, ya que vive al lado de las instalaciones de Middletown que procesan carbón de coque, un tipo de carbón especialmente sucio utilizado en la producción de acero que quedará obsoleto cuando la fábrica empiece una nueva etapa.

“La contaminación atmosférica es espantosa, así que la idea de eliminar la necesidad de coque no puedo expresar lo feliz que me hace”, afirma. La planta, llamada SunCoke, calienta medio millón de toneladas de carbón al año para fabricar coque que se envía a la acería, un proceso que desprende un fuerte olor y arroja escombros por toda la zona. Gibson rara vez abre las ventanas a causa de esta contaminación. “El año pasado nos pareció que nevaba en julio, ya que todo este material blanco caía del cielo”, explica Gibson. “El hollín lo cubre todo, cubre el coche, tengo que limpiar los cristales con cloro. El olor es tan malo que he tenido que terminar antes las reuniones en mi casa porque la gente enferma. Te da un dolor de cabeza instantáneo. Te quema la garganta, te quema la nariz. Es horrible”.

En marzo, el gobierno de Bide trató de explicar todas las ventajas que tiene para Middletown proyectar un futuro más limpio y seguro. Jennifer Granholm, Secretaria de Energía de EEUU, se presentó en la acería con el director ejecutivo de Cleveland-Cliffs, dirigentes sindicales y trabajadores para ensalzar el nuevo horno de hidrógeno. La inyección de dinero a la planta permitirá resolver un complicado problema: la industria es reacia a invertir en hidrógeno de combustión más limpia porque no hay suficientes ejemplos de esta tecnología.

“Las fábricas como ésta no son sólo una fuente de empleo, también son anclas profundamente arraigadas en la comunidad. Queremos que sus hijos y nietos también produzcan acero aquí, en Estados Unidos”, afirmó Granholm durante la visita. “Los consumidores exigen productos más limpios y ecológicos en todo el mundo. No queremos limitarnos a fabricar los mejores productos del mundo, queremos asegurarnos de que fabricamos los productos mejores y más limpios del mundo”.

Lourenco Goncalves, director ejecutivo de Cleveland-Cliffs, el mayor productor de acero laminado plano de Norteamérica, se hizo eco de las palabras de Granholm para celebrar el hecho de que un horno de bajas emisiones de este tamaño era una primicia mundial, y que la tecnología se extendería a otras 15 plantas de la empresa en Estados Unidos.

Los republicanos de otros lugares del país se han sumado a actos similares en plantas que han recibido dinero de esta ley federal, a pesar de haber votado en contra de la financiación que permite estas ayudas, pero entre los dignatarios sentados frente a dos enormes banderas estadounidenses que colgaban ese día en el almacén de Middletown brillaba notablemente por su ausencia Vance, el senador de Ohio que fue al instituto a unos 6 kilómetros de la planta. La oficina de Vance no ha respondido a las preguntas de The Guardian sobre la planta o sus planes para el futuro de la Ley de reducción de la inflación.

Bailey, un hombre de 71 años que se jubiló de la planta siderúrgica en 2002, señala que, como pastor, ha hablado varias veces con Vance sobre formas de ayudar a Middletown. Sin embargo, reconoce que está alarmado por el giro a la derecha del senador en sus comentarios sobre las mujeres, así como por su falta de apoyo a la financiación de la nueva planta siderúrgica.

“JD Vance nunca ha hecho ninguna mención a la necesidad de contribuir a la recuperación de Middletown”, lamenta Bailey, que fue testigo de un “brutal” cierre patronal en 2006 durante un conflicto sindical, tras el cual la drogadicción y la falta de vivienda se dispararon en Middletown. “En mi opinión, solo ha utilizado Middletown para su propio beneficio personal”. “En algún momento, JD cambió”, concluye: “Ha permitido que gente de fuera nos chulee. Este tipo nos avergüenza. Nosotros no somos así”.