Al padre de Carmel Sepuloni le costó asimilar la noticia de que su hija iba a convertirse este miércoles en la primera persona con padres de las islas del Pacífico en llegar a viceprimera ministra de Nueva Zelanda. “Pensar que pudo venir aquí a trabajar en los ferrocarriles y en los congeladores [mataderos] para casarse con la hija de un criador de ovejas y tener una hija que se convertiría en viceprimera ministra de Nueva Zelanda es algo muy difícil de comprender”, dijo Sepuloni sobre su padre, que en 1964 llegó a Nueva Zelanda desde Samoa sin saber inglés. “Pero está muy orgulloso, como es fácil de imaginar”.
Sepuloni ha sido la ministra de Desarrollo Social de Nueva Zelanda, tiene sangre samoana, tongana y pÄkehÄ (europea, en lengua maorí), y dice sentirse orgullosa por estar “rompiendo techos de cristal”. Su misión ahora es ganarse a los votantes en una campaña electoral que, de tener éxito, elevaría por primera vez a un candidato pasifika [como llaman en la región a las personas con orígenes en las islas del Pacífico] hasta uno de los puestos de gobierno más importantes de Nueva Zelanda.
Cuando se anunció su nombramiento el domingo, Sepuloni dijo a los periodistas que el momento tenía “un enorme significado para nuestra comunidad en términos de representación”. “He recibido muchos mensajes edificantes sobre lo que significa en la ruptura de otro techo de cristal”, dijo. “Para nuestra comunidad del Pacífico, y para las jóvenes, para las mujeres, nuestro país sigue siendo un ejemplo de que los puestos de liderazgo para las mujeres son absolutamente posibles”.
Sus inicios
El camino de Sepuloni hasta llegar a uno de los puestos con mayor poder del país comenzó en Waitara, una diminuta localidad agrícola (unos 6.000 habitantes) en la costa occidental de Nueva Zelanda. Su padre trabajaba en el matadero local y su madre en fábricas o recogiendo y empaquetando kiwis. Desde 1996 vive en West Auckland, una región heterogénea étnicamente y con índices de pobreza y desigualdad de ingresos relativamente altos. Sepuloni trabajó allí enseñando a los jóvenes a leer y escribir y en organizaciones sanitarias dirigidas a la población pasifika.
Tanto el nuevo primer ministro de Aotearoa (el nombre maorí para Nueva Zelanda) como su segunda se han posicionado con orgullo como miembros de dos de las comunidades de clase trabajadora y bajos ingresos más tradicionales del país. Chris Hipkins se presenta como un “chico del Hutt”, en referencia a la históricamente obrera zona del valle del Hutt (a las afueras de la ciudad de Wellington); y Sepuloni, como una “chica de clase trabajadora”. “Es muy difícil imaginar que una chica de clase trabajadora de Waitara haya podido convertirse en viceprimera ministra de Nueva Zelanda”, dijo Sepuloni durante la primera comparecencia tras su nombramiento el domingo.
Según Collin Tukuitonga, que defiende las medidas de bienestar y sanidad para la población pasifika y es vicedecano de la Universidad de Auckland, se trata de “un acontecimiento histórico”. Lo califica de un momento para Nueva Zelanda “madurando como nación, aceptando mejor la diversidad, aceptando que es una nación del Pacífico”.
En su opinión, verla llegar a las más altas esferas del Gobierno es “un hito importante para Carmel y su familia, dados sus antecedentes, y en realidad es muy significativo para las comunidades del Pacífico en Nueva Zelanda”. “Creo que es una señal verdaderamente relevante para las jóvenes y para las mujeres de que, independientemente de las adversidades, pueden alcanzar sus metas”, dice.
“Tranquila y firme”
En 2008 Sepuloni también fue la primera diputada neozelandesa de ascendencia tongana en ser elegida en las urnas. Los últimos cinco años los ha pasado como ministra de Desarrollo Social. Aunque la cartera suele ser complicada para los gobiernos laboristas, por todas las expectativas que hay sobre ella, el mandato de Sepuloni ha transcurrido sin grandes escándalos. Ha supervisado varios aumentos en las ayudas sociales y la puesta en marcha de subsidios salariales para las empresas durante los confinamientos por la COVID-19.
Muy apreciada entre los laboristas, Sepuloni no es una política de las que llaman la atención. Sus colegas y coetáneos usan palabras como firme, humilde y trabajadora cuando les piden una descripción de la ahora viceprimera ministra. Según Neale Jones, que trabajó junto a Sepuloni cuando él era el jefe de gabinete de Jacinda Ardern, “es una política tranquila y fácil de llevar”. “Nunca la he oído levantar la voz”, señala.
Haberse criado en la Nueva Zelanda rural puede ayudarle en la interlocución con las comunidades agrícolas, cuyas relaciones con el gobierno laborista son cada vez más tensas. En su discurso inaugural ante el Parlamento, Sepuloni recordó las discusiones durante su infancia entre sus abuelos, “devotos conservadores”, y su padre, un fiel votante laborista. “Recuerdo que una vez interrumpí para decir 'pero abuelo, el Partido Laborista se ocupa de los pobres', y su respuesta fue 'tú cómete tus malditos cereales'”, dijo.
Collin Tukuitonga, que ha trabajado cerca de Sepuloni en su labor por el derecho a la salud y a la vivienda de los pasifika y en la reducción de desigualdades, dijo que la nueva viceprimera ministra ejerce “una influencia tranquila y firme, no demasiado llamativa, pero sólida y competente”.
Liderazgo sin “ostentaciones”
Sepuloni y Hipkins, conocido por su estilo directo y por su afición a un plato conocido como rollos de salchichas, representan un giro con respecto a la retórica y el carisma que Ardern llevó al liderazgo del Partido Laborista. Como dice Jones, “Sepuloni y Hipkins no intentarán imitar el carisma de Jacinda”. “Ardern ha sido una política única en su generación y sería una tontería intentarlo”, añadió.
En última instancia, los laboristas esperan que el cambio de estilo juegue a su favor para tener más llegada entre los votantes neozelandeses de rentas medias y bajas, que sienten el mordisco del aumento de los alquileres y las hipotecas, y con unos alimentos que se han encarecido un 11,3%. “El momento actual es de dolor económico para las familias”, dice Jones. “Creo que lo que busca la gente es un liderazgo que no sea ostentoso, que se ocupe de lo que se tiene que ocupar, que se perciba como competente y que esté en contacto con la realidad”.
Traducción de Francisco de Zárate