La flotilla china llegó a principios de agosto. Estaba integrada por más de 300 embarcaciones pesqueras escoltadas por 15 barcos guardacostas, algunos armados. Durante una semana dieron vueltas alrededor de las Islas Senkaku, entrando y saliendo de aguas territoriales japonesas mientras los guardacostas japoneses jugaban al gato y al ratón con los intrusos.
Al final la flotilla se alejó, pero ya había mandado un mensaje inequívoco: China ha vuelto a mover ficha en la disputa territorial que ha convertido el extremo sur de este archipiélago en uno de los sitios más peligrosos de la región.
A simple vista, la isla de Ishigaki no parece un frente de batalla. Esta isla idílica japonesa es un lugar tranquilo lleno de piñales y huertos de mangos. Miles de turistas se pasean por las playas de arena blanca o bucean en sus aguas cristalinas.
Y, sin embargo, esta pequeña isla situada en uno de los extremos del Pacífico es la localidad japonesa más cercana a las Islas Senkaku, deshabitadas pero objeto de una intensa disputa territorial. En el pasado albergaron una planta procesadora de atún. Ahora están abandonadas, pero siguen siendo un punto clave para la industria pesquera, poseen yacimientos de petróleo y gas, y también son un enclave estratégico para el comercio marítimo.
Bajo otras circunstancias, estos afloramientos rocosos (su nombre significa “pabellones afilados”) solo tendrían interés por el hecho de albergar una especie única de topos. Sin embargo, su emplazamiento estratégico y la disputa territorial entre China, Taiwán y Japón los han convertido en un caldo de cultivo de un conflicto internacional y han generado preocupación (de Tokio a Washington).
En los últimos años, el deseo de expansión marítima de Pekín ha quedado al descubierto tras la insólita construcción de una cadena de islas en pleno mar abierto. China ha reivindicado la soberanía sobre franjas del océano que se encuentran alejadas del litoral chino y ha construido frenéticamente islas artificiales. Hace cinco años solo era posible encontrar arrecifes de coral, pero ahora afloran las carreteras, los radares y las armas.
Japón es el rival más poderoso
Su plan estratégico para el Mar de China Oriental ha llamado menos la atención, tal vez porque su desarrollo no ha sido tan espectacular. Sin embargo, existe una posibilidad real de que la tensión en torno a las Islas Senkaku vaya en aumento hasta el punto de provocar un conflicto.
Japón es su rival más poderoso ya que, además, cuenta con el apoyo de Estados Unidos en virtud de un tratado según el cual Washington tiene que intervenir si un tercer país ataca este territorio. Las relaciones entre estos malos vecinos son tan tensas que ni siquiera han acordado una línea directa para las comunicaciones militares en caso de crisis, a pesar de que durante años han intentado llegar a un acuerdo en este sentido.
Esta cuestión es tan urgente que cuando el nuevo secretario de defensa de los Estados Unidos, James Mattis, viajó a Tokio la semana pasada, uno de los puntos más importantes de la agenda oficial era reiterar el compromiso de Estados Unidos de defender las islas.
“El Secretario Mattis reiteró que las Islas Senkaku están en los territorios administrados por Japón”, indicó el ministro de Exteriores de Japón, Fumio Kishida, tras el encuentro. China no tardó en reaccionar y advirtió de que las “observaciones erróneas” del secretario de Defensa representan una amenaza para la estabilidad de Asia.
La mayoría de turistas que viajan a Ishigaki no perciben las tensiones que se van acumulando en este lugar paradisíaco. En cambio, los habitantes de la isla han podido constatar cómo las tensiones han ido en aumento y el impacto que esto ha tenido sobre sus pueblos y sus vidas, especialmente las de aquellos pescadores que son expulsados de las Islas Senkaku por los busques chinos.
“Lo más aterrador es que cuando estamos cerca de estas islas los buques del gobierno chino se nos acercan de forma agresiva, ya que su tamaño es considerablemente superior al nuestro y nos da miedo chocar contra ellos”, indica Manabu Namisato, un pescador de 53 años y que tiene más de 30 años de profesión a sus espaldas.
Unos cuatro años atrás, un buque guardacostas chino cuyo tamaño era 150 veces superior a su barco de pesca estuvo a punto de embestirlo en alta mar.
“No sé si lo hacen a propósito”, afirma. El recuerdo de esa experiencia todavía le resulta inquietante: “Si ese buque hubiese chocado contra mi barca yo ya no estaría aquí para contarlo”.
Recomiendan a los pescadores que se alejen
A los pescadores se les ha recomendado que se alejen de la zona. No hacía falta que se lo dijeran: “No se trata de que no queremos ir allí, más bien no podemos ir. Hemos accedido a hablar con vosotros porque nos da miedo que la situación vaya a peor”.
La flota que llegó en agosto pasado era inusitadamente grande pero lo cierto es que en los últimos años las incursiones de los buques chinos han sido una constante. El gobierno teme que este verano se repita la situación.
De Ishigaki a Tokio, muchos japoneses temen que los guardacostas agresivos y las flotas que el gobierno chino manda a las Islas Senkaku sean un plan para establecer un control fáctico de la zona de pesca y reivindicar la soberanía sobre las islas.
“Existe la posibilidad de que el gobierno chino alegue que nuestras embarcaciones no pescan en las islas”, reconoció un oficial del Ministerio de Exteriores, que puntualizó que no se trata de un argumento sólido en el derecho internacional.
El hecho de que cada vez sean más las embarcaciones chinas que navegan cerca de las islas ha puesto a Japón en una situación muy difícil. Por una parte, no quiere parecer débil pero, por otra, cree que si opta por un despliegue militar, China tendría la excusa perfecta para provocar una escalada del conflicto.
“Si mandamos buques a la zona, el gobierno chino lo considerará una provocación y la situación empeorará, y esto es lo último que queremos”, indicó el oficial.
Yacimientos de petróleo y gas
Ambos países aseguran que la historia está de su parte, si bien en las islas solo han vivido japoneses (durante dos décadas del siglo pasado). Por otra parte, la reclamación de China parece un poco oportunista, ya que empezó a cuestionar el derecho de Japón de administrarlas cuando Naciones Unidas publicó un informe en el que mencionaban yacimientos de petróleo y gas cerca de las islas.
Desde 2012, las tensiones entre los dos países han aumentado drásticamente. Japón nacionalizó las islas y con esta medida evitó que fueran vendidas al que entonces era el alcalde de Tokio, un nacionalista de línea dura que probablemente quería construir en las islas. Pekín vio, o decidió ver, una agresión en una medida que según Tokio lo único que hacía era reafirmar un status quo poco definido. Se desataron protestas violentas en China y los manifestantes destrozaron automóviles, tiendas y fábricas japonesas. Algunas empresas japonesas optaron por parar la producción y se cancelaron viajes al país.
También cambió la situación en alta mar. Ahora los servicios de guardacostas chinos patrullan alrededor de las islas y a menudo acompañan a embarcaciones pesqueras. Y mientras que antes los buques chinos se adentraban en aguas territoriales japonesas una vez cada dos años, ahora se puede apreciar un patrón constante de dos o tres infracciones al mes.
Para dar respuesta a esta situación, Japón ha desplegado un mayor número de buques guardacostas en la zona. Solo en Ishigaki ha desplegado 16 embarcaciones y ha ampliado el muelle.
Todos los días patrullan cerca de las Islas Senkaku; un viaje de cinco o seis horas (diez o doce horas ida y vuelta). Tiene otras embarcaciones en alerta, con el objetivo de mostrar su poderío.
“Nuestra estrategia consiste en tener más buques que China en las islas Senkaku. Si ellos aparecen con tres o cuatro embarcaciones, queremos aparecer con más y si aparecen con seis o siete, también vamos a aparecer con más”, indica Hiraki Odagi, portavoz del servicio de guardacostas de Japón.
Los buques tienen cañones y algunos de los marineros van armados, aunque su misión es un secreto militar. “Solo puedo decir que tenemos más embarcaciones que los chinos”, dice Odagi.
Las fuerzas aéreas de China también están poniendo a prueba la capacidad defensiva de Japón. Los aviones de combate japoneses sobrevuelan la zona unas dos veces al día para evitar que los aviones chinos entren en el espacio aéreo. En 2008 se produjeron 22 disputas mientras que el año pasado, 644.
Algunos habitantes de Ishigaki, alarmados por la injerencia de China en las islas, tienen la sensación de que Japón debería haberse esforzado más en las últimas décadas para hacer valer su control sobre las islas, cuando China tenía menos dinero, menos poderío militar y menos influencia internacional.
“He llegado a la conclusión de que el gobierno de Japón debería haber actuado mucho antes”, indica Yoshitaka Nakayama, alcalde de Ishigaki. El político ha instado al gobierno a desplegar una unidad del ejército que se conoce con el nombre de 'fuerza de legítima defensa'.
“Mientras nos decidimos a actuar, China se ha convertido en una superpotencia, y seguirá acumulando más y más poder”, advierte.
En su opinión, sería una buena idea construir un muelle o un pequeño puerto en la isla de mayor tamaño de Senkaku. No solo protegería a los pescadores del temporal sino que reforzaría el derecho de Japón a administrar las islas. Aunque hace años que pide a las autoridades que impulsen medidas, sus peticiones han caído en saco roto. Nakayama cree que la prudencia de Tokio podría propiciar el desastre.
China quiere expandirse
“Me preocupa la siguiente situación. Que un buque o una embarcación pesquera con pabellón de China lleguen a la isla y que los pescadores decidan desembarcar en la isla. Entonces, la policía y los guardacostas japoneses se desplazarían hasta allí para expulsarlos y el gobierno chino tendría la excusa perfecta para desplegar buques de guerra en la isla, indicando que solo quieren proteger a sus ciudadanos”, afirma.
Esta disputa territorial es la punta del iceberg de la creciente ambición de China por expandirse en un área que en el pasado estaba bajo el control de Estados Unidos. Mientras que su avance en Mar de China Meridional ha alarmado a la comunidad internacional, hasta ahora sus planes en el Mar de China Oriental, donde se encuentran las islas Senkaku, habían pasado desapercibidos.
En Ishigaki muchos están convencidos de que la única forma de evitar el desastre es con mano dura. Esta actitud se asemeja a la postura intransigente de China.
“Creo que el gobierno de Japón ha decidido dar prioridad a su relación con China, también a los lazos económicos que unen a los dos países”, indica Yoshiyuki Toita, secretario general de la Asociación para la Defensa de Yaeyama, integrada por más de 100 residentes de Ishigaki y las islas vecinas que revindican sus derechos y promueven estudios en torno a esta cuestión.
“Si solo nos preocupan las pérdidas económicas que podemos tener a corto plazo y cedemos, China podría construir un complejo militar en esta área y las pérdidas en cuestión de seguridad sobrepasarán las económicas. Los japoneses tienen que comprenderlo y deberíamos tomar consciencia de la importancia de defender nuestras reivindicaciones territoriales”.
Estos son los territorios en disputa:
1 DMZ Zona desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur
Las ambiciones nucleares de Pyongyang incrementaron la tensión en una península fuertemente militarizada.
2 Islas Kuriles, que forman parte del del óblast de Sajalín de la Federación de Rusia. Japón las reclama por considerar que son “sus territorios del norte”.
Las fuerzas soviéticas se hicieron con el control de las islas Kuriles durante la Segunda Guerra Mundial. Moscú y Tokio no han sido capaces de llegar a un acuerdo para poner fin a esta disputa territorial y esto ha deteriorado su relación.
3 Mar de Japón (entre Corea del Norte y Japón)
El verano pasado, Pyongyang lanzó misiles balísticos en el mar después de que Estados Unidos y Corea del Sur acordaran desplegar un nuevo sistema antimisiles. Esta área ha sido objeto de disputas territoriales entre Japón, Rusia y Corea del Sur a lo largo de los años.
4 Estrecho de Taiwán (entre Taiwán y China)
China mostró su malestar tras una polémica conversación telefónica de Donald Trump y advirtió a Washington de que los derechos sobre la isla “no son negociables”
5 Islas Senkaku (mar de China Oriental)
Los manifestantes han protestado contra la posición de Japón y han denunciado que Tokio “agrede” los derechos de pesca en una zona rica en yacimientos de petróleo y gas. Los buques guardacostas armados de China suelen desplazarse hasta la zona, que podría convertirse en un polvorín mundial.
6 Islas Paracelso (Mar de China Meridional)
La Isla Woody es la que tiene un mayor tamaño. Este grupo de islas han estado bajo control de China desde 1956. Pekín la ha dotado de lanzaderas de misiles. Por su parte, Estados Unidos quiere que se respete la libertad de navegación.
7 Bajo de Masinloc o arrecife Scarborough (Mar de China Meridional)
La disputa territorial por este arrecife situado cerca de la Isla de Luzón entre Filipinas y China ya dura cinco años.
8 Islas Spratly (Mar de China Meridional)
China ha construido una pista con capacidad para aviones militares y está utilizando dragas para construir islas artificiales. Al norte, se sitúa otra isla bajo control de Vietnam, que cuestiona el derecho de China a ocupar las islas Spratly.
Traducido por Emma Reverter