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Tener un seguro médico privado en EEUU tampoco te salva de la ruina: “Ahora vivo en la calle”

Michael Sainato

Hace ya más de 12 años que a Susanne LeClair le diagnosticaron el cáncer contra el que aún pelea. Además de enfrentarse a una enfermedad potencialmente mortal, esta mujer de West Palm Beach, Florida, está en la quiebra a pesar de tener un seguro médico. Su caso es el de muchos estadounidenses

Antes de operarla por primera vez de un tumor, a LeClair le dijeron en el hospital que aceptaban el seguro médico de la empresa para la que trabajaba. “Cumplí con el copago de 300 dólares que me correspondía. Tras la cirugía comencé a recibir facturas y descubrí que lo único que tenía cubierto era la cama porque el hospital no estaba afiliado a mi aseguradora”, explica LeClair. “Las facturas eran de cientos de miles de dólares, no me quedó más opción que declararme insolvente”.

LeClair está al borde de declararse insolvente por segunda vez debido a una deuda médica que no deja de crecer y en la que ha incurrido por sucesivas cirugías relacionadas con el cáncer, las citas de seguimiento, la medicación y los costes derivados.

Todo, pese a tener seguro médico y desembolsar todo lo que puede para no quedarse sin él: paga los gastos deducibles [la cantidad a desembolsar antes de que el seguro entre en funcionamiento] los copagos [un porcentaje del coste del producto o servicio que siempre paga el usuario] y las cuotas [el fijo mensual adicional que todo asegurado paga de su salario además de lo que paga el empleador].

“Tengo facturas médicas por valor de 52.000 dólares (46.995 euros). He hecho de todo, desde tarjetas de crédito a créditos consolidados. Pago una tarjeta de crédito junto con otra que no tiene intereses hasta que pueda pagar la siguiente”, añade LeClair. “Es una cara del cáncer que muchos no entienden o quizá ni conozcan. Y no termina nunca. Suma y suma y antes de que te des cuenta, tienes de nuevo una deuda que no te crees”.

La quiebra es algo que puede dificultar la búsqueda de empleo. Muchas empresas descalifican a candidatos que se hayan declarado insolventes si lo detectan al hacer controles rutinarios sobre su trayectoria.

Según un estudio publicado en febrero de 2019 cada año alrededor de 530.000 personas se declaran insolventes debido a deudas relacionadas con enfermedades. El estudio muestra que incluso la Affordable Care Act (ley de asistencia sanitaria asequible) –un hito de la Administración Obama conocido como Obamacare– que tenía como objetivo conseguir precios asequibles en materia sanitaria no lo logró.

El programa no ha podido reducir el número de quiebras provocadas por deudas derivadas de gastos médicos. Tener un seguro médico de cobertura baja aparece citado como uno de los principales motivos de esas quiebras.

Republicanos y demócratas están en desacuerdo a la hora de posicionarse ante los planes de la Administración Trump para seguir debilitando el Obamacare facilitando que los estados puedan desvincularse de algunos requisitos de la ley y dejando ofrecer seguros médicos más baratos, lo que podría empeorar la situación.

La cuestión de los seguros médicos se está convirtiendo en uno de los temas más relevantes de cara a las elecciones presidenciales de 2020, al menos respecto a la competencia entre los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren, que prometen una revisión total del sistema y Joe Biden que, junto a otros candidatos, defiende reformas más limitadas. Lo único en lo que todos están de acuerdo es en que el sistema no funciona.

El Doctor David Himmelstein, catedrático de Salud pública del Hunter College en la Universidad de Nueva York y profesor de Medicina en Harvard cree que el “sistema actual de seguros médicos es defectuoso”. “Mucha gente, poco más del 60%, se declara insolvente en parte por facturas médicas y la mayor parte de esas personas tiene seguro. Está claro que pese a estar aseguradas, muchas personas incurren en costes que sus seguros no cubren”, señala.

El académico, responsable del último estudio sobre el tema: Medical Bankruptcy: Still Common Despite the Affordable Care Act (Quiebra Médica: algo común pese a la Ley de Asistencia Sanitaria), agrega que “las deudas médicas son muy comunes”. “Son la causa principal de llamadas por parte de las agencias de recobro y la mayor parte de quienes las reciben son personas con seguro”. 

Uno de cada seis estadounidenses tiene una factura médica sin pagar en su historial crediticio. Esa deuda asciende a 81.000 millones de dólares en todo el país. Uno de cada 12 estadounidenses no tenía seguro médico en 2018.

Mientras muchos pasan dificultades para pagar algún tipo de cobertura médica, quienes la tienen no están protegidos ante la posibilidad de asumir grandes deudas por gastos sanitarios. 

Mary Cross vive en Detroit, Michigan, y ya ha se ha declarado insolvente en dos ocasiones desde 2013. Ingresó en un hospital con neumonía, la operaron en el pulmón y posteriormente le diagnosticaron sarcoidosis, un problema de inflamación pulmonar.

“Tengo seguro médico por el trabajo, pero con una cuota mensual alta y con unos deducibles altos. Pago 450 dólares al mes (406 euros). Para quien vive mes a mes, 450 dólares es mucho dinero. Me cuesta mucho llegar a fin de mes. A veces no puedo pagar las facturas”, cuenta. Cross, de 51 años, lo está pasando mal: “Me está costando salir adelante por la operación de enero pasado. El departamento de cobros del hospital en el que me operé me llama sin parar”.

“Debo 400.000 dólares y me he quedado sin casa”

En Savannah, Georgia, un hombre de 35 años que prefiere no revelar su identidad para evitar que lo asocien con una quiebra, se ha quedado sin empleo y sin hogar debido a varios ingresos hospitalarios y cientos de miles de dólares de deudas médicas.

Diabético desde hace años, dependiente de insulina, tuvo que reducir su horario laboral en una tienda de teléfonos en abril de 2019 cuando le amputaron un dedo del pie por un problema de azúcar en sangre. 

“Al trabajar menos horas empecé a tardar más en pagar las facturas. En julio de 2019 me ingresaron en el hospital y me despidieron del trabajo por estar en el hospital. Me quedé sin seguro. Me amputaron la pierna, así que ahora tampoco puedo trabajar”, cuenta.

Al perder el empleo por estar tanto tiempo interno en el hospital y por la amputación de la pierna, la empresa le ofreció un seguro llamado Cobra, destinado a personas que dejan de trabajar o que tienen una reducción de jornada. Aun así, no podía permitírselo [aunque el empleador ofrezca un seguro, el asegurado siempre tendrá que pagar un porcentaje]. Ahora mismo, está haciendo todo lo que puede para declararse insolvente y liberarse de la deuda médica ligada a las amputaciones. En octubre perdió su casa.

“He acumulado 400.000 dólares (361.000 euros) en facturas médicas sin pagar y quedan por los menos seis meses hasta que se decida sobre mi incapacidad. Debo 400.000, me he quedado sin casa, vivo en la calle y no hay salida a la vista”, explica.

A las afueras de Chicago, Jessica Hillman se declaró insolvente en 2016 por las deudas adquiridas en el tratamiento de un trastorno compulsivo pese a que su seguro médico cubría gran parte de los costes.

“Tenía miles de dólares en diferentes deudas médicas, era la mayor parte de lo que se me reclamaba. Fue la última factura, por una prueba de laboratorio rutinaria, la que mi seguro se negó a aceptar por un error de facturación y la que me llevó a la quiebra. Era de unos 1.000 dólares (900 euros). No podía trabajar ni pagarlos”, cuenta. 

En aquel momento, Hillman recibía facturas pendientes de pago en el buzón por estancias hospitalarias y pruebas médicas de varios miles de dólares. A menudo no sabía lo que su seguro no cubría hasta que llegaba la notificación de impago. 

“Uno de los mayores obstáculos que una enfrenta como paciente es la complejidad del proceso. Una cree que llega, presenta la tarjeta [del seguro], quizá hace algún pago y ya está. No te esperas todas esas limitaciones y autorizaciones”, añade. “¿Qué haces si no se autoriza un procedimiento? No recibir el cuidado no es una opción. Todo está en letra pequeña, muy pequeña. A veces una siente que paga [seguro] para nada”.

Traducido por Alberto Arce

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