El enfrentamiento a fuego lento entre Moscú y Kiev acaba de desatar una nueva crisis global, con Ucrania imponiendo la ley marcial y el Kremlin informando de la “seria preocupación” con que el presidente, Vladimir Putin, ha recibido esa decisión.
Según un comunicado difundido por el Kremlin, Putin ha hablado por teléfono con la canciller alemana, Angela Merkel, para pedirle que interviniera y controlara a Kiev. “[Putin] ha expresado su seria preocupación por la decisión de Kiev de poner en alerta a las fuerzas armadas y anunciar la ley marcial”. De acuerdo con el comunicado, Putin también ha dicho confiar en que “Berlín pueda influir en las autoridades ucranianas para disuadirlas de nuevos actos de imprudencia temeraria”.
Los esfuerzos diplomáticos se producen después de que Rusia disparase contra tres buques ucranianos y se apoderase de ellos junto con sus tripulaciones en el estrecho de Kerch (que separa Crimea del territorio continental ruso). Los diputados ucranianos reaccionaron a la agresión votando el lunes para imponer la ley marcial.
Según los informes, durante el enfrentamiento ocurrido en la desembocadura del Mar de Azov, seis marineros ucranianos resultaron heridos, uno de ellos de gravedad. Desde que Rusia terminó en mayo la construcción de un puente sobre el estrecho de Kerch, el gobierno de Putin ha aumentado su presencia naval en la zona y ha tratado de restringir el acceso de Ucrania. En un vídeo publicado por el Gobierno ucraniano se ve cómo uno de sus barcos era embestido por un buque ruso.
Tras el incidente, el Consejo de Seguridad de la ONU celebró una reunión de emergencia en la que los embajadores ruso y ucraniano se acusaron mutuamente de buscar un conflicto para distraer la atención por la impopularidad de sus respectivos gobiernos.
Volodymyr Yelchenko, embajador de Ucrania ante la ONU, dijo que las autoridades navales rusas habían sido notificadas de que los tres barcos ucranianos (dos patrulleras y un remolcador) deseaban pasar por el estrecho. Según Yelchenko, estaban esperando la confirmación cuando fueron atacados el domingo por la mañana.
“Se desató un infierno”, dijo Yelchenko, añadiendo que el remolcador ucraniano fue embestido por un guardacostas ruso y que las dos patrulleras fueron bloqueadas para impedir que acudieran en su auxilio. “Los barcos rusos trataban de provocar todo el tiempo a los marineros ucranianos para que abrieran fuego”.
Yelchenko contó que unos helicópteros de ataque rusos sobrevolaron las patrulleras ucranianas a solo 50 metros y mostrando sus misiles. Las patrulleras dieron media vuelta para dirigirse de nuevo hacia el Mar Negro. De acuerdo con el embajador, los barcos rusos las persiguieron mientras se alejaban y abrieron fuego sobre ellas a las 20.30 horas. Las fuerzas especiales rusas se apoderaron de las embarcaciones.
En la versión del embajador ruso, Dmitry Polyanskiy, los barcos ucranianos entraron en aguas territoriales rusas y el incidente fue una provocación planeada desde hace tiempo por el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko. Ayudado por sus simpatizantes de Occidente, dijo Polyanskiy, Poroshenko busca distraer la atención sobre su propia impopularidad en la previa a las elecciones de marzo. La declaración de la ley marcial ucraniana tiene que ver, en su opinión, “con una anulación de las elecciones”.
Según Polyanskiy, los barcos ucranianos cruzaron “ilegalmente la frontera de Rusia” y la responsabilidad debe recaer en “aquellos que dieron la orden ilegal” para que así lo hicieran.
Desde que terminó la construcción del puente sobre el estrecho de Kerch, Moscú exige a los barcos ucranianos que notifiquen su intención de pasar por el estrecho y que además pidan permiso, un cambio que Kiev rechaza. Según diplomáticos occidentales, el envío de los tres barcos era una forma de afirmar la libertad de navegación y de reforzar la reducida presencia naval ucraniana en el Mar de Azov.
“Esta no es la forma de actuar de una nación civilizada que respete la ley; impedir el tránsito legal de Ucrania a través del estrecho de Kerch es una violación del derecho internacional; es un acto arrogante que la comunidad internacional debe condenar y que nunca aceptará”, dijo sobre las acciones de Rusia la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, acusó después a Moscú de haber cometido “una peligrosa escalada y una violación del derecho internacional”. “Estados Unidos condena esta agresiva acción rusa. Pedimos a Rusia que devuelva a Ucrania sus barcos y a los tripulantes detenidos y que respete la soberanía y la integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas, incluidas sus aguas territoriales”.
“No es bueno, no estoy contento con todo esto”, dijo Donald Trump cuando le preguntaron por la crisis en el estrecho de Kerch. El presidente de los EE.UU. no culpó a nadie (en los dos años que lleva en el cargo siempre ha evitado las críticas al Kremlin) pero dijo que los EE.UU. habían “dado a conocer nuestra posición”.
Poroshenko firmó un proyecto de ley que impone la ley marcial durante 60 días y prevé la movilización de tropas, la preparación de defensas aéreas y un refuerzo en las medidas antiterroristas. A última hora del lunes, su proyecto fue aprobado por el Parlamento de Ucrania.
El ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Pavlo Klimkin, dijo que los marineros capturados debían ser tratados como prisioneros de guerra. “Fueron actos de agresión planeados”, dijo. “Exigiremos [en el Consejo de Seguridad] que pongan en libertad de forma inmediata a nuestros marineros y devuelvan nuestros barcos”.
La televisión rusa ha publicado la declaración del comandante ucraniano al mando de los tres barcos en cuestión, que sigue detenido, en la que reconoce que la operación era una provocación y asegura que él solo cumplía órdenes. Muchos denuncian que podría ser una declaración forzada.
En un comunicado que acusa a Ucrania de provocar deliberadamente el incidente para así imponer nuevas sanciones contra Moscú, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso dijo que su país respondería con firmeza ante cualquier intento de socavar su soberanía y seguridad. “La parte rusa actuó estrictamente de acuerdo con el derecho nacional e internacional”, dijo el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, durante su rueda de prensa diaria. También comunicó que Moscú había abierto una causa penal “en relación con la violación de las fronteras de Rusia”. No dijo nada sobre los marineros ucranianos detenidos.
En Kiev, decenas de activistas de extrema derecha protestaron el lunes contra los actos de Rusia frente a la oficina del presidente Poroshenky. En la ciudad de Lviv, en el oeste de Ucrania, se concentraron frente al consulado ruso.
La OTAN ha pedido “moderación y desescalar” el conflicto. También ha exigido a Rusia que “garantice el acceso sin trabas a los puertos ucranianos en el Mar de Azov de acuerdo con el derecho internacional”.
Las relaciones ruso-ucranianas se han visto severamente dañadas desde que Rusia se anexionó la península de Crimea en 2014 y comenzó a apoyar a la insurgencia pro-Moscú del este de Ucrania. En mayo, Putin inauguró el puente de 3.300 millones de euros sobre el estrecho de Kerch para unir a la península con el territorio continental ruso.
Una portavoz de la primera ministra británica, Theresa May, ha confirmado que Reino Unido condena el “acto de agresión” de Rusia. El ministro de Asuntos Exteriores británico, Jeremy Hunt, tuiteó que el incidente demuestra que Rusia desprecia “las normas internacionales y la soberanía ucraniana”.
La UE dijo esperar que Rusia restablezca la libertad de paso por el estrecho de Kerch y ha pedido a las dos partes “la máxima moderación para aliviar la situación”.
Según los analistas, el incidente podría conducir a una nueva ronda de sanciones de Estados Unidos y Europa contra Moscú. En la consultora de riesgos políticos Eurasia Group creen que “los gobiernos occidentales se pondrán del lado de Ucrania contra Rusia en relación con el incidente, lo que hace probable nuevas sanciones contra Rusia”.
Traducido por Francisco de Zárate