Las cortinas de la sala donde se reúne el Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York estaban cerradas desde el 11 de diciembre de 1964. Ese día alguien disparó con un 'bazooka' desde el otro lado del Río Este de Nueva York mientras hablaba el Che en el edificio de la ONU. Al proyectil le faltaron 183 metros para llegar a su objetivo y explotó en el río provocando una gran columna de agua y el temblor de las ventanas de la sede de Naciones Unidas.
Según un artículo de la época publicado por The New York Times, Guevara no detuvo su diatriba antiestadounidense en ningún momento. En ese momento era una de las figuras del Gobierno de Cuba, donde dirigía el Ministerio de Industria. Más tarde, paseando por el salón de delegados con el uniforme verde oliva y las pulidas botas negras, el antiguo guerrillero no parecía preocupado. “Moviendo suavemente su puro” dijo que la explosión “le había dado más sabor a todo el asunto”.
El 'bazooka' se encontró entre las hierbas al otro lado del río, con un mecanismo de disparo automático conectado a un temporizador. Según scprocedure.org, un sitio web dedicado al Consejo de Seguridad, “una investigación posterior determinó que si el 'bazooka' hubiera apuntado bien, el proyectil habría penetrado en el edificio de la ONU, especialmente si alcanzaba una ventana”.
El ataque coincidió con las airadas protestas de exiliados cubanos frente a la sede de Naciones Unidas. Molly Gonzales, una de las manifestantes, fue detenida cuando corría hacia el edificio con un cuchillo de caza para “liquidar” al líder revolucionario, como ella misma dijo. Cuando le hablaron de la identidad de la persona que había querido agredirle, Guevara comentó: “Es mejor ser asesinado por una mujer con un cuchillo que por un hombre con un arma de fuego”, dijo.
Más de medio siglo después Alemania ha arrojado luz sobre la sala de reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU al abrir las cortinas. La misión alemana ha celebrado su presidencia de un mes con el acto simbólico de abrir las pesadas cortinas que cubren las ventanas de dos pisos de altura y dejar que el sol primaveral de Nueva York inunde la sala y su célebre mesa con forma de herradura. “Ser transparentes y abiertos de cara a todos los miembros de la @ONU y de la sociedad civil es esencial, no sólo de forma simbólica, sino también práctica, para obtener credibilidad y legitimidad”, escribieron en su cuenta de Twitter los responsables de la misión alemana.
La instalación de las cortinas en el Consejo de Seguridad tenía por objeto proteger a los diplomáticos de los trozos de cristal en caso de que se diese otro ataque. En parte, la decisión alemana de abrirlas ha sido posible gracias a una reforma de la sala de 2013 en la que se instalaron vidrios blindados.
Abrir las cortinas no ha sido la única innovación de la delegación alemana. Su embajador ante la ONU, Christoph Heusgen, presidió la primera reunión del Consejo con un reloj de arena de 45 centímetros diseñado especialmente para hacer cumplir el límite de 5 minutos y 30 segundos de intervención asignado a cada delegado.
La misión británica celebró lo que consideró un ejemplo. “La eficiencia alemana ayuda a los oradores a ir al grano... Y para eso estamos nosotros aquí”, dijeron.
Traducido por Francisco de Zárate