La Guardia Revolucionaria de Irán: los soldados de Jomeini acusados de “grupo terrorista”

Saeed Kamali Dehghan

Poco después de que el sha de Irán fuese derrocado en 1979, un pequeño grupo de jóvenes rebeldes sugirió la formación de una guardia nacional, encargada de preservar la nueva revolución islámica y como contrapeso al Ejército del país.

El ayatolá Jomeini, el carismático clérigo que pronto se convirtió en el líder supremo del país, no estaba muy seguro de nombrar a los miembros de la nueva fuerza “guardias”, temiendo que la palabra en francés con la que definía a las fuerzas de seguridad personales del monarca destituido.

En su lugar optó por sepah, palabra persa para “soldados” con ciertas connotaciones históricas, y así la nueva fuerza se convirtió en el “sepah-e-pasdaran” o “ejército de los guardianes”.

Sin embargo, la mayoría de los gobiernos extranjeros se refieren a ella como los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán (CGRI), una fuerza que, 38 años más tarde, es una pieza clave tanto dentro de Irán como en toda la región.

Acusada de terrorismo por Estados Unidos

Las informaciones que señalan que Estados Unidos calificará al CGRI como organización terrorista están provocando nerviosismo en Teherán, incluso poniendo en un segundo plano la intención de Donald Trump de cancelar el acuerdo nuclear.

Estados Unidos acusa al CGRI de terrorismo principalmente por su apoyo militar a Hizbolá y Hamás, organizaciones que tanto Estados Unidos como Europa han designado como grupos terroristas. Trump defiende que el apoyo de Irán a estos grupos comprometen el espíritu del acuerdo nuclear.

En privado, autoridades iraníes argumentan que la capacidad de Donald Trump para deshacer el acuerdo nuclear está condicionada a la decisión del Congreso estadounidense y a la reacción de los aliados europeos de Washington. Advierten, sin embargo, que posicionarse contra la CGRI sería ir demasiado lejos e incluso podría llevar a una guerra.

Los líderes políticos en Teherán quieren demostrar unidad. Mohamad Ali Yafari, jefe militar de la CGRI, fue fotografiado a principios de esta semana con el ministro de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, el arquitecto del acuerdo nuclear, en actitud amistosa y sonriente.

Yafari dice que si las fuerzas de seguridad son designadas como grupo terrorista, las bases militares de Estados Unidos en la zona serían susceptibles de ser atacadas. El Ministerio de Zarif ha dicho que la reacción será “firme, decisiva y devastadora”. Incluso el presidente del país, Hassan Rouhaní, de tendencia moderada y que hace cinco meses hizo una crítica pública al CGRI durante su campaña por un segundo mandato, ha emitido ahora su total apoyo al cuerpo de seguridad, argumentando que “tiene un lugar en el corazón de la gente”.

Un hecho sin precedentes

Farideh Farhi, una académica que sigue de cerca la política iraní, dice que designar al CGRI como grupo terrorista sería un hecho sin precedentes.

“La CGRI es una parte integral de la defensa militar iraní y tiene este rango constitucional. Designar a fuerzas militares de otro país como terroristas sería una novedad y abriría la puerta a una acción recíproca hacia Estados Unidos”, dice Farhi. Según Farhi, las fuerzas especiales estadounidenses que operan en Oriente Medio serían las más vulnerables.

La CGRI operaba en principio como una fuerza local en Irán, pero se expandió rápidamente tras la invasión de Irán por Saddam Hussein en 1980, y Jomeini permitió que tuviese sus propias fuerzas de tierra, mar y aire.

Jugó un papel clave en la defensa de Irán, sobre todo en el estrecho de Ormuz, donde consiguieron parar buques petroleros de Sadam y sus aliados haciendo uso de pequeñas lanchas.

“Antes de la guerra, los milicianos de la CGRI no eran más que guardaespaldas del clero. Su papel en la guerra les otorgó un lugar en el poder”, dice Mehrzad Boroujerdi, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Siracusa, Estados Unidos.

Jomeini siempre permaneció alerta ante el crecimiento del cuerpo de seguridad, e incluso estableció en su testamento que debían permanecer alejados de la vida política.

Tras suceder a Jomeini en 1989, el ayatolá Alí Jamenei amplió la capacidad operativa del CGRI al incorporar la fuerza Quds, encargada de las operaciones internacionales, y que ha trabajado muy de cerca con Hizbolá en Líbano y con Hamás en Palestina.

Apoyo a Hamás y a Hezbollah

Teherán nunca ha escondido su apoyo a Hamás y a Hizbolá, vistos como partidos políticos legítimos que han ganado elecciones de manera legal, explica Alí Alizadeh, analista político en Londres.

Este tipo de actividades son las que enfurecen tanto a Estados Unidos como a los rivales regionales de Irán, pero las operaciones del CGRI en Líbano, Bosnia e Irak, junto al más reciente apoyo a Bashar al Asad en Siria, han conseguido que se ganen el aprecio de Jamenei.

Estados Unidos también asegura que Irán se encuentra tras los bombardeos en Irak que han acabado con la vida de personal militar estadounidense, pero las autoridades iraníes señalan que no pueden probar estas acusaciones. Una serie de mandos del CGRI y de la fuerza Quds ya están en la lista negra de Estados Unidos y expuestos a sanciones.

A pesar de los deseos finales de Jomeini, el CGRI sí se ha involucrado en política, de manera especialmente notoria cuando la milicia Basij ayudó a frenar las protestas que se originaron tras las disputadas elecciones de 2009.

Poco después lanzó una campaña para limpiar la imagen desprestigiada de las fuerzas en el país, presentando a Qassem Suleimani, el comandante de las fuerzas Quds, como héroe militar nacional, defensor del país contra los grupos terroristas suníes.

“Jamenei está mucho más inclinado a escuchar a Yafari y a Suleimani con respecto a la situación de Oriente Medio que a Rouhani o Zarif”, dice Boroujerdi. “La capacidad institucional de los guardias para influir en cuestiones de política nacional, externa y de seguridad es ahora indudable”.

Tras años operando en la sombra, Suleimani –a menudo retratado como un maestro regional en mover los hilos del terror– ha salido al escenario, y su presencia en el campo de batalla sirio e iraquí aparece continuamente por los medios de comunicación del Estado.

Propaganda pro-CGRI

Hace poco apareció una valla publicitaria en Teherán que ilustra el lanzamiento de cinco misiles, en referencia a las ocasionales pero polémicas pruebas balísticas, junto al lema “soy el guardián de Irán”.

Al igual que el Ejército de Pakistán y China, el CGRI es de gran interés para la economía iraní, tanto en negocios legales como ilegales. Los mandos militares de la Guardia poseen muchas propiedades inmobiliarias en Teherán y han sido acusados de estar involucrados en lucrativas operaciones de contrabando internacionales.

“El incremento de poder del CGRI no es un fenómeno único, ni tampoco su trayectoria en el futuro, inalterable”, dice un informe reciente del think tank Rand. “Como nos enseña la historia, el CGRI está sujeto al mismo tipo de peligros mundanos y mutaciones evolutivas que afectan a otras burocracias, y esto sólo se intensificará mientras el CGRI se siga involucrando en actividades financieras lucrativas. Partiendo de esta observación, se da por supuesto que es beneficioso comparar el pasado y el futuro del CGRI con la evolución del ejército paquistaní y del Ejército de Liberación Popular de China”.

Mohsen Sazegara fue un miembro fundacional de la sepah de Jomeini, pero actualmente es un disidente exiliado y abiertamente crítico con la organización que él mismo ayudó a establecer. “Creó un ejército popular para defender el país y para ayudar en situaciones de emergencia, pero lo convirtió en un monstruo”, cuenta Sazegara a the Guardian.

“Su transformación durante la guerra irano-iraquí, la creación de la fuerza Quds, su participación en actividades financieras y su papel en la represión de reformistas han convertido al CGRI en una país dentro del país, en un gobierno dentro del gobierno y en una organización sin equivalente alguno en el mundo. Es como un río desbordado que todo lo cubre”.

Traducción de Marina Leiva