Los nacionalistas corsos exigen mantener conversaciones con el Gobierno francés para lograr una mayor autonomía después de una convincente victoria en las elecciones regionales del domingo pasado. El presidente Emmanuel Macron ahora se enfrenta al dilema de aflojar el control de Francia sobre la isla mediterránea o mantener un sistema centralizado.
Como Cataluña, cuyo intento para independizarse de España ha provocado una crisis con el Gobierno español y con la UE, Córcega ha albergado durante mucho tiempo ambiciones separatistas. La segunda vuelta de votaciones de este domingo, en la que una coalición de candidatos nacionalistas ganó con un 56,6%, refuerza a aquellos que buscan un mayor control en la isla.
A diferencia de Cataluña, que es rica y autosuficiente, Córcega depende en gran medida de la financiación de París, situación que hace que el movimiento Pè a Corsica (Por Córcega) insista en que busca la autonomía y no la independencia.
Los corsos tienen tres demandas básicas: reconocimiento en igualdad para la lengua corsa, amnistía para aquellos que están en la cárcel a los que considera presos políticos, y reconocimiento de un estatus especial de residencia para que Córcega, donde nació Napoleón Bonaparte, pueda frenar la compra por parte de los extranjeros de casas de veraneo.
Pè a Corsica terminó muy por delante del partido de Macron, La République en Marche, que acabó tercero con solo un 12,7% de los votos. Más del 47% de los corsos no fueron a votar.
Las encuestas de opinión muestran que la mayoría de los 330.000 habitantes de Córcega quieren que la isla montañosa, popular entre los turistas, siga formando parte de Francia. Macron ha mostrado más bien poco entusiasmo por negociar con los separatistas, pero la votación del domingo les refuerza. Después del resultado, el Elíseo emitió un comunicado para decir que la independencia no está sobre la mesa.
“El proyecto que han propuesto para Córcega es ambicioso, pero no es sobre la independencia”, dice sobre el programa del Pè of Corsica. “Se necesita con urgencia un diálogo responsable y razonable entre la nueva autoridad corsa y el Estado”. Y añadía: “Solo un diálogo constructivo movilizará los medios de emancipación económica, medioambiental y social necesarios para Córcega y sus habitantes”.
La victoria nacionalista fue el resultado de un acuerdo alcanzado hace dos años entre los autonomistas –liderados por Gilles Simeoni, presidente del Consejo Ejecutivo de Córcega– y aquellos que buscan la independencia total, dirigidos por Jean-Guy Talamoni, el portavoz de la Asamblea de Córcega.
“A día de hoy, París tiene que aceptar lo que está ocurriendo en Córcega”, asegura Simeoni después de que se anunciasen los resultados la noche del domingo. Durante muchas décadas, la lucha por conseguir una mayor autonomía de París se tradujo en ataques con bomba y asesinatos en Córcega y en la Francia continental. Esta situación fue verdaderamente crítica en 1998, cuando el prefecto francés de la isla, Claude Erignac, fue asesinado a tiros cuando iba de camino a un concierto con su mujer.
El Frente de Liberación Nacional de Córcega (FKNC) había anunciado el final de una tregua de siete meses menos de dos semanas antes de que Erignac fuese asesinado. Un grupo anónimo reclamó la responsabilidad del suceso, afirmando que Erignac representaba al “Estado federal sordo ante las reivindicaciones nacionales”.
Traducido por Cristina Armunia Berges