La seguridad de las bombas nucleares que EEUU tiene en Turquía, en duda tras el intento de golpe
El intento de golpe de Estado en Turquía del pasado viernes y el posterior cierre de la base aérea de Incirlik, en el sur del país, han planteado nuevas dudas sobre la conveniencia de que Estados Unidos coloque su mayor arsenal de armas nucleares en Europa en un lugar tan vulnerable.
Incluso antes del golpe fallido, la posible amenaza terrorista sobre la base, a unos 110 kilómetros de la frontera con Siria, llevó a una mejora significativa del perímetro de seguridad en torno a la zona delimitada para la OTAN, donde hay según se estima unas 50 bombas nucleares B61 almacenadas en 21 cámaras acorazadas. Lo ocurrido el viernes ha elevado la inquietud sobre si unas medidas de seguridad así pueden mitigar los riesgos de aferrarse a un arsenal tan peligroso en una localización tan inestable.
El Gobierno turco afirmó que algunos de los conspiradores del golpe trabajaban en la base de Incirlik y volaron desde esa base compartida. Entonces cerró el tráfico aéreo que salía de la base y cortó su suministro de energía, lo que detuvo temporalmente las operaciones aéreas de Estados Unidos contra los extremistas del Estado Islámico en Siria.
“Creo que la lección clave es que las ventajas de almacenar armas nucleares en Turquía son mínimas pero los riesgos han aumentado de forma significativa en los últimos cinco años”, valora Hans Kristensen, experto en armas nucleares de la Federación de Científicos Estadounidenses. “Yo diría que la situación de seguridad en Turquía y en la zona de la base ya no cumplen los requisitos de seguridad que Estados Unidos debería tener para el almacenamiento de armas nucleares. Cuando se reciben tantas señales es que algo puede salir terriblemente mal. Es el momento de sacar las armas de allí”.
Se cree que hay un total de 180 bombas B61 en Europa: en Alemania, Italia, Bélgica y Países Bajos, además de Turquía. Estas armas estratégicas son un legado de la Guerra Fría y muchos las consideran militarmente obsoletas. Sin embargo, a falta de un consenso de la OTAN para eliminarlas, siguen en su lugar como símbolo del compromiso de Estados Unidos con la defensa de Europa. Hace poco se anunció una costosa mejora para estos artefactos, en el momento en el que llega a su fin la no proliferación de estas armas posterior a la Guerra Fría.
El director del think tank European Leadership Network, Ian Kearns, explica: “Si están almacenadas en un lugar que, según sugiere la inteligencia, es objetivo de ataques terroristas y propenso a la inestabilidad, ya no es razonable mantenerlas ahí”.
El golpe y la implicación de Incirlik también plantean dudas más amplias sobre el papel de Turquía en la OTAN. “Dice mucho sobre la capacidad de Turquía para trabajar en operaciones en coalición, si no se puede confiar en su Ejército”, señala Aaron Stein, experto del think tank Atlantic Council. “Tener a comandantes de la fuerza aérea deshonestos volando alrededor de Turquía plantea muchos escenarios que la OTAN no ha planeado”.
Stein añade: “El punto de vista esencial sobre Turquía hasta hace 48 horas era que se trata de un aliado complicado con el que trabajar, con riesgo de una deriva autocrática, pero que era estable. Ahora es un aliado complicado, con la deriva autocrática posiblemente acelerándose. Y es inestable”.
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo