THE GUARDIAN

Desconsuelo en Haití tras el terremoto en un país en crisis: “No aprendimos la lección de 2010”

Tom Phillips / Jean Daniel Delone

Puerto Príncipe —
16 de agosto de 2021 23:00 h

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Winnie Hugot Gabriel estaba presentando su programa de radio matutino cuando un terremoto de magnitud 7,2 arrasó el sur de Haití, tras lo cual los oyentes, aterrorizados, huyeron corriendo hacia la calle.

“Se sintió incluso aquí en Puerto Príncipe. Fue fuerte”, dice la periodista de 32 años desde la emisora Magik 9. Después del temblor, Gabriel dejó el micrófono y corrió hacia la calle a toda velocidad.

La capital de Haití, destruida por un terremoto de menor escala acontecido en enero de 2010, parece haber salido prácticamente ilesa del sismo, el último en una serie fatal de desastres naturales que azotan al país caribeño.

Pero la situación en la península sur de Haití, en el epicentro del terremoto, es mucho más grave. Localidades como Jérémie y Les Cayes han sido pulverizadas por la calamidad que, según las autoridades, ha matado a al menos 1.297 personas y herido a más de 5.700.

“Estoy destrozado. Es horrible. Es mi pesadilla y la pesadilla de cualquiera que recuerde el 2010: que algo así sucediera de nuevo”, dice el periodista estadounidense Jonathan M. Katz, superviviente de aquel desastre y autor de un libro sobre la pobre respuesta internacional posterior.

Este sábado, mientras los equipos de rescate buscaban supervivientes entre los edificios derruidos y los trabajadores humanitarios se apresuraban en proveer comida, agua y refugio a aquellos que habían tenido que abandonar sus casas derrumbadas, muchos de los hospitales de la región se llenaban de pacientes gravemente heridos.

“Ahora mismo estoy caminando por la ciudad para ver si podemos rescatar a más personas y hallar más cadáveres”, dice Claude Harry Milord, alcalde de Jérémie, donde se han confirmado al menos 100 fallecidos.

Milord dice que algunos de los heridos estaban siendo trasladados por vía aérea a Puerto Príncipe. Quienes siguen en Jérémie necesitan ayuda desesperadamente. “La ciudad necesita medicamentos, tiendas de campaña y comida porque muchas personas lo han perdido todo”.

Pacientes en el suelo

Al otro lado de la península, en Les Cayes, la situación parece ser incluso peor. “Hay muchos heridos. Los hospitales están desbordados. Algunos tratan a los pacientes en el suelo; otros simplemente envían a la gente de vuelta a sus hogares”, dice Akim Kikonda, trabajador humanitario del grupo Catholic Relief Services. Dice que las réplicas del terremoto han inquietado a los supervivientes que se han quedado sin hogar. “La gente está muy asustada”.

Roody Bouilly, trabajador de telecomunicaciones residente en Les Cayes, dice que las escuelas, los hoteles y los supermercados han sido reducidos a escombros. “Lo que sucedió es muy doloroso”, dice el hombre de 40 años. “La ciudad está aterrada. Anoche muchos durmieron en la calle, de manera casi idéntica a lo que vimos en Puerto Príncipe el 12 de enero de 2010”.

En los últimos meses, un conflicto entre la policía y bandas de criminales armadas ha hecho que la única carretera que conecta la capital de Haití con los tres departamentos más afectados –Grand'Anse, Nippes y Sud– sea prácticamente intransitable, lo que dificulta las tareas de rescate.

“Hace mucho tiempo que es una zona de guerra. El combustible no puede llegar. Las provisiones no pueden llegar. Las ambulancias no pueden llegar”, dice Jean William Pape, un destacado médico haitiano que, a causa del conflicto desatado por los grupos criminales, utiliza helicópteros y avionetas para hacer llegar provisiones a hospitales en Jérémie y Les Cayes.

Milord, el alcalde de Jérémie, teme que la llegada de la tormenta tropical Grace –que según los pronósticos llegará a Haití en las próximas horas– complique aún más las tareas de rescate. “Realmente no sé qué puede pasar”, dice. Recuerda haber visto cuerpos yaciendo por las calles de su ciudad después de que el terremoto golpeara al país el sábado alrededor de las ocho y media de la mañana.

Según Katz, el terremoto, que llegó tan solo un mes después del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, ha aumentado la miseria en el suroeste del país. La región continúa intentando recuperarse de la devastación provocada por el huracán Matthew en 2016.

Si el epicentro del terremoto hubiese estado más cerca de la capital, donde vive alrededor de un tercio de los 11 millones de habitantes de Haití, el país podría haberse enfrentado a desastre histórico, similar al de 2010.

“Pero si vives en Les Cayes o en Jérémie, ese consuelo sirve de poco. Mucha gente ha muerto y la cifra de fallecidos sigue escalando. Esto en sí mismo será un desastre muy, muy malo”, dice Katz, autor de The Big Truck That Went By: How the World Came to Save Haiti and Left Behind a Disaster (“El gran camión que pasó: de cómo el mundo vino a salvar a Haití y dejó un desastre detrás”).

Promesas sin cumplir

Gabriel, la presentadora de radio, dice que la entristece ver que 11 años después del terremoto más mortífero del hemisferio occidental, su país sigue sin estar preparado para desastres como este.

“No aprendimos la lección de 2010. Darse cuenta de eso es aterrador”, dice, criticando la aparente falta de planes de contingencia y el fracaso a la hora de mejorar los estándares para la construcción de edificios.

Gabriel tiene miedo de los meses de incertidumbre y dificultad que se avecinan. Tras el asesinato del presidente, aún sin resolver, Haití debe lidiar con una serie de crisis profundas e interrelacionadas. “Tenemos esta crisis política, la COVID-19 sigue ahí, hay una crisis económica y ahora afrontamos este terremoto y sus secuelas. Es realmente muy, muy difícil. Es como no tener respiro. Las cosas no mejoran, sino que los problemas se agudizan”.

Katz dice que la imagen de los hogares mal construidos que se han derrumbado como “castillos de naipes” muestra cómo el mundo no ha cumplido con lo que había prometido tras el sismo de 2010.

“La comunidad internacional había prometido que no solo ayudaría a rescatar a la gente de los escombros. Era una promesa mayor: como dijo Bill Clinton, iba a ayudar a reconstruir un Haití mejor”.

“Basta con ver lo que ha sucedido en las 24 horas posteriores al terremoto para ver que eso jamás ha sucedido. Muy poco fue reconstruido y aquello que se hizo no parece ser mejor”.

Traducción de Julián Cnochaert