El Congreso de EEUU no puede seguir ignorando las necesidades de la clase trabajadora del país. En esta era de beneficios empresariales con cifras récord y desigualdad creciente en los ingresos y el patrimonio, nuestro deber es defender a las familias trabajadoras que luchan por garantizar un mínimo de nivel de vida a sus miembros.
Elevar el salario mínimo federal hasta un nivel digno para vivir es un mecanismo relevante para conseguirlo. En el Estados Unidos del año 2023 nadie debería verse obligado a trabajar por un salario de miseria. Debería ser una verdad evidente que si trabajas 40 horas en el país más rico del mundo, no deberías de vivir en la pobreza.
El aumento del salario mínimo es lo correcto desde el punto de vista moral, pero también lo es desde el económico: poner dinero en manos de personas que lo gastarán en satisfacer necesidades básicas funciona como un fuerte estímulo para la economía.
No podemos seguir tolerando un salario mínimo federal de 7,25 dólares la hora que no ha aumentado desde 2009. Tenemos a más del 60% de los trabajadores estadounidenses viviendo al día, una esperanza de vida en declive para los estadounidenses de menores ingresos y la mayor tasa de pobreza infantil de casi cualquier país importante.
El salario mínimo federal ha perdido más del 27% de su poder adquisitivo desde su último aumento hace 14 años. Esto es inaceptable. No se puede permitir que millones de estadounidenses se queden cada vez más atrás en su capacidad económica, sin poder sufragar la vivienda, la alimentación, la atención sanitaria, el cuidado de los niños y la educación que necesitan desesperadamente para vivir con salud y dignidad.
Son demasiados los estadounidenses que tratan de sobrevivir y sacar adelante a sus familias dándonos la bienvenida en Walmart, preparando nuestras hamburguesas en McDonald's, cuidando de nuestros hijos o sirviendo nuestras mesas en las cafeterías del Estados Unidos rural a cambio de 9, 10 o 12 dólares la hora. Así no se puede hacer. Hay que ponerle fin a esta injusticia. Esta injusticia debe terminar. Los trabajadores con rentas bajas necesitan un aumento salarial y el pueblo estadounidense quiere que lo consigan
En una encuesta tras otra se muestra el apoyo abrumador que tiene aumentar el salario mínimo hasta un nivel digno. Pero no son solo las encuestas. La mayoría Demócrata de la Cámara de Representantes de Estados Unidos votó en 2021 por un aumento del salario mínimo hasta los 15 dólares la hora. El problema es que faltaron los votos para aprobar la legislación en el Senado, donde la distribución de escaños por partidos estaba más ajustada. Además de no obtener un solo voto Republicano en el Senado, el proyecto de ley para implementar un salario mínimo de 15 dólares por hora tuvo el voto en contra de ocho senadores Demócratas.
Pero eso es el pasado. Estamos en el presente y las cosas están cambiando. Tras años de inacción en el Congreso, por todo el país hay estados y ciudades haciéndose cargo de la crisis de los sueldos bajos y aumentando el salario mínimo. En algunos lugares, lo han logrado con medidas legislativas. En otros, con iniciativas ciudadanas.
Desde 2013, los votantes de 12 estados han votado por iniciativas ciudadanas que aumentaban el salario mínimo de sus respectivos estados (Nueva Jersey; Dakota del Sur; Arkansas en dos ocasiones; Alaska, Washington; Maine; Colorado; Arizona; Misuri; Florida, Nevada; y Nebraska en dos ocasiones). Las iniciativas fueron aprobadas en todos los casos y nunca con menos del 55% de los votos.
Los que votan por la justicia económica no son solo los “estados azules” o predominantemente demócratas. En las recientes elecciones de mitad de mandato celebradas en 2022, dos estados que eligieron gobernadores republicanos (Nebraska y Nevada) votaron en favor de aumentar el salario mínimo. Los ciudadanos de Florida, con un gobernador y dos senadores del Partido Republicano, también votaron en 2020 a favor de aumentar el salario mínimo hasta los 15 dólares la hora.
Para la calculadora del MIT, un salario digno es un sueldo que alcanza para mantener a una familia sin lujos. En una familia de dos adultos trabajadores y un niño, ese salario digno sería de 18,69 dólares por hora y adulto en Virginia Occidental; 17,55 dólares en Carolina del Sur; 21,57 dólares en Maryland; 20,01 dólares en Utah; y 19,33 dólares en Wisconsin. Incluso en mi estado, Vermont, el salario digno es de 19,58 dólares, superando en más de 6 dólares al actual salario mínimo estatal.
Pero hay muchas familias de madres solteras donde no hay dos adultos trabajando y una sola persona tiene que criar a los hijos. El salario vital para esos casos es mucho mayor. Una madre soltera en Virginia Occidental, por ejemplo, tendría que ganar 33,39 dólares por hora para poder mantenerse a sí misma y a su hijo.
Por tanto, no es radical decir que aumentar el salario mínimo a 17 dólares la hora en un periodo de varios años es lo correcto. De hecho, el salario mínimo federal habría sido de 17,40 dólares por hora este enero, como mínimo, si en 2015 hubiera salido adelante mi proyecto de ley para aumentar el salario mínimo a 15 dólares por hora indexándolo al incremento salarial promedio.
Y mientras nos ocupamos del salario mínimo, también debemos abordar el escándalo de los que cobran en propinas, cuyo salario mínimo lleva más de 30 años estancado en la cantidad abismalmente baja de 2,13 dólares por hora. Se lo deben, en gran parte, al poderoso lobby que desde 1991 ejerce el sector de la restauración gastando millones en financiación de campañas electorales y presionando para mantener en la miseria a sus trabajadores.
Estas dos propuestas juntas significarían un aumento salarial para decenas de millones de estadounidenses desesperados, entre los que las mujeres y las personas racializadas tienen una representación desproporcionada. También supondrían una ayuda gigantesca para las madres solteras. No olvidemos que fueron los trabajos esenciales de estas personas los que mantuvieron en marcha la economía durante lo peor de la pandemia de la COVID. En aquella época les decíamos héroes y heroínas. La retórica de los elogios está bien, pero un sueldo digno es mejor. Hagámoslo posible.
Traducción de Francisco de Zárate