El plan anunciado por Estados Unidos de construir un puerto flotante frente a Gaza es una medida audaz que recuerda a los puertos Mulberry creados por los aliados en Normandía tras el desembarco del Día D. Pero no está nada claro que la ayuda humanitaria transportada por mar llegue a tiempo a los palestinos que hacen frente a la inanición. El Gobierno gazatí (controlado por el grupo islamista Hamás) calculan que 700.000 personas pasan hambre en el norte de la Franja.
“En lo que se refiere a la ruta marítima es algo que va a llevar semanas organizar y la población se está muriendo de hambre en este momento”, afirma Ziad Issa, responsable de política humanitaria en la ONG internacional ActionAid. “Ya hemos tenido casos de niños que se han muerto de hambre”, añade. Según el Ministerio de Sanidad de Gaza, 27 personas han muerto por desnutrición y deshidratación, la mayoría de ellas, niños.
Aunque Washington ha presentado el plan como una demostración del “liderazgo de Estados Unidos” sin esperar el visto bueno de Tel Aviv, lo cierto es que Israel va a seguir condicionando la eficacia del reparto, especialmente en el norte de la Franja, donde es más inminente la amenaza de hambruna (según la ONU, uno de cada seis niños menores de 2 años sufre desnutrición aguda en esa zona).
Desde Chipre a la costa de Gaza
En el puerto chipriota de Larnaca va a haber inspectores israelíes revisando los cargamentos de ayuda dirigidos a la Franja. Estas inspecciones son la herramienta que Israel puede emplear para regular el flujo de ayuda con el argumento de llevar a cabo los controles necesarios de seguridad. Es posible que las autoridades israelíes no lo tengan tan fácil ahora, ya que van a tratar con oficiales de logística del Ejército estadounidense y no con responsables de organizaciones de ayuda humanitaria, pero hay muchas otras formas de obstrucción a las que puede recurrir el Gobierno de Benjamín Netanyahu –una coalición que incluye a ministros opuestos a la entrada en Gaza de cualquier tipo de asistencia–.
“La gente dice que esto es una situación compleja pero esto es algo muy sencillo”, señala Issa. “Israel no está permitiendo que llegue ayuda a la Franja de Gaza”.
El pasado fin de semana, el Comando Central del Ejército estadounidense anunció que un buque militar partió el sábado hacia el Mediterráneo Oriental con “los primeros equipos destinados a establecer un embarcadero temporal en Gaza para entregar suministros humanitarios vitales”. Según la cadena de televisión británica BBC, unos 1.000 efectivos del Ejército participarán en la construcción del muelle flotante donde se descargará la ayuda alimentaria de los barcos que lleguen desde Larnaca y que después será transportada por embarcaciones más pequeñas hasta una plataforma conectada con la tierra firme, que también se construirá ensamblando piezas metálicas.
La BBC explica que este tipo de construcciones han sido empleadas anteriormente por los militares estadounidenses en Kuwait, Somalia, Haití y Centroamérica para misiones de asistencia en desastres naturales. Según un general de brigada del Ejército estadounidense, citado por la agencia de noticias AFP, la misión durará unos 60 días, entre la construcción y la puesta en marcha de la infraestructura. Una vez esté operando a plena capacidad, el Ejército calcula que podrá proveer de dos millones de raciones de comida al día o dos millones de botellas de agua.
Un sistema de distribución seguro
Pero, ¿Qué pasa después de que la ayuda llegue a tierra? La mayor parte de la población de Gaza no está en la costa, sino que se encuentra refugiada en la localidad de Rafah, fronteriza con Egipto, después de haber sido desplazada de sus hogares. “¿Quién va a distribuir la ayuda”, se pregunta Jeremy Konyndyk, ex alto cargo dedicado a la asistencia en la Administración Biden y actual presidente de la ONG Refugees International.
“La presencia de las ONG en el norte de Gaza es prácticamente nula porque los israelíes han tratado de echar a todo el mundo y están restringiendo el acceso al norte”. Según Konyndyk, la propuesta de crear un corredor marítimo para el envío de la ayuda “no soluciona el problema de la obstrucción israelí, en vez de ser un problema en el punto de entrada, ahora lo será en la fase de distribución”. “Hacen falta conductores que no existen y camiones que no existen para alimentar un sistema de distribución que no existe”, agrega.
A corto plazo, la falta de un sistema de distribución puede significar que las comunidades cercanas a la costa sean las que se repartan la comida entre ellas. Con la población desesperada y la proliferación de los saqueos, para que la ayuda llegue a toda la Franja no sólo hacen falta camiones y conductores sino algún tipo de seguridad.
El Ejército israelí ha escoltado algunos convoyes de ayuda de ONG, pero el 29 de febrero la entrega de alimentos en las afueras de la Ciudad de Gaza terminó en tragedia y al menos 115 palestinos murieron cuando los soldados israelíes comenzaron a disparar contra la gente que se abalanzaba sobre los camiones. Según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la mayoría de las muertes se produjo por los empujones y atropellos. Pero según médicos locales y la propia ONU, la mayor parte de las víctimas tenían heridas de bala.
“Incluso si hay un alto al fuego, en un primer período va a ser algo muy complicado, porque el aparato de seguridad [de Hamás] que existía en Gaza se ha derrumbado y se han fragmentado las estructuras de clanes y líderes comunitarios que daban seguridad y garantías” en la Franja, explica Konyndyk. En su opinión, el incidente de finales de febrero hace que “el Ejército israelí no parezca un garante de seguridad confiable”.
Aun así, Konyndyk cree que “merece la pena intentarlo”. “Creo que muchas cosas se van a ir resolviendo sobre la marcha y me parece bien; en este momento estoy a favor de cualquier cosa que ayude (...) Pero seamos realistas respecto a por qué esto es necesario: es necesario por los cinco meses que las FDI llevan impidiendo el acceso al norte y los cinco meses de degradación deliberada de la asistencia humanitaria en Gaza”. “Y seamos francos, EEUU lo ha tolerado durante cinco meses”.
Ayuda por aire, tierra y mar
El Ejército de EEUU empezó este mes a lanzar ayuda humanitaria sobre Gaza desde aviones militares, algo que ya habían hecho Jordania, Egipto y otros países, con el beneplácito de Israel. Sin embargo, las agencias de Naciones Unidas aseguran que la única forma de satisfacer las necesidades de la población gazatí es aumentar considerablemente el envío de ayuda por tierra. Antes del conflicto, entraban cada día a la Franja unos 500 camiones de ayuda humanitaria, aparte de los bienes comerciales.
Una veintena de ONG internacionales han pedido dar prioridad al suministro terrestre de ayuda humanitaria frente a la vía marítima y aérea. En una carta, citada por la Agencia EFE, las organizaciones señalan que “los Estados no pueden esconderse tras los lanzamientos aéreos y corredores marítimos para crear la ilusión de que están respondiendo adecuadamente a las necesidades en Gaza”. Asimismo, destacan que la iniciativa de crear un corredor marítimo desde Chipre y la construcción de un puerto flotante en la costa de Gaza (que no estará operativo hasta dentro de varias semanas) no es la solución porque “las familias gazatíes no pueden esperar”.
Este martes, el barco de la ONG española Open Arms cargado con 200 toneladas de alimentos zarpó desde el puerto de Larnaca, en Chipre, rumbo a la costa de Gaza, inaugurando el corredor marítimo entre Europa y la Franja. La embarcación tardó tres semanas en obtener la autorización de Israel para poder dirigirse al enclave palestino, en colaboración con el Gobierno de Chipre. La ONG World Central Kitchen, la organización fundada por el chef español José Andrés, será la encargada de recibir la ayuda en tierra.
Traducido por Francisco de Zárate y actualizado por elDiario.es